Bernardo Jesús Ruíz, de 32 años, comenzó en el mundo del voluntariado hace años en su pueblo, Martos, Jaén, a través de Cáritas. De ahí dio un salto de varios miles de kilómetros y pasó a ser voluntario en un país del que no conocía el idioma, Polonia. Allí pasó tres años trabajando con personas mayores, a las que ayudaba en su estimulación cognitiva y física, mientras aprendía los entresijos del polaco.
De regreso a Jaén, Bernardo quiso seguir ayudando y buscó un voluntariado que pudiera hacerse desde su pueblo y Cruz Roja de la Comunidad de Madrid se lo ofreció. Desde mayo, Bernardo, que es psicólogo social de formación, dirige un taller de habilidades sociales a distancia dentro del proyecto “Educación de calle”. El taller está orientado a jóvenes migrantes tutelados y tiene como objetivo ayudarles a desarrollar empatía y a relacionarse con las demás personas en una sociedad, la española, bastante diferente a la que estos chicos y chicas dejaron atrás.
Aunque el taller es a distancia, lo que a priori podría suponer una dificultad, para Bernardo no lo es: «Estamos todos/as muy contentos/as con el funcionamiento de los talleres. Los/as chicos y chicas participan mucho, y no suelen faltar a clase”. Bernardo piensa que es mejor ofrecer un taller a distancia que no ofrecerles nada. Además, cuenta con la ayuda de un traductor, quien sí está físicamente junto a las personas participantes, y le ayuda en su tarea.
Bernardo cree que talleres como este, a distancia, no son muy habituales, es más, sólo Cruz Roja le ofreció esta posibilidad, pero tienen mucho potencial, porque “el trabajo de una sola persona voluntaria puede llegar a un gran número de personas, sin limitaciones geográficas. Pero no todas las ONG disponen de los medios técnicos ni de la predisposición a probar nuevas vías de voluntariado”.
Bernardo piensa que todas las personas que asisten a su taller no son los únicos beneficiados. A él, el voluntariado también le ha aportado mucho, desde aprender a planificarse y gestionar el tiempo hasta trabajar en equipo. Y, sobre todo, le ha dado la satisfacción de saber que está ayudando a otros, unas veces cara a cara y otras, como ahora, a través de una pantalla. Pero al final lo importante, piensa Bernardo, es ayudar.