En 2018 vivimos unos días llenos de duro y trepidante trabajo en el área de Ayuda Humanitaria debido al revuelo mediático que hubo con la llegada de personas de origen migrante a las costas españolas. Una de las personas que vivió más intensamente este proceso fue José Miguel García Oliveri, Coordinador del programa de centros para inmigrantes y Ayuda Humanitaria, y a quien veríais con el móvil en la mano recorriendo los pasillos de Muguet con paso firme.
‘Oli’, que lleva 9 años con nosotras y nosotros, es una persona comprometida con su trabajo, consciente de su responsabilidad y madura en la toma de decisiones de la labor que tiene en una de las áreas más difíciles de nuestra respuesta social.
Nosotros hemos querido entrevistarle para hablar sobre lo que pasó el año pasado y para desmitificar ciertos mitos que vienen asociados a la llegada de personas migrantes a las costas españolas. También hemos repasado la actividad de CR en todo este proceso y la implicación de CR Comunidad de Madrid en la acogida de esas personas.
«La característica que tiene esta organización es dar siempre respuesta desde un equilibrio casi perfecto.»
¿Por qué se producen las entradas masivas de personas de origen inmigrante a las costas españolas y por qué se intensifican durante estos meses de verano?
Lo primero que debemos entender es que los flujos migratorios siempre han existido. No es que haya más o haya menos, no son un hecho particular. Los flujos migratorios son un continuo y forman parte de nuestra naturaleza. Somos migrantes desde que nacemos, desde que el ser humano tiene uso de razón nos hemos movido por todos los lados. No es un hecho social o puntual, sino natural.
Sí que es verdad que las rutas migratorias van encontrando nuevos canales para acceder a, en este caso, Europa. Se producen más llegadas en verano porque el mar está más tranquilo en esta época y es más seguro hacer el viaje. Aun así, aunque se presupone esta ‘calma’ a la mar, ya se han producido más de 80 muertes este año.
¿Cuáles son las principales razones que mueven a las personas a participar en estos flujos migratorios?
Son varias. A nivel biológico, como he apuntado antes, no es un hecho social, es natural y tendemos a buscar un sistema con mayor bienestar para mí o para mi familia. A nivel social, por supuesto, existen razones puramente sociales y también económicas.
Una vez explicado esto, lo que hacemos desde Cruz Roja es olvidarnos de ello, y darnos cuenta de que atendemos a personas y de que cada una de estas personas tiene una razón concreta. Por ello, a la hora de intervenir con las personas nos olvidamos de estereotipos, de sesgos e intentamos ver la ‘mochila’ de cada uno.
Por ejemplo, una persona te puede decir que quiere mejorar su situación de vida, pero a lo mejor, mejorar su situación de vida puede suponer que quiera mejorar en el ámbito de los estudios. Otra persona puede entrar en esos flujos migratorios porque se ha quedado huérfano/a y no tiene el apoyo de su familia. Otra persona puede estar en una situación de pobreza extrema y toda su comunidad se ha volcado para reunir un dinero con el que pueda emprender el viaje. Otro caso puede ser que esa persona haya sido repudiada por su familia. Otros, directamente, vienen con ganas de montar un negocio o con un imaginario de lo que se podrían a encontrar, que no se corresponde con la realidad.
En definitiva, la idea de tener una vida mejor la tenemos todos en la cabeza, forma parte de quien somos. Hay personas que se encuentras en situaciones mucho más dramáticas, objetivamente, pero tampoco me gusta diferenciar entre migrantes económicos y refugiados, porque al final todos tienen la misma urgencia y la misma necesidad.
Como digo, hay que buscar en la historia de la persona para saber el por qué ha migrado. De esta manera lograremos pasar antes todos los duelos migratorios e intentar que estos tengan el menor impacto en la persona para que pueda adaptarse lo mejor posible a una nueva realidad, que por desgracia, es excluyente, sobretodo, por la función administrativa, ya que no están regularizados.
¿De qué zonas provienen las personas que atendemos en Cruz Roja?
Las personas que llegan a costas y que son atendidas por nuestras ERIES las 24 horas, 365 días al año, proceden generalmente del norte de África. La mayor parte, de Marruecos y Argelia y después Costa de Marfil, Senegal, Gambia y Guinea. Además, también nos encontramos personas de Camerún y Nigeria.
También es cierto que esta ruta, que pasa por la frontera sur de España, ha sido utilizada por familias refugiadas de Siria y nos hemos encontrado con casos un poco más paradigmáticos, como por ejemplo, personas de Nepal o Bangladesh, que han entrado a España por esta ruta.
