Después de varios años, nuestro compañero Felipe Martín deja su puesto en Cruz Roja en la Comunidad de Madrid como trabajador social  para embarcarse en una nueva aventura profesional. Se marcha a Cruz Roja en Sevilla por un motivo personal: poder pasar más tiempo junto a su hijo. Está emocionado por lo que llega, triste por lo que deja atrás, contento por todo lo que ha vivido con todos nosotros y nosotras, y esperanzado, porque asegura que está preparado para lo que venga por delante en la familia de Cruz Roja.

¿Quién es Felipe y qué labor has desempeñado en Cruz Roja en la Comunidad de Madrid?

Desde octubre de 2017 y hasta hace unos días, estaba en el Centro de Tratamiento de Adicciones Centro de Cruz Roja, como Trabajador Social. Mis inicios en Cruz Roja fueron en Captación de Fondos, en abril de 2016, en Colmenar Viejo y Tres Cantos. A los pocos meses de comenzar, me llamaron para hacer una suplencia en Vallecas, de apenas unos días, pero que me vino muy bien como «training» para mi trabajo posterior, que ha sido a partir de entonces en el área de Intervención Social.

Al acabar la suplencia, encadené con otra en Getafe en Atención urgente a necesidades básicas y en el proyecto de Mayores, que duró algo más de un año. Aquí en Getafe adquirí una visión más global de la organización, porque al ser una Local, están todos los proyectos y los compañeros y compañeras hacen un trabajo en red fantástico. Fue una experiencia muy positiva. Participé mucho en coordinación con el programa de Empleo y con CRJ, que tenía el proyecto de Infancia hospitalizada.

Al terminar en Getafe, me incorporé a otra baja en el CTA Centro que iba a ser en principio de un par de semanas o 20 días como mucho y al final he estado 2 años y 4 meses (risas). Es el proyecto que más me ha gustado. Yo venía sin haber tratado nunca tema de Adicciones ni drogas y me tuve que adaptar rápido a muchas circunstancias: ponerme al día, formarme, leer,etc.  Era un poco reticente al principio, pero al final,  la experiencia ha sido hiper positiva. Es un trabajo duro, sí, pero cuando sale adelante y ves la evolución de una persona en situación de calle, que bebe unos 10 litros de cerveza al día y tiene un expediente en blanco, o sin recursos económicos, es muy gratificante. Es muy bonito el vínculo y la relación con los participantes, lo que aprendes de ellos. Ha sido un trabajo sorprendente. Me deja muchos recuerdos, personas y experiencias.

 

Y con lo bien y lo contento que estabas aquí en Madrid y en el proyecto, ¿por qué se produce tu salida?

Mi salida se produce por motivos personales. A nivel laboral estaba super contento, disfrutando del proyecto, y para mí cada día ir a trabajar era un motivo de felicidad. El problema es que tengo un hijo de 7 años que vive en un pueblo de Sevilla. Esta circunstancia hace que lo vea cada 15 días los fines de semana, y así, difícilmente puedo pasar tiempo con él.

Entonces, salió una plaza en Sevilla y cuando la vi, expuse mi situación a la Dirección de Cruz Roja para que me pudieran facilitar mi desplazamiento.  Me llamaron de Cruz Roja en Sevilla para hacer una entrevista y el 17 de febrero, me incorporé.

«Para mí esto no es un cambio de trabajo, es un cambio de vida, y poder hacerlo en Cruz Roja y seguir dentro de la casa es una situación soñada. Al final cumplo un objetivo de vida, que es estar cerca de mi peque. Esto me cambia la vida, totalmente.»

 

¿Cuáles son los principales aprendizajes que te llevas de Cruz Roja en la Comunidad de Madrid y que puedas aplicar en el futuro?

El desarrollo profesional. Del Felipe que llegó al que hay ahora, se nota un cambio porque he adquirido mucha experiencia después de haber pasado por proyectos distintos. He tenido una trayectoria enriquecedora como profesional. Al haber pasado por varias áreas, eso me da una visión más global a la hora de trabajar.

Para ti, ¿qué significa formar parte de Cruz Roja?

La verdad es que uno al final está orgulloso. Cruz Roja se encuentra en todos los sitios, hasta en una fiesta de pueblo. De hecho, yo voy a la playa en Cádiz y está la Oficina Provincial y pienso… así no hay quien desconecte (risas). Abarca tantos proyectos y áreas que uno siente cierto orgullo a la hora de pertenecer a la Institución.

