Melisa y Luis. Dos personas a los que la situación social de su país les ha hecho pasar de una realidad estable a una incertidumbre e indefensión. Y afrontar, y sostener, y madurar. Desde Perú, Melisa y Luis tuvieron que migrar a España para no sucumbir ante las amenazas y extorsiones que vivían en su negocio y en su vida familiar. Volver a construir todo en un país ajeno. Con dos niños/as a su cargo y con un sostén económico muy ajustado, que finalmente se diluyó. Situaciones que te ponen al límite pero que, una vez más, confiando en ellos mismos y de la mano de personas como Dunia, Alba, Cristina o Mouruth, personal de la asamblea de Cruz Roja en la Sierra Norte, encontraron un poco de luz que les ha ayudado a salir adelante. A construir una nueva vida en un pueblito de la sierra de Madrid, nuevas relaciones, nuevos amigos, nuevos trabajos, y una gran tranquilidad y estabilidad. Una historia de resiliencia, de convivencia, de fuerza. Hemos querido hablar con sus protagonistas para que nos pudieran contar cómo, caminando juntos, se crean nuevas oportunidades.

 

Melisa, Luis, contadnos un poco vuestra historia.

Melisa. – En realidad, nosotros en Perú lo teníamos todo, teníamos una vida hecha. La decisión que nos trae a vivir aquí a España el año pasado, fue por lo que nos empezó a pasar en Perú: la  inseguridad, los mismos sueños que te roban cuando quieres hacer algo allí. Teníamos una empresa que empezó a crecer poco a poco y, con el tiempo, nos empiezan a extorsionar a meter miedo en muchos sentidos y mis hijos, mi familia, las vidas de todos, entraron en riesgo. La falta de seguridad fue lo que nos llevó a tomar la decisión de salir de Perú. Nadie de nuestra familia, a excepción de mi madre, sabe lo que hemos estado pasando.

¿Cómo fueron vuestros primeros momentos aquí?

Luis. – Tuve que dejar muchos sueños que había cumplido, con mucho esfuerzo, en Perú. Nos vinimos con algo de dinero y nos recibió nuestra tía, pero llegó un momento en el que no podíamos seguir viviendo en su casa, ya que era demasiado pequeña y no cabíamos. El dinero se fue acabando porque, aunque estuviésemos en la casa de un familiar, teníamos que comer. Fue entonces cuando nuestra hija enfermó. El hospital nos atendió, pero no teníamos dinero para pagar el medicamento. Una señora nos recomendó ir al SAMUR Social y les explicamos nuestra situación y de ahí nos derivaron al Centro de Acogida Temporal “Las Caracolas”. Fue el comienzo de nuestra historia.

Melisa. – Cuando llegamos de Perú, antes de tomar una decisión, que era realmente muy difícil, mi tía nos abrió la puerta de su casa. Se que si hubiese podido habría hecho todavía mas por nosotros. Solo queríamos escapar porque estábamos en una situación muy peligrosa, pero no teníamos conocimiento de ningún tipo de ayudas. El miedo y el temor de que a mis hijos le pasara algo, nos hizo tomar la decisión de coger las cosas, tratar de vender todo lo que podíamos y venirnos. Veníamos con la idea de buscar trabajo y alquilarnos una casa para poder seguir adelante. Pero las cosas no fueron así. Ni si quiera sabíamos que sin papeles no podíamos alquilar un piso ni podíamos conseguir un trabajo.

Fue una situación tan dura, que en muchas ocasiones pensé en regresar a Perú.  Nuestra hija enfermó y no sabíamos qué hacer. Le decía a Luis que algo tenía que pasar.

Desde hemos llegado, siempre hemos notado que en nuestra vida se han cruzado personas precisas y maravillosas. Cuando nos recibió la trabajadora social, tras explicarle la situación de mi hija, nos dio un papel con la dirección de Las Caracolas y nos dijo que allí nos esperarían. Teníamos mucho miedo porque nos habían dicho que si no lográbamos darles una estabilidad a los niños nos los podían quitar.