En resumen, mayoritariamente las personas que atendemos tienen un perfil subsahariano pero si es verdad que podemos encontrarnos, igualmente, muy diversas nacionalidades.
¿Qué pasa desde que estas personas llegan a las costas hasta que son atendidas por Cruz Roja? ¿Cómo es ese proceso?
Es importante saber que somos el actor casi más privilegiado que hay a la hora de captar la realidad migratoria ya que estamos presentes en todo el proceso. En el momento en que una patera es rescatada en el mar son avisadas las ERIEs de costas (Equipos de Respuesta Inmediata ante Emergencias), que son quienes reciben a estas personas en el puerto y hacen la primera intervención y que, inmediatamente, quienes hacen una primera asistencia.
Después esas personas pasan con las autoridades competentes que se encargan de la identificación de las personas y, por motivos legales, redactan una orden de vuelta su país de origen, ya que, al estar entrando ilegalmente, están infringiendo la ley.
Con ellos pueden estar 72 horas como máximo, a partir de ahí, las autoridades competentes tienen la potestad de intentar retornar a esa persona al país de origen. Generalmente no existe posibilidad de retorno, ya sea porque no portan identificación o porque no hay convenio con su país de origen y, generalmente, estas personas quedan en libertad.
Una vez quedan en libertad es cuando entra otra vez Cruz Roja. Recogemos a estas personas y las llevamos a los destinos que tienen asignados por el Ministerio. También existe la posibilidad de que vayan al CIE (Centro de Internamiento para Extranjeros), donde también Cruz Roja está presente.
Cuando se dice que las personas migrantes llegan a las costas españolas, ¿a qué costas llegan?
Andaluzas, pero también a costas de Murcia. En los últimos años ha variado un poco la ruta migratoria. En el 2006 la ruta principal era hacia las Islas Canarias y en la actualidad, son las costas andaluzas y de Murcia. Como se puede ver, el flujo ha variado hacia estas nuevas rutas pero, como te digo, los flujos migratorios van variando con el tiempo.
Dicho todo esto, es muy importante no quedarnos con el ‘a dónde llegan’ o ‘cómo llegan’, sino que es normal que lleguen, que el proceso migratorio es un hecho normal, natural.
«No solo yo, sino todo el equipo, con todo lo que nos encontramos y lo que tuvimos que montar en tiempo record, vivimos la situación con un nivel de estrés bastante alto. Dormíamos poco porque las llegadas eran de madrugada, nos sonaba el móvil cada noche, etc.»
¿Cómo se produce el traslado desde las costas andaluzas o murcianas hasta, por ejemplo, Madrid? ¿Qué papel juega Cruz Roja Comunidad de Madrid en todo ello?
Existen dos vías. La primera, que sería la normalizada, consiste en todo el sistema de acogida de personas que llegan a costas y que tienen un número de plazas por toda España.
Con esta primera vía, en el momento que estas personas quedan en libertad tras todo lo que hemos hablado en la pregunta anterior, el Ministerio se pone en contacto con las distintas entidades. En este caso, Cruz Roja pone a disposición un servicio de traslados que se encarga de movilizarlos hasta el dispositivo que tenemos nosotros en Madrid. Esta es la forma que llamamos ‘ordinaria’ porque entran en plazas que se llaman de ‘acogida interna’ en la que pueden estar 3 meses, y en la que podemos desarrollar una intervención más sosegada. El tipo de persona que entra en este dispositivo, en principio, tiene como destino final quedarse en España.
En el momento en que estas plazas están saturadas, ya que el número de llegadas a costas ha sido muy elevado y no se puede acoger a más personas en ellas, se producen derivaciones a los centros de acogida CAED, que son dispositivos muy grandes en el sur de España donde pueden permanecer 15 días. Durante estos días hay más posibilidad de poder identificar a aquellas personas que no tienen la necesidad de quedarse en España sino que continúan el viaje, y a aquellas que tienen una vulnerabilidad mayor o que tienen que entrar dentro del sistema. En este caso hay personas que deciden abandonar el centro porque España no es su lugar de destino sino lugar de tránsito y deciden que quieren venir a Madrid con sus propias redes o continuar el viaje. En ese caso, es cuando cogen un autobús que los trasladan a Madrid, donde contamos con un dispositivo de emergencia (Francos Rodríguez), y donde tenemos un equipo que no solo trabaja Intervención Social, sino también Ayuda Humanitaria, las URS y la ayuda inestimable de Socorros, Servicios Generales y Voluntariado.
