Para Cruz Roja la lucha por el entorno y la preservación del medio ambiente frente al cambio climático es de vital importancia. Desde los diferentes proyectos y respuestas del área de Medio ambiente se sensibiliza a la población en hábitos para poder frenar la deriva y el desgaste medioambiental que sufre nuestro planeta. Poner medidas y aliarse con otros protagonistas es clave para el futuro. Por eso Cruz Roja se ha aliado con la Fundación Zurich y poner en marcha un proyecto internacional que tiene repercusión en dos ciudades españolas: Madrid y Valencia. Y aquí es donde aparece nuestra protagonista de hoy, Ana Merenciano, nuestra nueva técnica de Resiliencia Comunitaria ante Emergencias Climáticas en la asamblea local de Madrid y la encargada de poner en marcha un proyecto innovador que supone un gran reto para la lucha contra el cambio climático en materia de la ola de calor. Ana es tenaz, responsable y muy enfocada en sus objetivos. Características que sin duda la van a ayudar para afrontar el desafío que tiene por delante. De todo esto hemos querido hablar con ella en la siguiente entrevista.

 Cuéntanos, ¿quién es Ana?

Ana.- Soy una chica de Valencia, que vengo de la Cruz Roja Valenciana y llevo casi 4 meses en Madrid. Soy una persona que, de algún modo, diría que es idealista, con fuertes valores, que es en parte lo que me ha traído a Cruz Roja, con afán de superación, de retos nuevos, que es también lo que me ha llevado al final a este proyecto en concreto. Y, actualmente, estoy muy ilusionada de estar donde estoy. Me siento muy realizada.

¿Qué estudiaste, qué formación te ha permitido poder relacionarte y trabajar actualmente con el medioambiente?

Ana.- Estudié el Grado de Geografía y Medioambiente en la Universidad de Valencia. Me especialicé en la restauración de ecosistemas en un máster interuniversitario desde la Universidad de Alcalá, por lo que ya estuve viviendo en Madrid unos años debido a mis estudios. Luego me he ido formando en cambio climático, en cooperación internacional, en parte en Cruz Roja también, y de ahí vienen mis conocimientos e interés por el medioambiente, la gestión ambiental y, concretamente, relacionando todo esto con la cooperación internacional, que es algo que siempre me ha llamado la atención y me ha acercado a Cruz roja, especialmente al principio.

¿Cuál ha sido tu relación con Cruz Roja?

Ana.-  Pues mi primer contacto fue por el año 2013/ 2014, cuando estaba terminando el grado. Para entonces ya tenía amistades que eran voluntarias y voluntarios en Cruz Roja, tanto en Valencia como en Madrid, y por quienes sentía una gran admiración. Estaban en Socorros y Emergencias y yo los veía y decía “yo no podría hacer lo que hace esta gente”. Ahí sentí ese acercamiento con Cruz Roja y empecé a hacer estudios y formaciones en cambio climático desde Cooperación Internacional.

Después de eso, terminé la carrera y estuve ya trabajando. He trabajado sobre todo la parte de técnica de educación ambiental de diferentes entidades de la Comunidad Valenciana y Murcia. He estado también mucho en contacto con el mundo académico. Empecé hace unos años un doctorado con la Universidad de Alicante relacionado con medioambiente y biodiversidad, pero ahora mismo lo he parado este año para dedicarme al proyecto a tope. He estado también en la Junta de la Comunidad valenciana del Colegio de Geógrafos como vicepresidenta. Todo esto antes de entrar en Cruz Roja.

Con Cruz Roja, además de la simpatía que sentía y lo mucho que me llamaba la atención las cosas que hacía, fue a raíz de la pandemia, que tanto se escuchaba a Cruz Roja en temas de colaboración, ayuda en COVID… También más tarde con la crisis de Ucrania, cuando me sentí más identificada.