Un día nos dicen que vamos a ser trasladados. Tenía miedo de que nos llevasen al aeropuerto y nos devolvieran a nuestro país, pero nos trasladaron a otro recurso, donde nos recibieron muy bien. Nosotros nos movemos como adultos, podemos aceptar los cambios, pero los niños no. Ya de por sí sentíamos mucha inestabilidad con estos cambios, no queríamos que ellos sintieran lo mismo. Nos presentamos a la primera cita de asilo, y ahí nos dieron una segunda cita y el manifiesto. Salimos tristes porque queríamos trabajar. Es muy diferente tener tu independencia.

Luis. – Cuando te dan la hoja del NIE, esperas tres meses y se activa tu permiso de trabajo. Tuvimos que esperar seis meses para que nos dieran la otra documentación necesaria. Después de esos seis meses, tuvimos que esperar tres meses más para que se activara el permiso de trabajo. En total, eran nueve meses de espera para que se activara el permiso de trabajo. Estuvimos ahí tres meses hasta que también nos llamaron una tarde y nos dijeron que nos íbamos a otro recurso en Parla. Tras la conversación con nuestros hijos, ese mismo día, nos comunicaron que finalmente iríamos al Hostal Welcome, en Vallecas, gestionado por Cruz Roja y dónde fue nuestro primer contacto con la organización.

Melisa. – De ahí nos derivaron a otro dispositivo de Cruz Roja  para personas refugiadas en Buitrago de Lozoya, donde llegamos el 6 de junio de 2023.

 

¿Y qué tal? ¿Cómo es esa experiencia de venir aquí? ¿Cómo os ayudaron las compañías y los compañeros que trabajan en el centro?

Luis. – Bueno, cuando nos dijeron que nos veníamos a Buitrago no lo conocíamos. El día que teníamos que venir, llegó Mouruth Chhima, Mediador Social del Programa Personas Refugiadas,  a recogernos. Fue la primera persona que conocimos. Es un pueblo bonito, y nos vinimos con otra familia que también tenía que venir desde el aeropuerto. Cuando llegamos aquí, nos enseñaron las instalaciones y al día siguiente nos llevó a empadronarnos. Nos ayudó con muchas cosas que no sabíamos, como los trámites en la Seguridad Social y cómo sacar los documentos necesarios. Y nada, de ahí vino Alba Alfonso, trabajadora social, al día siguiente. Nos ayudaron bastante y nos ayudaron a adaptarnos.

 

¿Se puede decir que en este caso Cruz Roja os ha acompañado? Os ha ayudado a no estar solos, o sea, ha caminado con vosotros, ¿no?

Melisa. – Yo creo que, en todos los procesos, porque cada uno ha hecho una parte especial en su acompañamiento con nosotros, Mouruth en las gestiones e informaciones, Alba nos brindó un apoyo incondicional. Ella nos protege y se ha convertido en una parte muy especial de nuestra vida.

Dunia nos ha acompañado a nuestras citas, ha ido con nosotros y siempre nos ayuda en todo. Todo el equipo de Cruz Roja ha sido fundamental para nosotros. Sin su apoyo no habríamos podido salir adelante, porque no es fácil. Por más que tengamos apoyo y prácticamente todo lo necesario, no es fácil. No es una situación emocionalmente fácil.

Por ejemplo, el año pasado viví un momento muy difícil estando aquí. Tenía a mi hermano hospitalizado en Perú, y fue un mes horrible. No sabía qué hacer. Tuve el apoyo del psicólogo de Cruz Roja, Marcos, porque tenía muchísimo miedo. Era como no saber qué hacer desde tan lejos. Realmente hemos sentido que el apoyo constante de Cruz Roja ha sido fundamental para nosotros. Nos ha ayudado a ser independientes y, en lo particular, a mí me ha hecho sentir que puedo volver a ser aquella Melisa que estaba en Perú, porque aquí me sentía muy débil, realmente muy débil.

