Me llamo Juan Carlos, aunque la mayoría me conoce por Juanki. Llevo en Cruz Roja Alcorcón desde el año 2021. Participo en diversos proyectos y programas, y he vivido diferentes experiencias con Cruz Roja, entre ellas, la Dana del 2023 en los municipios del Álamo y Villamanta en la Comunidad de Madrid. Hace tres días hemos regresado de colaborar en la DANA de Valencia.
Actualmente formo parte del equipo ERBE (Equipo de Respuesta Básica en Emergencia) de donde partimos cinco personas voluntarias el día 11 de noviembre. En este periodo, hemos coincidido con equipos de toda España de Cruz Roja, porque se nos asignó la misión de almacén/logística.
Al principio, echas de menos estar más cerca de las personas afectadas, pero luego te das cuenta de que nuestro trabajo es igual de importante. Sin el almacén, los demás no podrían hacer su labor.
Aunque no pudimos conversar directamente con las personas afectadas, los relatos de nuestros compañeros nos han permitido conectar con sus experiencias y comprender mejor las necesidades, miedos y esperanzas que estos les manifestaban.
Las jornadas eran extenuantes, iniciando nuestro trabajo antes que los demás equipos. Una de nuestras funciones era preparar y facilitar un amplio rango de equipos, desde indumentaria de protección como, pantalones impermeables, trajes de agua, botas de agua con protección, etc., hasta suministros básicos como agua. Estas provisiones eran cruciales para garantizar el éxito de las distintas misiones asignadas a cada grupo.
En un esfuerzo conjunto, equipamos a los equipos, preparamos y cargamos los pedidos de la población afectada con alimentos, agua y artículos de primera necesidad. Nuestros compañeros se encargaron de llevar estos suministros directamente a quienes más lo necesitaban. Además, de la recepción y descarga de camiones con materiales de ayuda, así como del innovador ‘Tren Solidario AVE’ Madrid-Valencia, que trajo 250 máquinas limpiadoras a presión para agilizar la recuperación de las zonas afectadas.
La DANA ha sido una experiencia de crecimiento tanto a nivel personal como profesional. Hemos descubierto que cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena, independientemente de nuestro rol. La logística, aunque a menudo pasa desapercibida, es un engranaje fundamental en la maquinaria de la ayuda humanitaria. Hemos comprobado que, si bien la voluntad de los voluntarios es inagotable, una organización eficiente y el suministro oportuno de recursos son clave para garantizar el éxito de las misiones y aliviar el sufrimiento de las personas afectadas.
La preparación de los suministros se convertía en un momento de profunda conexión con la realidad de las personas afectadas. Al escuchar sus historias, compartidas por los voluntarios, sentíamos la urgencia de llevarles ayuda y esperanza. Los abrazos entre compañeros eran comunes, una muestra de la solidaridad que nos unía en este difícil momento.
Cada regreso al alojamiento era un recordatorio de la solidaridad que nos unía. El simple gesto de un pulgar hacia arriba nos llenaba de energía y nos motivaba a seguir adelante.
Ver a nuestros compañeros, cubiertos de barro y con la ropa desgastada, pero con una sonrisa en los labios, era una muestra de la fuerza del espíritu humano. La gratitud que expresaban era el mejor premio a nuestro esfuerzo.