En la pandemia sufrí algunos cambios laborales de reubicación, volví a Valencia, a un pueblo, y pensé, “¿cómo puedo conocer al pueblo, a sus vecinos, de una forma más colaborativa?”, y ahí es cuando se me ocurrió ser voluntaria de Cruz Roja. Ya era socia previamente y empecé a ser voluntaria en Enrédate Personas Mayores y en Medioambiente, que eran los ámbitos en los que creía que podía aportar más por mis conocimientos. Al poco tiempo de eso hubo una baja de la técnica de medioambiente en mi asamblea y me presenté, y ahí empecé también el contacto con el mundo laboral. Fue una experiencia, genial, maravillosa, de la que guardo unos recuerdos geniales con el trabajo en sí, con la gente, con las voluntarias, compañeros… A los pocos meses, cuando terminé allí, empecé en teleasistencia como técnica y, a los meses, volvió a haber una plaza de técnico de medioambiente, así que volví otra vez a la parte medioambiental. En los dos primeros puestos de medioambiente y teleasistencia estaba en la Oficina Provincial de Valencia y en el tercero en la Asamblea Local de Valencia. Fue allí donde salió la oportunidad de este nuevo proyecto en Madrid y bueno, me fui de cabeza.

¿Qué te atraía de esa oportunidad de venirte aquí a Madrid? ¿Por qué decidiste hacerlo?

Ana.- Bueno, lo primero fue que como ya tenía esa familiaridad con Madrid de haber estadio viviendo antes no me daba tanto miedo y, por supuesto, nunca he tenido miedo a los cambios. Además, el proyecto en sí me atraía mucho. Primero por la relación que tiene con el medioambiente, la parte de cambio climático. Es muy multidisciplinar, toca socorros y emergencia, que también me atrae, toca la parte de cooperación internacional, y el hecho de que sea un proyecto bastante novedoso, original y nuevo. Es un proyecto que, prácticamente, está empezando de cero y poder participar en un proyecto desde sus inicios, viendo lo que me podía aportar a la experiencia, me parece una oportunidad preciosa para crecer, y sobre todo en Cruz Roja, donde me encantaría hacer trayectoria.

¿Cuál es tu huella, tu marca personal, aquello que vas dejando en cada proyecto por el que pasas? los que pasas?

Ana.- Sobre todo, destacaría dos valores: la constancia, que me parece imprescindible a la hora de desarrollar un proyecto, tanto de mis objetivos personales como profesionales. Y también la empatía. Cuando trabajas en Cruz Roja se vuelve fundamental, tanto por el tarto con personas vulnerables, como en la gestión de equipos de voluntariados. Tienes que ser muy empático, tener una escucha muy activa, entender las necesidades de la población a la que dirigimos el proyecto y, por otra parte, con los propios voluntarios para saber dinamizarlos y mantenerlos contentos y activos en el proyecto implicado.

P: Cuéntanos acerca de este proyecto de medio ambiente de resiliencia comunitaria ante emergencias climáticas con la alianza de Fundación Zurich.  En qué consiste, cómo se inicia, en qué estado está y cuál es la participación de Cruz Roja Madrid.

Ana.- Remontándonos a los inicios, el proyecto como tal empieza en 2023. Ya tiene un precedente del año 2013, cuando la Z Zurich Foundation junto con la Federación Internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja se unieron para llevar diferentes proyectos a nivel internacional en diferentes ámbitos, sobre todo del perfil de población vulnerable en ámbitos rurales de otras partes del mundo para hacerlas más resilientes frente a eventos climatológicos extremos. En los inicios, año 2013, se centró más en inundaciones y en poblaciones rurales como, por ejemplo, un poblado de favelas en Colombia en la ladera de una montaña que ha sido deforestada y cuando llega la lluvia se lleva por delante estas casas porque ya no hay arbolado que pare las corrientes. También hacer que las personas estén más preparadas, más prevenidas. Tanto en su formación y en la capacitación de las poblaciones, como en la colaboración con la administración local para que, por ejemplo, se hagan salidas de emergencia, es decir, estén más preparados. Desde el 2023, este tipo de proyecto se ha empezado por primera vez a hacer en barrios urbanos, donde se ha detectado que las poblaciones pueden ser más vulnerables frente a determinados eventos climatológicos. Y es en estos lugares donde se han empezado a implementar en España. En nuestro caso, por ejemplo, en Valencia, con olas de calor e inundaciones, y en el caso de Madrid sobre todo con olas de calor.