 

¿Qué es lo más difícil de todo lo que habéis vivido? No me refiero a un momento específico, sino a un nivel más global, haciendo una reflexión

Luis. – Lo más difícil aquí en España, para mí, fue la convivencia con personas que no conocía. Creo que me afectó mucho, aunque creo que ni Melissa ni nadie lo notó. No podía dejar a mis hijos solos para que jugaran porque no conocía a nadie, me sentía inseguro. Pero después, aquí en Buitrago, fue diferente. La gente del pueblo me fue conociendo poco a poco y me tendió la mano. Por ejemplo, encontré trabajo en una churrería gracias a que la gente me conoció y me apoyó.

Melisa. – Lo más difícil para mí fue estar lejos de la familia. Eso fue lo más difícil para mí. Sé que mi familia más importante son mis hijos y mi esposo, eso lo tengo claro. Pero quedaba una parte de mí, quedaba mi madre. Para mí, eso y la convivencia fueron desafíos importantes. Nosotros no estábamos acostumbrados a vivir con tanta gente. Estábamos acostumbrados a vivir solos, así que venir y convivir con mucha gente fue un gran cambio. Adaptarse a conocer y ajustarse a otras costumbres fue difícil.

 

Y cuando estáis ya instalados en Buitrago, entiendo que comienza un proceso también de oportunidades. Vosotros, como venís de Perú, el idioma no es una barrera. ¿Cómo ha sido el salir del centro y encontrar trabajo y estableceros en una nueva vida?

Luis. – Cuando llegamos aquí Nadia nos facilitó el hacer un curso. En mi caso, me inscribieron en un curso de auxiliar de almacén. Me iba hasta Vallecas para dar las clases, y lo hice durante tres meses. Después de completar ese curso, no encontré muchos trabajos en ese campo aquí, así que empecé a trabajar como camarero. Principalmente he trabajado en ese sector. También hice un curso de camarero de forma virtual, lo cual me ayudó bastante.

Melisa. – Yo venía con la intención de dedicarme a la estética. Cuando me presenté con Nadia, quien se encarga del empleo y formación, nos hizo un seguimiento y sentíamos que nos conocía. Ha sido la persona que nos ha ayudado a construir una base sólida, mostrándonos las oportunidades que tenemos aquí. Fuimos evaluando y viendo opciones, y Nadia nos mostraba las oportunidades de empleo. Nos llevaba a ferias de empleo y a lanzamientos de clases. Teníamos talleres todos los viernes, donde nos enseñaban cómo presentarnos, cómo hablar y qué buscan las empresas aquí. En cuanto a formación y preparación para el mercado laboral, hemos recibido mucho apoyo y seguimiento.

 

¿Cómo fue ese proceso para llegar a día de hoy?

Luis. – En este pueblo pequeño, gracias a Dios, nada más activaron mi permiso de trabajo, encontré empleo a los tres días, gracias a Mouruth, al decir que tenía a una persona muy buena para el trabajo.

Melisa. – Fue una oportunidad, pero también hicimos algo que nos alegra mucho: estábamos preparados con nuestro CV y los papeles necesarios desde días antes de que se activara el permiso de trabajo. Sabíamos que en cualquier momento podríamos empezar a trabajar. El 31 de enero se activó nuestro permiso de trabajo y decidimos que al día siguiente dejaríamos a los niños en el colegio y nos iríamos a todos los pueblos cercanos. Así lo hicimos, llevando nuestro CV en mano, empezamos a tocar puertas por todos lados. Fuimos a Buitrago y a todos los pueblos cercanos con conexiones de autobuses. Al tercer día, Luis consigue trabajo. Comienzan a llamarle y tuvimos muchísima suerte.