De hecho, el año pasado fue una sorpresa muy agradable, que tantos departamentos trabajáramos juntos para poder montar el dispositivo de acogida. En él, atendimos a 1850 personas en 5 meses, personas que si no hubiera sido por Cruz Roja se hubieran quedado en situación de calle en Madrid.
¿Cuándo llegan a Madrid, qué dispositivos ponemos en marcha para atender a estas personas? ¿Cómo nos organizamos?
Tenemos plazas de acogida integral con 210 plazas en la actualidad. El año pasado pasamos de tener 74 a estas 210 plazas en menos de 3 meses, para intentar dar respuesta a todas las personas que estaban llegando a la Comunidad. Aparte, disponemos de 50 plazas de emergencia montadas en Francos Rodríguez, donde realizamos un triaje y vemos quien quiere quedarse y quien está de paso.
No todo, en este caso, es un modelo de intervención de alojamiento, sino que también tenemos ese modelo de Emergencia para poder trabajar con estas personas a modo de restablecimiento del contacto familiar para los que afirman tener redes en España, más concretamente en Madrid, y los que quieren continuar el viaje.
En todo este funcionamiento, ¿Cómo se coordina toda la labor que desarrollan las distintas áreas de Cruz Roja Madrid?
La coordinación que tenemos es, principalmente, primero con voluntariado, ya que es una de las cosas que, desde el área de Atención Humanitaria, hemos querido desarrollar y es algo que verdaderamente ha tenido muy buenos resultados. Entre todas y todos hemos conseguido crear un equipo de unas 100 personas voluntarias que están en este proyecto.
En la situación de emergencia realizamos una colaboración con las áreas de Voluntariado, Servicios Generales, Socorros y con las URS y, además, tenemos contacto estrecho con refugiados. Siempre intentamos tener un contacto constante y continuo con todos ellos. Para esta parte de emergencias se han creado incluso dos protocolos para actuar que se activan o desactivan en función del número de intervenciones que estemos teniendo.
«SOMOS la entidad que está más preparada para dar una respuesta tan rápida, por ello hay que tener en cuenta que hemos llegado a montar dispositivos para 50 u 80 personas en 3 días. Y creo que, justamente, lo hemos hecho muy bien.»
¿Por qué hubo tanto revuelo el año pasado en medios de comunicación con este tema?
Porque el sistema de acogida no estaba preparado para un gran número de personas. Pero es cierto que debemos relativizar esta pregunta. Es verdad que hubo mucho revuelo porque estaban llegando muchas personas a Madrid que, en este caso, eran subsaharianas y ello, generó esta revuelta mediática. Pero tenemos que coger perspectiva y analizar los datos. Las personas que llegaron a España no supusieron un pico muy elevado en comparación, por ejemplo, con las personas que llegaron a Italia en 2014.
No fue, por ello, una situación excesivamente alarmante, el problema que hubo es que el sistema de ayuda humanitaria no estaba preparado y desde Cruz Roja Madrid tuvimos que dar un paso adelante para montarlo nosotros y poder atender a todas las personas.
Hay que remarcan también que en verano los medios de comunicación siempre dan mucha voz a estas llegadas en patera.
¿Qué hemos aprendido con respecto al año pasado en esta atención que prestamos a las personas migrantes?
En primer lugar, tenemos un equipo de voluntariado mucho más amplio, y también, parte de ellos, especializados en temas de salud, que eso nos está ayudando mucho. En segundo lugar, hemos protocolarizado las distintas intervenciones en situaciones de emergencia y hemos valorado tres escenarios que nos pudiéramos encontrar con sus respuestas correspondientes.
Además, vamos a tratar de diseñar un sistema que sea lo más ágil posible ya que al no poder prever el número de personas que llegan a costas, es importante que el sistema pueda montarse y desmontarse a demanda pero que no suponga un procedimiento muy pesado sino que podamos dar respuesta de manera rápida.
En cuanto a este año, los números dicen que estamos recibiendo menos personas por costas y, además, en parte gracias al gran refuerzo que el verano pasado hicimos con este sistema, el asunto no está levantando la misma expectación mediática que en años anteriores.
¿Qué es lo más difícil para Cruz Roja en todo este proceso?
Es la entidad que está más preparada para dar una respuesta tan rápida, por ello hay que tener en cuenta que hemos llegado a montar dispositivos para 50 u 80 personas en 3 días. Y creo que, justamente, lo hemos hecho muy bien.
