La Organización Mundial de la Salud (OMS), denomina ‘Fatiga Pandémica’ al conjunto de sensaciones y emociones experimentadas por la pandemia del COVID-19, junto a la reacción de las personas ante la prolongación de la crisis sanitaria, así como a las prolongadas medidas y restricciones generadas por la pandemia.
Durante el último año, la población mundial ha pasado por diferentes situaciones que han generado emociones ante la prolongación de la crisis sanitaria como el miedo, la rabia y la tristeza.
Tres emociones que nos producen angustia, preocupación ante el estrés mantenido durante este largo período de tiempo y la sensación de que hagamos lo que hagamos estamos “sentenciados a padecerla” (sentimiento de Indefensión aprendida) .
Se trata de una fatiga real, generada por el constante estado de alerta en que vivimos, que produce una desmotivación para asumir las conductas de protección recomendadas.
Todos los cambios que han llegado a nuestras vidas como consecuencia de la COVID-19, en lo familiar, laboral, social y económico han requerido una rápida adaptación y aceptación, generándose un aumento del estrés y de la ansiedad a lo largo del tiempo y terminando por generar agotamiento físico y mental sin poder llegar a regular las emociones y afectando por tanto a nuestra salud física y psicológica.
Medidas necesarias para el cuidado de la Salud
En este sentido, algunas de las medidas necesarias para el cuidado de nuestra salud son las siguientes: uso de mascarillas; lavado de manos; utilización de gel hidroalcohólico; mantener la distancia; prohibición de reuniones sociales, etc.
Las medidas necesarias generadas para el cuidado de la salud de las personas, terminan generando un agotamiento caracterizado principalmente por: tristeza y depresión; ansiedad y angustia; apatía; estrés; desmotivación; profundo cansancio físico y mental o falta de energía.
En el intento por adaptarse a estas nuevas situaciones y sensaciones, nuestro organismo puede experimentar algunos síntomas físicos como son trastornos del sueño y la alimentación; cefaleas, dolor de espalda, estómago; y sensaciones de cansancio o agotamiento, generando emociones como el miedo, la frustración, etc.
Del mismo modo podemos experimentar la sensación de pérdida del sentido de la vida con pensamientos negativos sobre la vida y de que “ahora ya nada tiene sentido”.
Los síntomas de angustia y apatía aparecen por las limitaciones que nos impiden realizar ciertas actividades agradables que antes realizábamos, tales como reunirnos con amigos y darles un abrazo, participar en celebraciones y poder visitar a las personas enfermas.
En este contexto, las personas terminan agobiadas (asfixia) por las rutinas que implican mantenerse a salvo y prevenir el contagio. Se produce con ello el cansancio ante estas conductas repetitivas, lo que conduce a que las personas relajen las medidas de prevención aun sabiendo que son necesarias, lo que conlleva una mayor exposición a conductas de riesgo y un incremento de la probabilidad de contagio.
Ante estas situaciones de riesgo debemos estar alerta, ya que las emociones generadas por el agotamiento y la irritabilidad alteran nuestro comportamiento, generando conductas de riesgo y afectando nuestra capacidad de control, concentración y focalización, poniéndonos con ello en peligro no sólo nosotros y nosotras mismas sino también a las personas de nuestro entorno.
“La “fatiga pandémica” es la sensación que experimenta la persona de estar ‘quemada’ de todo lo que supone la pandemia COVID-19; es la desesperanza (indefensión aprendida), la sensación de que haga lo que haga nada podré conseguir porque nada está bajo mi control. Ya estamos pagando un alto precio y generando pensamientos tales como ‘esto no va a terminar nunca’ o ‘cada vez es y será peor’”, apunta Mar Echenique, psicóloga de Cruz Roja.
Recomendaciones ante la fatiga pandémica
- Debido a que nuestras vidas han cambiado por completo, debemos ser conscientes y reconocer cuando debemos pedir ayuda psicológica.
- Reconocer que los sentimientos ante esta nueva situación son naturales y normales, (ante una situación anormal, todo lo que ocurre es normal).
- Cuidar nuestro cuerpo mediante alguna actividad física.
- Procurar dormir de 7 a 8 horas diarias.
- Cuidar nuestra alimentación, nuestro descanso y nuestro aseo personal.
- Seleccionar las noticias y la fuente que decidimos escuchar.
- Establecer rutinas de bienestar como practicar diariamente relajación.
- Compartir anécdotas agradables.
- Recrearnos con las cosas sencillas.
- Valorar las cosas buenas cuando las tenemos.
- Pensar que cuando sucede algo desagradable, no solamente nos sucede a nosotros y nosotras, sino que es el resultado de la situación que se vive actualmente.
- Aceptar que nuestra vida ha cambiado y no tiene que ser necesariamente para mal.
- Mantener diariamente el contacto con nuestros seres queridos, realizar actividades y nuevas rutinas que nos permitan disfrutar junto a ellos.
- Mantener el contacto con personas que nos aporten bienestar a nivel mental, físico y espiritual.
- Tratar de pensar de manera objetiva, pensando que los cuidados que llevamos actualmente son necesarios, sin juzgar si nos gustan o no.
- Mantener hábitos y rutinas que incluyan la realización de actividades agradables.
- Recurrir a otras personas cuando se sienta la desesperanza acusada.
“Además de los cuidados mencionados, debemos esforzarnos por conocernos más y mejor a nosotros y nosotras mismas; el autoconocimiento personal nos permitirá actuar de forma más inteligente y no hará más capaces de afrontar las adversidades que se nos presentan, a la vez que nos dará mayor resiliencia y capacidad de adaptación ante las circunstancias adversas que van surgiendo”, concluye Mar Echenique.
Cruz Roja ‘Te Escucha’
Ante esta situación, Cruz Roja cuenta con el servicio de apoyo psicosocial ‘Te Escucha’, un servicio de atención telefónica gratuita (900 107 917) para ofrecer apoyo y acompañamiento psicosocial a todas las personas y especialmente a aquellas que, por sus circunstancias de enfermedad, soledad, edad avanzada, pérdida de empleo, diversidad funcional o falta de vivienda, entre otras, se vean doblemente afectadas por esta crisis sanitaria.
El equipo de Cruz Roja ‘Te Escucha’ proporciona una escucha activa a las personas que contactan con el servicio con el objetivo de aliviar el malestar y el sufrimiento. Además, en muchos casos, se lleva a cabo una intervención psicológica periódica para proporcionar pautas y herramientas a las personas que les permitan afrontar con éxito la situación que están sufriendo (duelo, aislamiento, estrés agudo, depresión o bajo estado de ánimo…).
El teléfono de Cruz Roja ‘Te Escucha’ (900 107 917) está atendido en un primer nivel por 50 personas trabajadoras y voluntarias de Cruz Roja, especialistas en apoyo y acompañamiento psicosocial. Y hay un nivel más especializado, al que se derivan los casos o situaciones más complejas y que está formado por personas profesionales de la psicología que forman parte de la Organización, especialistas en diferentes ámbitos de la atención psicológica (duelo, crisis y emergencias, colectivos vulnerables, infancia y adolescencia, clínica…), para que las personas que lo necesiten puedan recibir desde el primer momento la intervención adecuada ante las difíciles situaciones que están viviendo.
Además, se ha creado recientemente un tercer nivel de atención para prestar acompañamiento telefónico periódico a aquellas personas que sufren situaciones de soledad no deseada.