Pilar Herrero es una de esas personas cuya vida es indisociable de Cruz Roja, ya que engrandece los valores y la misión de la Institución. Es un buque insignia de la asamblea de Cruz Roja Comarcal Suroeste Fuenlabrada-Humanes, de la que ha sido presidenta y voluntaria. Lleva ligada a Cruz Roja desde 1973, cuando participó en su primera Banderita, un evento al que tiene especial cariño y que repite año tras año.
Pilar se convirtió en 1984 en una de las primeras Presidentas de asamblea local de Cruz Roja en la Comunidad de Madrid y desde entonces la evolución de la asamblea ha sido imparable. Desde un grupo de voluntarios y voluntarias que con gran ilusión iban proponiendo más y más proyectos, hasta convertirse en una organización social referente que cada día llega a más personas vulnerables de la comarca. Más recientemente, Pilar ha sido nombrada Presidenta de Honor de la asamblea de Fuenlabrada-Humanes.
Es una persona comprometida, decidida y extrovertida. Considera que de no ser así, no habrían obtenido tan buenas cifras en captación, algo que siempre se le ha dado de diez. Muy querida y conocida en su ciudad natal, Fuenlabrada, siempre ha estado cerca de la gente que más lo necesitaba y su labor ha sido puramente vocacional.
En esta entrevista, nos acerca sus experiencias vitales ligadas a Cruz Roja, qué ha significado para ella ser voluntaria y presidenta de la asamblea de Fuenlabrada y de dónde saca esa energía para seguir año tras año siendo referente de las actividades de captación de fondos de la asamblea. Cruz Roja es su segunda casa, y sirva esta conversación que tuvimos con ella para recordar el legado que deja y que es historia viva de la Institución.
Pilar, cuéntanos brevemente, ¿quién eres y cuál es tu trayectoria en Cruz Roja?
Me llamo Pilar, tengo 73 años y soy nacida y criada en Fuenlabrada. Desde que era una niña siempre me gustaba ayudar a los demás, me decían que era defensora de las causas pobres. Me acuerdo que siempre me arrimaba a los niños que tenían menos amigos, o que tenían problemas en casa. Todo esto me sirvió para ir adquiriendo un compromiso con las personas que más lo necesitan.
En Cruz Roja entré casi por casualidad, porque la organización llevaba presente en Fuenlabrada pocos años. A mí me llamaron para colaborar en Banderita y me enganché a las actividades al instante. Formé parte del Comité Local de la época durante un tiempo, aunque no de manera continuada.
Esto hasta 1984, que fue cuando retomé más responsabilidades y me propusieron ser Presidenta de la asamblea Local, donde he estado durante 30 años en el cargo. Fui la segunda presidenta de la asamblea después de Daniel Martín, y mi sucesor ha sido Bernardo. Solo hemos sido 3 presidentes en total hasta la fecha.
¿Cómo viviste esta etapa como Presidenta de Fuenlabrada y cómo contribuiste al crecimiento de Cruz Roja?
Para mí ser Presidenta de Cruz Roja Fuenlabrada ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, la etapa más hermosa a nivel de actividad y de realizarme personalmente. A nivel familiar la vida me ha tratado muy bien, pero siempre me acostaba pensando en Cruz Roja.
Creo que la labor que hicimos Cruz Roja fue muy notable en esos años, fuimos pioneros de muchas actividades. Hay que pensar que la organización era totalmente de carácter voluntario en esa época, cuando empecé no había ningún asalariado, pero siempre hemos estado muy coordinados para poder enfrentarnos a los retos que nos poníamos. A mí me facilitaron siempre mucho mi labor.
En cuanto a los proyectos que hicimos, me di cuenta de que había muchas personas a las que la ayuda de la administración no llegaba, así que fuimos fundando proyectos para atender a esas personas. Iniciamos un programa de Metadona, el Piso de mujeres maltratadas, Cruz Roja Juventud… todo lo hicieron voluntarios y voluntarias. En principio sin convenio con el Ayuntamiento, que posteriormente sí lo formalizamos. Luego sí llegaron los primeros técnicos a Pisos de mujeres y al Plan de Empleo.