Lo que quizá nos puede costar más es intentar medir las fuerzas que tenemos a lo largo de todo el año. Es decir, damos una respuesta muy rápida y muy buena pero quizá, la planificación anual es lo que más nos cuesta.
¿Qué pasa con estas personas después de esta primera respuesta con Cruz Roja?
A nivel general, nos manejamos en un marco que es la Ley de Extranjería, que dice que para poder regularizarte mínimo has tenido que pasar tres años en España. Ante esta situación Cruz Roja continúa dando soporte a estas personas desde las Asambleas Locales y Comarcales.
En cuanto a la respuesta social que ofrecemos, debemos volver a darnos cuenta que tenemos una situación de una población migrante irregular a la que tenemos que dar respuesta. Que no siempre pasan por respuestas de alojamiento, sino también, de información, de orientación o intentar que nuestros espacios sean espacios de interculturalidad positiva donde no existan los estereotipos y los sesgos. Si vamos incorporando ese discurso fomentaremos la integración de estas personas.
La situación, tras los tres meses que estas personas están con nosotros, es que su viaje continúa.
¿Cómo fue para ti, a nivel personal, vivir toda la situación que se dio en verano con estas personas migrantes?
No solo yo, sino todo el equipo, con todo lo que nos encontramos y lo que tuvimos que montar en tiempo record, vivimos la situación con un nivel de estrés bastante alto. Dormíamos poco porque las llegadas eran de madrugada, nos sonaba el móvil cada noche, etc.
Insisto, no solo yo viví esta situación y por eso quiero agradecer a todas las personas que con su trabajo contribuyeron a hacer la mejor labor posible. Desde la Dirección, con David de Miguel y Nieves Morales, hasta el resto del equipo con Alberto, Ferrán Jesús y todo el equipo administrativo que siempre estaban disponibles para dar cualquier tipo de apoyo que se necesitara. Y por supuesto, las gracias deberían ser no solo para ellos sino para muchas personas de diferentes departamentos de Cruz Roja Comunidad de Madrid que, en el momento en el que la situación saltó, brindaron apoyo.
Yendo al plano más personal, ¿quién es ‘Oli’ y cuánto tiempo llevas en Cruz Roja?
Soy José Miguel , ‘Oli’, trabajador social y sociólogo de formación. Empecé a trabajar con personas migrantes, menores y refugiados en 2005 y en concreto en Cruz Roja en 2010. Comencé en el Centro de Internamiento de Extranjeros donde estuve algo más de 4 años y luego pasé a la parte de Refugiados y ahora a Atención Humanitaria.
En estos 9 años que llevas en Cruz Roja, ¿qué te ha enseñado?
Me ha enseñado el equilibrio. La característica que tiene esta organización es dar siempre respuesta desde un equilibrio casi perfecto. Y que cada vez que haces una cosa esta tiene una serie de consecuencias. Entonces este equilibrio y la búsqueda del mismo es lo que más he aprendido.
¿Qué significa ‘ser’ de Cruz Roja o que nos diferencia de otras entidades?
Significa responsabilidad y eso significa actuar sabiendo que hay algo más grande que tú o que tu intervención, que es la organización. Siempre pongo el mismo ejemplo: cuando tú atiendes a una persona que llega a costas en mala situación o que lleva con nosotros una semana y sigue totalmente desorientado, solo con el hecho de que vean el chaleco de Cruz Roja y una sonrisa, probablemente, ya hayas hecho mucho más que con una intervención mucho más profesional.
La bajada de estrés que para estas personas supone que aparezcan personas de Cruz Roja, es importantísimo.
Mirando hacia el futuro, como entidad, ¿cuáles crees que son los retos a los que nos enfrentamos?
Nos enfrentamos a la agilidad en la respuesta que tiene que tener Cruz Roja en la sociedad. Somos una organización muy grande y con mucha responsabilidad, con sus valores y principios y muchas veces, al ser tan grande perdemos en la agilidad de nuestras respuestas.
¿Cuál dirías que es tu sello personal como trabajador de Cruz Roja?
Creo que tengo una parte diplomática, de mediación, bastante importante y un nivel de exigencia muy alto. Concibo y siento esa responsabilidad que supone estar coordinando. Si lo resumo, mi sello se basa en una búsqueda de equilibrio entre mediación y exigencia.
¿Qué es lo más difícil para ti dentro de tu puesto? ¿Y lo más bonito?
Lo más bonito es sin duda el equipo y el compromiso que tiene todo el equipo. Lo más difícil es toda esa parte administrativa, de presupuestos, pero que se ve suplida con la ayuda del estupendo equipo autonómico que tenemos.