Ese mes yo no trabajé. En febrero volví a probar, y me llamaron de un centro de estética en Alcobendas. Esto es importante porque hay que considerar las distancias, no solo los kilómetros sino también el transporte y la comunicación. En Alcobendas, prácticamente estaba fuera de casa unas 12 horas, o incluso 15 horas. Dependía del autobús y Luis y yo nos ayudábamos mutuamente bastante. Gracias a Dios, el trabajo que él consiguió le permitía estar con los niños. En todos nuestros procesos, siempre hemos intentado ajustar los horarios para que los niños no estén solos.

 

Aquí hay una parte importante, no solo con vosotros sino también con vuestros hijos. Hemos hablado antes de cómo Cruz Roja no solo os ha ayudado a vosotros, sino que también ha estado ahí para vuestros hijos. ¿Cómo ha sido eso para vosotros, con Cristina (voluntaria de Cruz Roja Juventud) y todo el equipo aquí en la Asamblea, ayudando a vuestros hijos?

Melisa. – Realmente, Thiago y Kiara siempre se han sentido muy queridos aquí. Han recibido mucha ayuda de Cristina, Alba, Dunia y todos en general. La ayuda que Cristina les ha brindado ha sido muy importante. El grupo de Cruz Roja también les ha proporcionado seguridad y les ha dado seguimiento en sus tareas escolares. Han sido de gran ayuda, sobre todo para el mayor, Thiago, apoyándolo en momentos en los que nosotros no podíamos estar ahí para él. Cristina nos decía: «Mira, a Thiago le falta esto, guíalo de esta manera». Yo no estaba mucho presente debido a las exigencias del trabajo, pero Luis, como padre, siempre estaba ahí para Thiago, con la ayuda de Cristina. Cristina me ayudó a seguir pautas para tratar de estar bien con ellos, especialmente en lo que respecta al inglés. Nos dio muchas directrices, y creo que eso también nos ha ayudado para que ellos no se sientan tan inseguros ni tan solos en todo este proceso.

 

Mañana, si llegara a Cruz Roja una familia, ya sea similar o diferente a la vuestra, que también ha tenido que salir de su país por razones ajenas a ellos, ¿qué reflexión les transmitiríais para que este viaje se les haga un poco más fácil?

Luis. – Mira, el proceso para nadie es fácil, pero con la ayuda de la gente de Cruz Roja se hace más llevadero. Nos brindan todo el apoyo, tanto emocional como espiritual. Por eso, les diría que no tengan miedo de acercarse aquí, porque siempre están listos para extenderles la mano y ayudarles.

Melisa. – Yo les diría que nada es fácil, pero que tampoco nada es imposible. Que tengan mucha fe y que siempre tengan las ganas de salir adelante. Que no se estanquen en lo que ya tienen, sino que busquen más alternativas para salir. Que conversen mucho con Cruz Roja y sean sinceros, porque Cruz Roja ha sido realmente muy importante para nosotros en todos los talleres. Sé que detrás de nosotros ha habido familias esperando esa plaza que teníamos, y debemos dar también la oportunidad a otras personas. Es por eso que decidimos esto.

 

¿Qué le pedís al futuro?

Luis.- Bueno, yo al futuro no le pido nada porque creo que cada uno construye su propio futuro. Estoy bien y creo que cada persona es dueña de su destino. Venir aquí ha hecho que nuestra familia se vuelva más unida y deseo que siga así, una familia unida.

Melisa. – Yo le pediría al futuro que me permita ver a mi madre pronto. Sé que así será. El llegar aquí, como dijo Luis, lo ha dicho todo: nuestra familia ha cambiado. Nosotros como familia hemos cambiado muchísimo, nos hemos vuelto muy fuertes para seguir adelante y sostener nuestro hogar. Pero personalmente, le pido al futuro que me permita ver a mi madre.

 

¿En qué os ha cambiado a nivel personal? No simplemente, o sea, no quiero que me lo digáis, sino que me digáis en qué aspectos Luis y Melissa eran diferentes antes en comparación con ahora. ¿Qué les ha cambiado?