Se han elegido dos barrios de Madrid: Vistalegre y San Cristóbal. Se han elegido estos barrios, principalmente, por las características que los hacen vulnerables y que no son las mismas en ambos lugares. En Vistalegre, por ejemplo, destaca una infraestructura verde escasa, que ayudan a mitigar el calor en estas olas de calor y superficies permeables cuando hay una inundación. También hay viviendas, al igual que pasa en San Cristóbal, muy antiguas, de entre los años 50 y 60, que no están bien adaptadas al clima. Población muy vulnerable. En el caso de Vistalegre sobre todo encontramos nacionalidad española envejecida y una nueva población inmigrante que lleva poco tiempo y que, económicamente, es más vulnerable. En la parte de San Cristóbal la situación de vulnerabilidad es aún más palpable, es el barrio con menos renta de Madrid. La infraestructura verde está mejor, de hecho, es uno de los barrios con más parques y zonas verdes de Madrid, lo que permite mitigar el calor durante las olas y absorber el agua en inundaciones. Pero la calidad de la vivienda es aún peor, se construyeron como algo puntual para los trabajadores del ferrocarril y, al final, se han ido manteniendo a lo largo del tiempo. Ha habido pequeñas mejoras, pero muy deficientes a día de hoy. La población, en tema de renta, es muy vulnerable socioeconómicamente. Hay mucha población de origen extranjero y una población nacional muy envejecida.

¿Qué papel hace Cruz Roja en la Comunidad de MADRID, ¿qué se espera conseguir con este proyecto? ¿Cuáles son los objetivos?

Ana.- Conseguir que los barrios sean más resilientes ante una emergencia climatológica, especialmente frente a una ola de calor. El título del proyecto es: Resiliencia comunitaria frente a emergencias climatológicas y ahí es donde queremos llegar. Este proyecto tiene previsto acabar el 31 de diciembre de 2025. Ahora mismo, el punto en el que estamos es terminando la línea de base. Hemos hecho la foto, digamos, del estado actual de los barrios, sus características socioeconómicas, las características urbanísticas, la infraestructura verde, las viviendas, la impermeabilidad del suelo, los centros de salud que tenemos o no, los centros comerciales que tenemos o no.

Sabiendo esto vamos a mejorar la línea de acción que vamos a tener desde ahora. Dentro de dos años haremos otra medición y, tras ella, vamos a comprobar si hemos conseguido que en estos dos años la resiliencia mejore, si la población ha estado más preparada, si se han aguantado mejor las olas de calor, si los vecinos tienen más conciencia, si ha servido para tener en cuenta puntos a mejorar de nuevas alianzas con el ayuntamiento o la administración, etc. Cobra un papel importante la Z Zurich Foundation en el estudio comparativo porque ellos aportan una herramienta el CRMC, que es el medidor de resiliencia. Lo que estamos utilizando ahora para medir la resiliencia que existe es esta foto actual y su comparativa con la de dentro de dos años para ver si tenemos otros datos.

Este es un proyecto que implica estar mucho con la gente, ¿no?

Ana.- Sí, es muy importante estar en contacto con la gente. Además, estoy en contacto con las entidades del barrio, con las diferentes mesas comunitarias sociales, de salud, con las diferentes entidades que llevan tiempo trabajando en estos barrios. Buscamos identificar la forma de ver, la percepción que tiene la gente, los conocimientos que tienen y llegar mejor a ellos.

