Eva Gracia supo desde pequeña que quería dedicarse a ayudar a los demás. Estudió Integración Social, más tarde la carrera de Trabajo Social y fue en las prácticas de la universidad donde tuvo su primer contacto con Cruz Roja, en la asamblea de Corredor del Henares Sur, en Torrejón de Ardoz. Le gusta hacer deporte y asegura tener amigos de todas las nacionalidades, algo que la ha ayudado a desenvolverse en diferentes lenguas. Esta compañera salió de la zona de Matadero, en Madrid, para embarcarse en una de las aventuras profesionales más enriquecedoras de su vida: ser delegada internacional en Mozambique.
Hemos podido entrevistarla para que nos contara cómo es Mozambique, cómo llego hasta allí y cómo trabaja Cruz Roja en ese lugar del mundo.

Eva, cuéntanos brevemente quien eres, cuánto tiempo llevas en Cruz Roja y cuál ha sido tu trayectoria hasta llegar a Mozambique

Me llamo Eva Gracia Córdoba, llevo en Cruz Roja desde marzo y soy delegada de desarrollo comunitario en Maputo, Mozambique. Llevo más de cuatro años viviendo en Mozambique, por lo que conozco bastante bien el contexto. He estado en otras zonas del país con otras organizaciones españolas, en Cabo Delgado, en Inhambane… y también tengo experiencia en India, Nicaragua y Perú. Soy trabajadora social y mi experiencia internacional ha sido también en el área de género, aunque he tenido proyectos de todo tipo: salud, agricultura, nutrición, creación de medios de vida, cambio climático… En Mozambique con Cruz Roja llevo solo desde el mes de marzo y llevo proyectos de desarrollo comunitario, de promoción de higiene en 3 mercados locales de Maputo y de prevención de violencia de género. En cuanto a la violencia de género, el trabajo se parece un poco al que se lleva a cabo en España, porque es trabajar con el mecanismo de atención hacia la violencia de género. Se trabaja con la sanidad, la procuraduría, la policía… y la parte de servicio social, para fortalecer ese mecanismo de repuesta de atención, y también se trabaja con las mujeres víctimas de violencia de género.

Cuéntanos cómo se produjo tu llegada a Cruz Roja, ¿Cómo surge esa oportunidad?

Ya estaba en Madrid, había dejado Mozambique hacia unos meses y, en realidad, llevaba años aplicando para Cruz Roja en Mozambique, porque me gustaban mucho los proyectos que llevaba a cabo, pero al final nunca se dio la situación y como dice una compañera de Cruz Roja “a la tercera va la vencida”, y a la tercera entrevista que hice salió la oportunidad para ir a Maputo.

«Los y las habitantes de Mozambique son maravillosas, tienen mucha calidad humana y son muy sensibles. Es un país que vive sobre todo de la agricultura, pero que tiene muchos recursos naturales que han sido descubiertos en los últimos 10/15 años»

Para la mayoría de la gente en España, Mozambique es simplemente un país del tercer mundo. Cuéntanos un poco más de él, ¿Cómo es el contexto socioeconómico del país?

Mozambique es uno de los 10 países más pobres del mundo, pero no es como nos lo imaginamos. En las noticias, lo único que llega de Mozambique es el conflicto que hay en el norte, pero es un país que tiene 3.000 kilómetros de largo, y es precioso, con muchísima naturaleza y playas. Sus habitantes son maravillosos, tienen mucha calidad humana, muy sensibles… yo cuando llego a España pienso “que borde es la gente, que no saluda”. A mí eso me encanta de su población, a lo mejor es la sensación que tengo desde la cultura de la que yo vengo, pero creo que es un país que ofrece mucho y enseña mucho.

No es un país conocido ni explotado, creo que es bastante invisible, pero tiene una situación política complicada. Si lo miramos geopolíticamente, la capital se encuentra en el sur y al lado de Sudáfrica. Es un país que hace frontera con Zambia, con Tanzania, Zimbabue, Sudáfrica,… Hace frontera con muchos países y es muy difícil de gobernar porque, si la capital está en el sur, ¿Qué pasa con los otros lugares? Nos encontramos con un país prácticamente rural, con mucha gente sin identificación… están contados como 30 millones, pero no sabemos la cifra real en realidad. Es un país que vive sobre todo de la agricultura, pero que tiene muchos recursos naturales que han sido descubiertos en los últimos 10/15 años. Tiene rubí, oro, diamante… y también petróleo, y la segunda o tercera bolsa de gas natural más grande del mundo. De ahí el interés que se ha puesto ahora en Mozambique y parte del problema que hay en el norte, que es donde tienen gran parte de estos recursos.

