Alejandro tiene 17 años, comenzará a estudiar otra vez en Septiembre y de mayor quiere ser tatuador. María Antonia tiene 72 años, es natural de Badajoz y quiere aprender a dibujar. Simona cumplirá en Abril 93 años y aún tiene esa ilusión por descubrir nuevas cosas que tienen los más pequeños.
A los tres les une una cosa: la iniciativa ‘Aprendices de Sabias’ que ha promovido la Asamblea local Madrid Sur de Cruz Roja. María Antonia y Simona son participantes del Programa de Mayores y Alejandro es participantes del programa de ‘Segundas Oportunidades’ ligados al POEJ Pulsa de empleo. Juntos comparten la jornada del martes, cada semana, en la que Alejandro se ha hecho voluntario del programa de Mayores y les enseña a dibujar, a utilizar el móvil o a buscar recetas en Internet. Ellas, a cambio, le aportan toda la experiencia que sus años puede dar además de infinito cariño y muchas, muchas ganas por seguir siempre aprendiendo.
Idoia Pérez, técnica de empleo de la asamblea local Madrid Zona Sur, y Ruth Segovia, técnica de mayores de asamblea, son las personas que encabezan esta experiencia y que han presentado como buenas prácticas de la entidad y que ya os contamos en otro artículo anterior.
En este artículo, hemos querido conocer a sus protagonistas de cerca. Conocer los motivos de por qué Alejandro ha elegido pasar con las personas mayores su mañana del martes en lugar de hacerlo con sus amigos y por qué ellas solo pueden hablar maravillas de todas las personas que, como él, acuden a la sede de Cruz Roja a compartir tiempo juntas.
Alejandro nació en Rusia, aunque sus padres le trajeron a España con 3 años. En Madrid comenzó el colegio hasta que, en 1º de la ESO se encontró con un profesor que le desanimó. Le dijo que no servía para nada y él se lo creyó. Dejó los estudios, pero este año, en Septiembre, volverá al instituto. Dice que se enganchó a este programa con Personas Mayores por su abuela, con la que se crió mientras sus padres trabajaban y la que le metió el ‘gusanillo‘ de querer compartir tiempo con personas con tanta experiencia.
Os dejamos con la entrevista.
¿Puede ser que el hecho de preocuparte querer ayudar a las personas mayores sea por esa relación que tuviste con tu abuela?
Sí, es por eso. Ella me criaba mientras mis padres trabajaban.
¿Qué te ha hecho querer ser voluntario del Programa de Mayores?
Ellas fueron quienes, desde la primera vez que nos vimos me hicieron sentir muy a gusto y me empezaron a animar a venir.
¿Qué les enseñas a las personas mayores? ¿Cómo reaccionan?
Les enseño a dibujar, a usar los móviles, las aplicaciones. Ellas se interesan mucho por ello, van aprendiendo cosas, y se sienten bien al aprender a hacer cosas nuevas.
Y por el contrario, ¿Qué aprendes de ellas? ¿Qué te llena?
La forma de ser que tienen, la forma que tienen de tratar a las personas y, también, a mi. Todo lo que dicen lo dicen con cariño, por tu bien.
¿Qué te engancha del Programa de Segundas Oportunidades del cual eres participante en la asamblea local Madrid Zona Sur?
Comencé a venir por ocupar mi tiempo, porque al dejar los estudios tenía mucho tiempo con el que no sabía que hacer. Empecé en Cruz Roja y aquí me hablaron sobre venir aquí con las personas mayores y pensé que me vendría bien. Recuerdo con estas personas lo que hacía con mi abuela y para mí es que ya es como si fueran ellas.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde antes de entrar en el programa a ahora?
Llevo dos meses en el programa. Antes de entrar estaba apático, me daba mucha pereza hacer cualquier cosa y ahora tengo mucho más interés en todo, en los talleres, he aprendido muchas cosas.
De cara a tu futuro profesional, ¿qué te gustaría hacer?
Me gusta mucho dibujar, y por eso me gustaría poder llegar a ser tatuador.
¿Qué ha significado en tu vida entrar en Cruz Roja?
Me llena mucho venir aquí porque es algo que me sale hacerlo de corazón.
Antes de estar en Cruz Roja, ¿en qué invertías tu tiempo? ¿Cómo ven tus amigos que estés aquí?
Estaba todo el día en la calle con mis amigos, bebiendo, fumando. Desde que entré aquí lo estoy dejando, y estoy mucho mejor.
Mis amigos ven como algo positivo que venga a Cruz Roja porque ellos han acabado los estudios y son conscientes de que tengo que hacer algo con mi tiempo. Son ellos quienes me animan a hacer cursos y a seguir.
¿Qué le dirías a alguien que no sabe lo que se hace en Cruz Roja para motivarle a apuntarse a estas iniciativas?
Que venga, es algo que te viene bien. A mí en particular es algo que me encanta, porque disfruto, te lo pasas bien y es mucho más satisfactorio que estar todo el día en la calle.
Pero esta entrevista se quedaría a medias si no hablamos con dos personas encantadoras, la otra parte, en la que Simona y María Antonia nos cuentan qué significa para ellas que Alejandro dedique su tiempo y sus ganas para pasar tiempo junto a ellas. ¡Dentro entrevista!
¿Por qué venís a este programa de mayores?