«Estoy en contacto con las entidades del barrio, con las diferentes mesas comunitarias sociales, de salud, con las diferentes entidades que llevan tiempo trabajando en estos barrios.»

¿Cuál es el punto en el que estamos ahora mismo del proyecto?

Ana.-  Ahora mismo estamos en el diagnóstico de la línea de base. Ya hemos recogido datos y estamos haciendo el análisis mientras empezamos a enfocar determinadas acciones. Hemos empezado a hacer jornadas de calle para dar a conocer el proyecto, empezar a concienciar a la población, sobre el cambio climático, que es indudable, y los problemas que nos puede generar a nosotros de manera individual. También cuando viene una ola de calor o inundaciones. Al mismo tiempo, estamos haciendo charlas con los centros de mayores con los que Cruz Roja tenía previamente contacto, tanto para personal laboral como para los usuarios y usuarias, para que empiecen a estar ya preparados, porque no podemos esperarnos a que sea verano para actuar entonces. Este proyecto consiste en crear resiliencia, lo que requiere de tiempo, y estamos empezando a mover eso. Cómo actuar frente a una ola de calor, cómo prepararnos, cómo preparar nuestra casa, cómo identificar un golpe de calor. Eso estamos hablando en los centros de mayores y en los diferentes talleres.

«Este proyecto consiste en crear resiliencia, lo que requiere de tiempo, y estamos empezando a mover eso.»

¿Cómo está siendo el contacto con la gente de estos barrios? Reacciones, primeros momentos.

R: Por una parte, es bonito tener el contacto con esa gente. Ves cómo la gente en general está muy concienciada. No me he encontrado a nadie que diga que el cambio climático no existe o que no da problemas. Y eso es positivo. Si falta, y hay un problema, especialmente identificado en San Cristóbal y es que hay gente tan vulnerable que cuando les dices de ayudarles en lo respectivo al cambio climático te dicen “yo necesito ayuda con comida, necesito una ayuda más básica”.  Ven el proyecto como algo más abstracto. Pero bueno, al final tenemos muchas líneas de actuación con ellos que sí van a recibir muy bien. Ya no solo capacitaciones y formaciones, hay una línea más material en línea con el ahorro doméstico, entregas de kits de ahorro, ventiladores, ayuda con pagos de suministros eléctricos, ayudas con pequeñas rehabilitaciones del hogar… y es algo que pueden percibir y que espero que nos ayuden a llegar bien a ellos.

«Es bonito tener el contacto con esa gente. Ves cómo la gente en general está muy concienciada.»

Este proyecto viene a dar un salto de calidad, en el sentido de poner la mano en la mesa y decir “Cruz Roja apuesta por el medioambiente”, ¿no?

Ana.-  Por supuesto, Cruz Roja colabora con el medioambiente, pero tener un proyecto muy enfocado a emergencias climáticas, al cambio climático, hacía falta, había que materializarlo. Hace tiempo que ya se venía teniendo en cuenta por otros proyectos que se han hecho, como neutralidad climática en nuestras instalaciones y tal. Pero tener la posibilidad de desarrollar este proyecto aparte es algo muy positivo.

«Tener un proyecto muy enfocado a emergencias climáticas, al cambio climático, hacía falta, había que materializarlo.»

Cuando hablas en plural entiendo que es porque tienes un equipo contigo. Cuéntanos como es esa estructura.

Ana.-  Tengo mi equipo de voluntariado, maravillosos y maravillosas, muy implicados. Tenemos diferentes perfiles, algo que me pone muy contenta. Tenemos perfiles académicos que se han dedicado mucho a la investigación y están trabajando ahora en la línea de base. Personas más dinámicas a la hora de hacer las encuestas que tenemos que hacer, personas que saben hacer talleres, que saben hablar al público y transmitir conocimiento, perfil de trabajadores sociales también. Entonces, estoy muy contenta porque cada uno puede encontrar su papel dentro del proyecto. En total somos 26, once de ellos activos todas las semanas.