Más allá de que pueda parecer un país violento por lo que ha pasado en los últimos años en el norte, no tiene nada que ver. El conflicto es en una zona muy pequeña en relación con todo el país, y el país en general es súper seguro. Yo, como mujer joven, que incluso en Madrid puedo recibir acoso por la calle, en Mozambique me siento con una gran seguridad. Lo veo un país muy agradable. En temas de género, es uno de los países del África Austral que más tiene trabajado este tema, porque ha tenido grandes líderes mujeres. En la guerra de descolonización, por ejemplo, la mujer de uno de los presidentes, Josina Machel, estuvo luchando en la guerra y es todo un ejemplo para las mujeres. De hecho, a parte del día de la mujer internacional, también se celebra el día de la mujer mozambiqueña y, aunque claramente, al ser uno de los países más pobres del mundo tiene unos niveles educativos bastante bajos, sí que está cuestionado el tema de violencia de género en la sociedad.

«En temas de género, es uno de los países del África Austral que más tiene trabajado este tema, porque ha tenido grandes líderes mujeres.»

 

¿Qué es lo que más te sorprendió de allí? ¿Qué diferencias encontraste entre la vida en Mozambique y en Madrid?

La educación. Pese a que los niveles educativos de allí son mucho peores, me parece gente mucho más educada que la de aquí. A mí una de las cosas que más me llamo la atención es que todos los días me preguntaban qué tal estaba. Aquí en Madrid entras en el autobús y soy de las pocas que saluda al conductor. O si se cae alguien por la calle, puede que nadie le ayude. Madrid tiene mucho que ofrecer, pero aquí somos un poco invisibles. El dar las gracias, pedir las cosas por favor, eso es algo que me pareció muy bonito, más cuando vives en áreas pequeñas. Es algo que me sorprendió muy positivamente.

También me sorprendió su dificultad para decir “no”, hay un miedo a decepcionar. Si pides algo a alguien, como una dirección por ejemplo, que no saben darte, o van a intentar por todos sus medios guiarte o te van a recomendar otros sitios a los que ir. Les cuesta decir que no en general.

¿De dónde te nace esta vena internacional?

Siempre me ha llamado la atención trabajar para las personas, desde primaria. Me acuerdo que iba a un colegio público en Aluche cuando empezó toda la época de la migración en los 90, que aunque en otros países ya llevaba algunas generaciones, a Madrid empezaron a llegar en los años 90. Y ver tanta diversidad e integración en el colegio y que todos nos apoyásemos los unos en los otros me pareció muy bonito, y por eso me viene la vocación. En un principio, quise ser enfermera, pero luego me llamo más el trabajo social. Primero estudié integración social y estuve un año de prácticas con personas migrantes, y me gustó muchísimo, y después en la carrera, en mi universidad tenían voluntariados internacionales, y ahí fue cuando empezó todo. Yo no había vivido antes en el extranjero,  y empecé a viajar a nivel internacional con 18 años queriendo conocer otros lugares y seguir viendo otras realidades. Aunque antes de irme a cualquier lugar, yo ya había estado colaborando con varias entidades de acción social en España. Como voluntaria, como becaria, monitora de ocio y tiempo libre… siempre ha sido lo que le daba sentido a mi vida.

«Actualmente los proyectos en los que trabajamos en Cruz Roja son de desarrollo, principalmente de promoción de la higiene en los mercados locales.»

¿Cuál es la acción de Cruz Roja Española en Mozambique?

El trabajo de Cruz Roja es fortalecer el trabajo de la sociedad nacional, de la Cruz Roja Mozambiqueña. Dependiendo del país, puede llevar proyectos o de desarrollo o de emergencia o ayuda humanitaria. En el caso de Mozambique, ahora trabajamos en temas de desarrollo, porque no se trabaja en la zona norte de conflicto ni hemos tenido ningún ciclón, pero cuando hay ciclones como, por ejemplo, el ciclón Idai, se estuvo también apoyando. Actualmente los proyectos son de desarrollo, principalmente de promoción de la higiene en los mercados locales, como el proyecto en el que yo colaboro, y también hay un proyecto relacionado con la Covid, para todo el apoyo a la atención de la Covid-19, aunque de eso no te puedo hablar mucho porque lo llevan mis compañeras. Hay también de violencia de género tanto en la provincia del Inhambane como en Maputo.

«Mi misión no es solo cumplir con lo que te pide un financiador, si no ver que las personas que lo están haciendo están aprendiendo con ello.»

La labor de un delegado internacional, en este caso, en proyectos de desarrollo comunitario, ¿Cómo es? ¿Qué es lo que haces en el día a día?