Luis.-  Ante las adversidades y después de estar tanto tiempo juntos (ni siquiera durante la pandemia) habíamos convivido tanto. En Perú yo me levantaba a las 5 de la mañana todos los días y llegaba a casa a las 8 o 9 de la noche. Decía ‘Hola, Melisa, ¿cómo estás?’, cenaba y me echaba a dormir porque al día siguiente… cuando llegamos aquí, hicimos todo este proceso.

Melisa.- Somos mucho más resilientes que antes. Entonces, todo este proceso nos ha llevado a madurar muchísimo, a ser más resilientes, a tener más fe de la que teníamos, y a saber que tenemos que seguir luchando y avanzando.

 

La motivación y el sostén en la ayuda de Cruz Roja con Alba Alfonso, trabajadora social de la asamblea de Sierra Norte

Con Alba no es la primera vez que hablamos sobre personas refugiadas, por lo que su carisma, su cuidado y su ilusión son dignas de poder ser relatadas. Y es que Alba es un ancla hacia las oportunidades y el futuro de las personas de origen migrante que pasan por la asamblea de Sierra Norte. Por ello, hemos querido charlar un ratito y que nos pudiera contar su labor como trabajadora social en la asamblea, y el trabajo realizado con Melisa y Luis.

 

Desde Cruz Roja en el programa de refugiados, ¿cómo trabajamos con estas personas para acompañarlas y para que no se sientan solas?

Alba.- Creo que la labor que realiza Cruz Roja con estas personas es muy importante.  Estas personas atraviesan situaciones muy complicadas y tienen vivencias difíciles, muchas veces durante períodos muy extensos. Muchas llegan con menores a su cargo. También nos encontramos con muchas mamás que forman familias monomarentales. Es crucial encontrarse con alguien que les brinde apoyo y les diga: «Estamos aquí contigo, no estás sola. Es posible que no sepas qué te está pasando ni qué necesitas, o qué red de apoyo puedes encontrar en España, pero queremos que sepas que estamos aquí y vamos a acompañarte siempre que lo desees durante este proceso que estás viviendo, y vamos a trabajar para mejorarlo.»

¿Y cómo trabajadora social?

Alba.- Como trabajadora social, mi objetivo es acompañar a la persona desde su ingreso hasta que salen del centro, por diferentes motivos. Incluso muchas veces, continúan escribiéndome después de salir del centro porque necesitan mantener ese vínculo con nosotros. A veces expresan la necesidad de no sentirse descolgados o abandonados, e incluso llegan a decirme: «No me dejes sola, por favor, sigue en contacto conmigo». Por lo tanto, sí, trabajamos con ellos y es importante empezar a prepararlos para volar solos o apoyarse en nuestros recursos mientras van finalizando su estancia.

Durante el tiempo que están en el centro, mi labor consiste en hacer una primera valoración y escucharlos. Muchas veces, identifico necesidades que no se verbalizan directamente, pero que se transmiten a través de lo que expresan. Esto incluye las necesidades tanto de ellos como de los menores, como en el caso de Melissa y Luis Ángel. Para mí, ha sido un auténtico regalo trabajar con ellos. Trabajar con todas las familias siempre es enriquecedor porque, detrás de la trabajadora social, también hay una persona. Profesionalmente, me aporta mucho, pero en su caso específico, desde el inicio enfrentaron una situación muy complicada en su país y llegaron a España.