Pero es esa sensación de estar en una casa muy grande y con muchas posibilidades. Después el trato, que es el motor de la entidad, las relaciones interpersonales. Por ejemplo con RRHH, cualquier circunstancia ajena al trabajo, me han dado facilidades. En Cruz Roja no he sentido que estoy en una empresa en la que tienes que pedir imposibles, sino que hay una cercanía y un trato cercano. Esa globalidad te da muchas opciones y ganas de participar.

 

Dada tu actividad y trayectoria tan dilatada en la entidad, ¿cuál es el mejor recuerdo que te llevas, que te haya dejado más huella?

Los mejores recuerdos me vienen de relaciones personales con compañeros. He pasado por muchos sitios y me gustaría agradecer a todos los compañeros y compañeras que he tenido. He conocido mucha gente entre Colmenar, Tres Cantos, Vallecas (Fernández Hijicos), Getafe… El acogimiento que tuve desde el principio por parte de los compañeros ha sido una maravilla. Dejo muchos amigos aquí en Madrid.

Si quieres algo más concreto, ha habido gente que me ha dejado una huella imborrable. Hay un caso que es el de Paquito, de mi alma y de mi corazón, que es un participante que estaba en la calle pasándolo fatal y ahora está preparándose una media maratón, ha vuelto a formarse y ha retomado el contacto con su familia. Eso no está pagado.

Hay más casos como él, personas que han pasado por momentos muy malos y han evolucionado contigo, trabajando en paralelo. A mí me gusta mucho generar un espacio de confianza. Hay veces que no me pongo enfrente a la hora de hacer una entrevista y me pongo a su lado. Parece una tontería, pero ayuda a romper una barrera, porque esa persona te está contando cosas complicadas. Hay que tener un gran valor para sentarse en esa mesa. Siempre lo digo, el asiento de enfrente es complicado.

Además de su evolución, ver ese cariño es tremendo. De Paquito me despedí personalmente porque además acaba de pasar por varias cosas malas, y tenía que darle un abrazo sentido. Eso lo tengo ya para toda la vida. Ese agradecimiento y esa relación honesta. Cuando me fui de Getafe, una señora me trajo un bizcocho porque se enteró de que me iba. Eso son experiencias que te hacen seguir adelante. En las despedidas he llorado, porque no han venido solo los compañeros, sino personas que venían sinceramente a agradecerte su trabajo con ellas. Eso es muy bonito.

 

Y es fundamental tener esa sensibilidad a la hora de tener este contacto con personas en una situación complicada.

Sí, además en un proyecto como es Adicciones… imagínate, entra todo tipo de gente. Las drogas no distinguen de clases sociales, pero yo trabajo en la parcela social con mucha situación de calle, situaciones problemáticas y en las que hay mucha tela que cortar.

Pero me quedo con que he disfrutado mucho. En este proyecto estás en primera línea de acción, ves a personas refugiadas, personas víctimas de violencia de Género,etc.  Te da una panorámica absoluta. Es lo más específico que he hecho en la entidad.

 

Como despedida, ¿quieres lanzar algún mensaje a tus compañeros y compañeras, con quienes han estado contigo este tiempo compartiendo trabajo en Cruz Roja en la Comunidad de Madrid?

Bueno, ya se han autoinvitado algunos a Sevilla, tengo que hacer un calendario a ver cómo me lo apaño (risas). En cierta manera, quisiera mandar un mensaje de agradecimiento a RRHH por la confianza depositada en mí. A Ana Pariente, que me hizo la primera entrevista. Y también agradecer a Gabriel por su inestimable ayuda.

Y por supuesto, agradecer a todos los compañeros y compañeras que me han acompañado en este largo periplo por tantos sitios. Siempre me han acogido de una manera fantástica. A pesar de venir de Cádiz y  sin conocer a nadie, las facilidades, la disposición de ayudar de la gente,… En cada uno de los centros en los que he estado dejo un montón de amigos y amigas. Gente que además es comprometida y tiene ganas de seguir currando cada día.

A las personas que continúan o que lleguen nuevas al CTA Centro, ¿algún mensaje o consejo?

Decirles que mucho ánimo y que no tengan miedo, que al llegar hay que romper la barrera con los participantes. Al final es cuestión de tiempo. Las relaciones interpersonales con los participantes son importantes, romper esa imagen de las drogas, que es algo difícil y complejo. Tienes que conectar con esa persona y que sea capaz de abrirse.

Y ahora a continuar con nuevos proyectos.

Eso es, ahora a seguir en Sevilla. Esto al final es capacidad de adaptación, no es otra cosa (risas).

¡Mucha suerte en esta nueva etapa, Felipe!

Prevención y reducción de riesgos en el consumo de drogas es un proyecto cofinanciado por la Comunidad de Madrid a través de los fondos provenientes de la asignación tributaria del 0,7% del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

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