Lo que más hago es fortalecimiento de capacidades y coordinarme con instituciones. Un delegado es como si estuviese arriba de la coordinación. Están las personas técnicas de proyecto, que son de Cruz Roja Mozambique y están las coordinadoras de proyecto, y yo soy como la que revisa todo para ver si se está haciendo bien, contactando con diferentes empresas con las que colaboramos, o con gente de Cruz Roja mozambiqueña e intentando que todo salga y, sobre todo, que aprendan. Mi misión no es solo cumplir con lo que te pide un financiador, si no ver que las personas que lo están haciendo están aprendiendo con ello. Ya no solo estamos ofreciendo lo que se ha dicho que vamos a ofrecer a las personas destinatarias de un proyecto, sino que también esas técnicas coordinadoras están aprendiendo a hacer mejores informes, viendo las investigaciones que llevan a cabo…

 

Hablando con Guillermo y María, delegados internacionales en otros países, nos decían que ellos no son los que bajan a terreno por cuestiones de seguridad. ¿Cómo es en tu caso? ¿Y cómo es la relación con la Cruz Roja Mozambiqueña para desarrollar los proyectos que tenéis?

Yo trabajo en una capital, entonces yo bajo a terreno todas las semanas. Estoy en los mercados, porque allí es seguro ir, y prefiero ir porque me gusta conocer a la gente con la que trabajo. Trabajar en una ciudad es mucho más accesible, yo trabajo con el Centro de Servicios Sociales , con el Centro de Atención Integral a la violencia contra los hombres y las mujeres, porque en Mozambique se trata para ambos. Yo voy al centro a hablar con la médica o con la psicóloga, voy a visitar los mercados… para mi es normal.

«Nuestra relación con la Cruz Roja Mozambiqueña es de constante coordinación, para mí son el mismo equipo de trabajo, estamos todos los días en contacto.»

 

¿Cómo es la estructura de Cruz Roja Española en Mozambique a nivel de delegados?

Somos solo 3, ahora va a venir otro delegado, y somos de España y de Portugal. Actualmente creo hay cuatro proyectos, uno en Inhambane en temas de violencia de género y otros tres en Maputo, de covid, violencia de género y de higiene en los mercados locales. Hay una persona que es delegada internacional que coordina todo, que también es delegada administradora y tres delegados comunitarios.

 

¿Cómo es la relación con otras entidades sociales que también estén en la región?

Desde los proyectos que yo llevo no somos socios de ninguna organización, aunque si participamos con algunas organizaciones e instituciones y hay muy buena relación. Lo bueno que tiene Cruz Roja es que tiene mucho nombre y mucha presencia, entonces tenemos muy buena aceptación en general. Y eso es gracias al trabajo que se lleva haciendo tantísimos años a nivel mundial. Tenemos una buena presencia social.

 

¿Cómo ves que es la respuesta de la gente de allí respecto a vuestra presencia?

En mi caso, me gusta mucho preguntar a la gente que es lo que quiere, no me gusta imponer. Y eso pasa, porque a lo mejor en España lo mejor es el hacer una cosa, pero allí no. Está bien preguntar a la gente que es lo que quiere, porque además te ayuda a conocer la cultura. Yo tengo facilidades en el tema de la comunicación y de la cultura al llevar cuatro años allí. Ya sé muchas maneras de comunicarme que tengo metidas en mi código de comunicación, eso me facilita todo a la hora de hablar con las personas, y eso hace que te reciban muy bien. Por ello, en mi caso no he tenido ningún problema respecto a eso.

 

Dentro de esta experiencia, ¿Qué es lo más bonito que has vivido allí y cuál ha sido la situación más difícil a la que te has tenido que enfrentar?

Situaciones difíciles yo creo que son siempre los protocolos. O temas de visados, que son muy difíciles. Protocolos de cosas administrativas, porque allí funciona todo muy despacio y suelen haber muchos problemas. Aunque es solo tener paciencia y te vuelves muy positiva. Lo más bonito ha sido conocer a todas las personas que forman parte del proyecto y conocer cómo funciona todo. No podría elegir un momento porque ha habido muchos.

 

¿Qué echas de menos de España?

La luz, en Mozambique anochece muy pronto. No le sacaría ningún ‘pero’ a Mozambique, pero lo que no me gusta es que anochezca tan pronto. Por otro lado, empiezo el día muy pronto, asique lo aprovecho.

 

¿Te volveremos a ver algún día por España?

Claro que sí, a mí me encanta España, lo que pasa es que Mozambique también enamora. Yo creo que lo bonito es conocer culturas y respetarlas, pero yo no huyo de España. A mí me encanta mi origen y siempre volveré, y no descarto volver a vivir en España.

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