También han pasado por momentos difíciles y encontraron el apoyo que necesitaban al llegar aquí. Lo que me encuentro es una familia muy resiliente; siempre buscando ver el lado positivo de todo lo que les sucede. Además, confían en que las cosas mejorarán, pero saben que deben trabajar para lograrlo y están dispuestos a recibir apoyo, lo cual es crucial para nosotros como equipo técnico. Podemos estar aquí para ellos, pero si la persona es muy reservada, puede ser difícil conectar y avanzar juntos, que es lo que realmente importa. Si no avanzamos juntos, esto no funciona. En su caso, han recibido orientación de todo el equipo, tanto de mí como de mis compañeros y compañeras en mediación y otras áreas

Desde el inicio, han estado muy implicados tanto en la parte formativa como en la laboral. Han completado las formaciones que se les han propuesto o, incluso, han sugerido ellos mismos: «Mira, me gustaría explorar esta vía. Creo que con mi experiencia podría funcionarme». En cuanto a los menores, también han mostrado una gran receptividad. Por ejemplo, hemos observado que están muy interesados en nuestro programa de éxito escolar y creemos que les sería muy beneficioso.

 

¿Cómo traducirías la frase ‘ caminamos contigo, no estás solo’ para que pueda resumir ese trabajo que se hace desde el área de refugiados?

Alba.- Creo que hay aspectos de la vida de una persona que son comunes a todas nosotras, independientemente del proceso que estemos atravesando. Todos necesitamos sentirnos escuchados, arropados o recibir un abrazo en determinados momentos.

 

La ayuda hacia los peques de la familia, con Cristina Ruso, voluntaria de Cruz Roja Juventud en el proyecto de Éxito Escolar

Cristina lo sabe en su propia piel, llegar a un país nuevo nunca es fácil. Por este motivo, Cristina le dedica unas cuantas horas a poder ayudar a la integración de los hijos e hijas de las personas migrantes que llegan a Sierra Norte. Su buen hacer y dedicación hacia la infancia fue determinante para que pudiera ser la persona referente dentro del programa de Éxito Escolar en Cruz Roja Juventud. Con ella hemos querido charlar sobre lo que muchas veces no se ve, la integración de los niños y niñas de origen migrante en la sociedad española.

Cristina, cuéntanos un poco sobre ti

Cristina.- Tengo 42 años,  y tengo experiencia como educadora infantil. Actualmente trabajo como monitora en el colegio de Bustarviejo y llevo el proyecto de éxito escolar en Cruz Roja desde hace tres años. Fue mi primer contacto con Cruz Roja, inicialmente entré para acompañar a personas mayores, pero dada mi profesión y dedicación hacia los niños, opté por comenzar con el programa de éxito escolar. Sabía que sería una experiencia enriquecedora y la verdad es que ha sido alucinante.

Disfruto enormemente trabajando con los niños, cada actividad, cada manualidad, cada ayuda que podemos ofrecer. Ellos valoran enormemente el trabajo que hacemos, ya sea como profesores, personas o voluntarios. Esto nos llena de satisfacción y nos motiva a seguir adelante.

¿Cuál es la labor que haces dentro del proyecto de éxito escolar por las tardes?

Cristina.- Hace aproximadamente unos 6 o 7 meses, me nombraron referente del programa de éxito escolar. En la actualidad, estoy coordinando el trabajo de otros voluntarios para cumplir con las expectativas de los niños, ya que no todos los días tenemos a todos los niños en clase. Por lo tanto, es necesario dividirnos en grupos para asegurarnos de cubrir todas las actividades necesarias, como deberes y exámenes.

Comenzamos a las 4:45 pm con una pequeña asamblea, que considero muy importante, especialmente para los niños introvertidos que les cuesta mucho expresarse, porque una oportunidad para que los niños compartan cómo les ha ido en el día, cómo se sienten, y para que nos conozcamos mejor.

Después de la asamblea, los niños van al baño y se lavan las manos, fomentando hábitos de higiene saludables. Luego viene la merienda y tras ellas, nos centramos en las tareas escolares, exámenes y estudios y para aquellos que no tienen deberes específicos, utilizamos fichas de refuerzo para evitar que se estanquen.

Además, promovemos un hábito diario que debato con los padres, ya que creo que es crucial en la vida escolar. Al menos una hora diaria dedicada a sentarse y realizar actividades, incluso si no tienen deberes de la escuela.