¿Cuál es tu reto, tu propósito en el proyecto este año 2024?

Ana.- En este proyecto llevo 3 meses y medio. Quiero cumplir todos mis objetivos de llegar a toda la población del barrio, la población objetivo, ya no solo para que conozcan el proyecto sino para impactar en ellos. Ver el año siguiente un cambio de actitudes, ver las entidades y los medios que disponemos para que les sea útil. El principal objetivo es llegar a ellos, que empiece a haber un cambio, que las entidades y la administración también se interesen. Ver esas alianzas y que las cosas se materialicen.

Háblanos de ti. De ese cambio de Cruz Roja Valencia a Cruz Roja Madrid, ¿cómo lo estás viviendo?

Ana.- Al principio muy desubicada porque la estructura de Cruz Roja Madrid y Cruz Roja Valencia es muy distinta, en parte porque la Comunidad Valenciana va por provincias, y aquí solo hay una en la que está todo en uno. Y ya en sí, Madrid como ciudad, Madrid local, es grande y la asamblea está dividida. En Valencia esa división no existe.

Por lo demás genial, me siento super acogida por mis compañeras y compañeros de la oficina. Estoy en Mineros, en Carabanchel.

¿Cómo ha sido el recibimiento en la asamblea?

Ana.- Maravilloso, la gente se ha mostrado con mucha curiosidad también en la asamblea. Al principio sobre todo notaba a la gente con mucha expectación. Se trataba de un proyecto nuevo del que no se había oído hablar, entonces muy bien.

¿Hay mucho cambio respecto a Valencia?

Ana.- Sí, pero no puedo comparar porque en Valencia estaba en proyectos que ya estaban rodando, que tenían años, y aquí entro en un proyecto que es nuevo, de cero. Y creo que ahí es donde se nota la mayor diferencia.

¿Qué está siendo lo más bonito y, por el contrario, también, lo más complicado?

Ana.- Lo más bonito diría que la respuesta de la gente, en general, tanto a nivel de voluntariado, que se han involucrado un montón, como a nivel de barrio y entidades. Hemos tenido que hacer entrevistas de informantes clave, casi 300 encuestas a población, grupos focales, invitando a entidades sociales del barrio, a administración pública y a equipos sociales de emergencia. También era algo que no sabía si esto llegaría, si la gente lo rechazaría, y he tenido un buen recibimiento y he conseguido llegar tanto a la población como a las entidades locales.

Lo más complicado, quizás, también el principio. Pero por la incertidumbre de lo que iba a suceder y por encontrar las vías para hacer posible este proyecto. Por tanto, el principio ha sido lo más bonito y lo más complicado.

 ¿Y qué significa para ti pertenecer a Cruz Roja?

Ana.- Para mí, como te decía al principio, que soy una persona con fuertes valores, idealista, pertenecer a Cruz Roja, que es una entidad global, un faro de esperanza y solidaridad que ha ayudado a millones de personas en todo el mundo, es algo que siento que me hace crecer como persona y con lo que me siento realizada y en sintonía con sus valores.

De los 7 principios fundamentales que tiene CR, ¿con cuál te identificas más?

R: Es difícil elegir, pero yo creo que tengo dos que son principales, tanto para mí como para el proyecto: Humanidad y Unidad. Humanidad creo que es un pilar fundamental de Cruz Roja, lo básico, que está en línea a la preservación de los Derechos Humanos, los derechos de las personas vulnerables y reducir desigualdades e injusticias. Y unidad en muchos niveles. Por un lado, a la hora de trabajar, de coordinarse, porque creo que es importante sentir esa unidad y, por otro, también en los barrios en los que trabajamos, crear redes.

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