Simona: Porque el tiempo que estoy aquí es maravilloso. El día que vengo, los martes, son muy felices. Después de venir estoy de muy buen humor. Los días que no vengo me entra mucha pena.
Hace poco me caí y durante una semana tuve que faltar, y fue una semana muy triste. El venir aquí me da la vida.
María: Yo aprendo muchas cosas. Toda la vida he trabajado pero no pude ir mucho a la escuela. Y me hubiera encantado hacerlo, porque leo muchos libros y me gusta mucho todo lo relacionado con la salud y aprender cosas nuevas. En los dos años que llevo viniendo aquí he aprendido muchas cosas gracias a los y las chicas.
¿Qué aprendéis aquí?
María: Cada día cosas distintas. Por ejemplo, ha venido varios días una médica que nos ha enseñado distintas cosas sobre salud y protegernos para la ola de calor. También vienen personas a enseñarnos a utilizar el móvil, o a como prevenir accidentes en casa.
¿Qué os aporta esta experiencia de poder realizar talleres con personas jóvenes?
María: Mucha alegría, porque a mí me gustan mucho los críos, me han gustado siempre. Todos los que han venido me han llenado mucho porque se abren a nosotras y es algo que me sorprende y me alegra mucho, que alguien tan joven sea capaz de abrirse a personas tan mayores como nosotras.
Para ellos es muy importante conocer cómo se hacían las cosas en el pasado. Por ejemplo, una de las excursiones que realizamos fue a una granja escuela y lo pasamos muy bien, ordeñaron vacas, que nunca lo habían visto, se montaron en caballo. Pude ver que las personas jóvenes se amoldan a todo.
A mí me hubiera gustado que mis hijos hubieran tenido esta oportunidad. Hay chicos y chicas muy buenos, pero a veces noto que pierden oportunidades que no tendrían que perder.
Simona: Para mí igual. A nosotras nos llevaron a ver, juntos a los chicos y chicas, los perros adiestrados de la Guardia Civil y lo pasamos muy bien.
¿Qué diferencias veis de cuando vosotras erais jóvenes a los jóvenes de hoy en día?
María: Con 12 años me vine a trabajar a Madrid, en el año 1960. Viendo los días que corren, a mi me gustaría vivir la vida de ellos, envidio esa juventud que yo no he podido tener. Tienen mucha suerte de tener una familia detrás que les respalda que muchas de nosotras no tuvimos.
Simona: Yo tampoco pude vivir esa juventud. Perdí a mi madre muy joven y eso es muy duro.
¿Es ahora la vida más fácil que entonces?
María: Sí, en todos los sentidos. Yo soy la primera que jamás dejaría que mi nieta, con 12 años, hiciera lo mismo que yo y se viniera de Badajoz a Madrid a trabajar sin conocer a nadie. Pero nosotros entonces no teníamos para comer. Hoy los jóvenes pueden estudiar, pueden hacer otra vida, y creo que tienen que valorar más todo ello y aprovecharlo.
Ojala hubiera conocido este programa cuando mis hijos eran pequeños para que pudieran venir igual que vienen ahora los chicos y chicas.
¿Qué ha supuesto la incorporación de Alejandro a estos talleres?
María: Mucha alegría. Cuando dijo que iba a seguir viniendo le preguntamos, ¿pero de verdad? No me lo creía del todo hasta que he visto que sigue viniendo a pasar su tiempo con nosotras.
Tiene unas manos para dibujar que son una maravilla, nos enseña a hacer dibujos y eso me encanta. También nos enseña a utilizar el móvil.
¿Qué importancia tiene que una persona tan joven se preocupe y os ayude y enseñe cosas nuevas?
María: Felicidad. Además no solo está aquí con nosotras sino que, cuando hace falta ,también acompaña, por ejemplo, a Simona a casa, la sube por las escaleras y la ayuda con la ropa y eso es algo que no hacen todos los críos.
Simona: Me lleva hasta mi casa, y le pido ayuda con la ropa o con lo que sea y me ayuda en todo lo que le pido y lo hace con mucho cariño. Yo le echo de menos cuando no está. Vengo muy contenta y para mí esto es tan relax que me quedo ya toda la tarde maravillosamente bien y esperando que llegue otro martes para poder venir.
¿Qué creéis que necesita la juventud para que se involucre más en conocer las cosas de las personas mayores como vosotras?
María: Les tiene que gustar ayudar a las personas, aquí o donde sea. Que salga de ellos hacer las cosas. Y aquí ha habido grupos muy buenos. Creo que a Alejandro le gusta, no sé si por su abuela, pero está claro que le llena, porque si no vienes.
Hoy en día una persona joven no quiere estar con las personas mayores, los chicos y chicas que vienen es porque les gusta, y para nosotras es muy bonito que estén. De hecho, quiero proponer que en lugar de solo un día a la semana vengamos dos, porque venir aquí nos da la vida.
¿Qué creéis que aprende Alejandro de vosotras en estos talleres?
María: Creo que ya lo tiene aprendido gracias a su abuela, que por lo que cuenta ha sido una abuela muy pendiente de él, y él de ella. Yo creo que él ya lo sabe, que le gusta ser amable, ser cariñoso.
Simona: Prueba de ello es que ha seguido viniendo, otros ya lo han dejado pero él sigue.