 

Cuéntanos un poco sobre el caso de los hijos de Luis y Melisa

Sí, tenemos comunicación constante con los padres porque creo que es crucial mantener un vínculo entre el colegio y las familias. Los niños pasan dos horas aquí, pero es esencial que el apoyo continúe en casa. La familia es muy dedicada y agradecida. Aunque al principio son muy tímidos y les cuesta hablar o hacer preguntas, una vez que ganan confianza, la comunicación fluye mejor. Son encantadores y respetan cualquier consejo o pauta que les damos.

Hace unos meses, enfrentaron dificultades debido a cambios importantes en sus vidas, lo que afectó especialmente a Thiago en sus estudios. Trabajamos juntos para ayudarlos a remontar y he recibido una respuesta muy positiva y reconfortante por parte de los padres, quienes vienen cada tarde con ellos y nos felicitan por nuestro trabajo.

Thiago y Kiara son dos niños increíbles. Chiara es amorosa y siempre da abrazos al llegar, contándonos cómo fue su día. Thiago, por otro lado, es divertido, pero le cuesta expresar sus sentimientos.

 

¿Qué es lo que más te gusta de estar a favor voluntaria de estar con niños y con niñas dentro del proyecto de éxito escolar?

Cristina.- El agradecimiento que veo tanto en los padres como en los niños es algo que realmente valoro. Para mí, tiene mucho sentido y me gusta mucho porque todos tenemos una vida personal y enfrentamos nuestras propias dificultades, como suelo decir. El reconocimiento que recibimos de los padres y que los niños nos demuestran cada día que vienen aquí es extremadamente gratificante para mí.

 

¿Cómo definirías tú el acompañamiento que se les ofrece a las personas, en este caso de origen migrante que vienen a España y son acogidas por Cruz Roja?

Cristina.- Mira, te voy a contar algo. Yo no soy de España, soy rumana. Vine aquí a España cuando tenía 19 años y vine sola, no tuve este tipo de ayuda y es muy frustrante llegar a un país donde hablan tu mismo idioma, pero no tener apoyo ni una mano que te ayude. Creo que Cruz Roja, sin querer exagerar, es maravillosa, es una organización estupenda. Si puedo participar en esta ayuda, es lo mejor que puedo hacer en mi vida, es decir, dar lo que yo no he recibido. Ayudar ayuda.

 

Si te ha gustado esta noticia y quieres desarrollar tu labor como agente de cambio en la sociedad, puedes poner tu granito de arena como persona voluntaria. ¡Encuentra aquí tu voluntariado!

Si te sientes identificado/a con nuestra entidad y quieres colaborar para que podamos seguir desarrollando nuestra actividad, puedes hacerte socio/a de Cruz Roja. ¡Encuentra aquí en qué proyectos puedes aportar tu granito de arena!

DEJA UNA RESPUESTA

Deja un comentario!
Introduce tu nombre

PROTECCION DE DATOS PERSONALES: En cumplimiento de la normativa vigente en Protección de Datos, en particular, el Reglamento General de Protección de Datos (Reglamento UE 2016/679), Cruz Roja Española le informa que todos los datos de carácter personal facilitados en el presente formulario, así como cualquier otra información y/o documentación que pudiera hacernos llegar, serán tratados con la finalidad de atender la consulta realizada, remitirle la información solicitada  y llevar un registro estadístico de consultas.

Usted puede ejercer, en cualquier momento, los derechos de acceso rectificación, cancelación, oposición así como los contenidos en el Capítulo III del Reglamento (UE) 2016/679) dirigiendo un escrito a Cruz Roja Española, (Att/ Delegado de Protección de Datos), Avenida Reina Victoria, 26-28, 28003 Madrid, o a la dirección de correo dpo@cruzroja.es, previa acreditación de su identidad.

 

Para más información, consulte nuestra política de privacidad.