De las cosas que más recuerdo son los eventos para recaudar dinero, obras de teatro… También fue muy reconocido el festival de bailes en el pabellón Fernando Martín, que lo hemos llegado a llenar con más de 4.000 personas, que hemos sido los que más hemos llenado. Lo organizamos durante 11 o 12 años y participaban escuelas de diferentes lugares de Madrid, hacían actuaciones cada vez más elaboradas. En actividades hemos sido muy completos.
¿Cómo fueron esos primeros pasos de hacer crecer la asamblea prácticamente de cero junto a compañeros y compañeras voluntarios?
Como nuestras inquietudes eran las mismas, siempre nos hemos apoyado unos a otros con compromiso para sacar nuestras ideas adelante. También hay un punto importante que nos hizo crecer rápido, que son los objetores de conciencia, que era un servicio sustitutorio de la «mili» y venían muchos jóvenes a realizar servicios sociales como voluntarios.
Había mucha gente que yo conocía y que sus hijos querían hacer carreras de médico, abogados… así que les animé a que se sumaran a Cruz Roja. Y gracias a ellos pudimos llevar a cabo el proyecto de Pisos para mujeres maltratadas, por ejemplo. Además que su colaboración nos permitió hacer otros proyectos. El Plan de Empleo fuimos pioneros en implementarlo en asamblea local, y tuvo muchísimo éxito. Es una alegría ver que se ha extendido por todas las regiones y es un programa fundamental para la casa.
Desde el año 1973 no te has perdido ni una sola Banderita, uno de los eventos de captación más importantes, seguramente eres la persona más veterana que lo hace, ¿qué supone para ti Banderita y qué te mueve a seguir año tras año?
Es un evento al que tengo mucho cariño. Ni siquiera la pandemia me ha frenado y el año pasado fue ya la edición 47 en la que colaboraba. En mi época de presidenta me encargaba de llamar a las empresas y a la gente que conocía, y nos reuníamos para preparar el evento. Lo hacíamos en Griñón, Fuenlabrada, Humanes y Moraleja de Enmedio e invitábamos a representantes de los Ayuntamientos.
Fíjate lo importante que era para mí, que me levantaba, me subía en una ambulancia con los voluntarios y preparábamos todas las mesas. Pedía centros de flores a las floristerías y los colocaba en cada una. También fuimos asamblea pionera en la recaudación.
Yo creo que lo vivía con especial emoción porque pedía mucho y siempre he tenido una habilidad especial para acercarme a la gente. Mi hucha ha sido siempre la más llena, incluso este año tan diferente en el que se acercaba poca gente. Ya le he dicho a Bernardo que me llame y cuando quiera doy un curso en la sede para que aprenda la gente a pedir (risas).
A mi pedir se me da muy bien. De hecho, cuando iba a algunas tiendas, los dueños se escondían cuando me veían, ya me tenían fichada y me atendían los dependientes (risas).
También me dieron en 1977 la Medalla de Oro de Cruz Roja, que ya no se concede desde hace mucho tiempo, por haber colaborado en la Banderita durante años.
El 23 de julio de 2015 fuiste nombrada Presidenta de Honor del Comité Local de Cruz Roja Fuenlabrada-Humanes, ¿qué significa para ti este puesto?
Pues para mí es la mayor satisfacción que se puede tener, porque Cruz Roja me lo ha dado todo. Tuve que dejar de ser Presidenta porque mi marido enfermó, pero lo que me ha dado Cruz Roja ha sido conocer a las personas, tanto humildes como relevantes, que me han hecho crecer.
Yo trabajaba por la mañana en un colegio y por la tarde iba a la sede. Para mí lo que hacía en Cruz Roja jamás me ha parecido un trabajo. Me he sentido siempre muy querida, muy a gusto, y sigo vinculada a la asamblea para vender lotería, Oro, Banderita… ahora por cuestiones de edad no puedo colaborar en tantos proyectos, pero sigo hablando con voluntarios, con Bernardo y con Belén, la directora… eso será así siempre.
¿Cómo ves a la Cruz Roja actualmente, cuáles han sido los cambios más significativo respecto a cuando empezaste en Fuenlabrada?
Yo creo que no tiene comparación la Cruz Roja de 1984 con la de 2021. Tampoco lo tiene el mundo en general, la vida ha evolucionado y ha habido muchísimos cambios. Cuando empecé había una gran cantidad de voluntarios, y a nivel de cursos Cruz Roja era muy llamativa y siempre han sido los títulos muy importantes, para hacer prácticas… Ahora el compromiso es diferente. Cuesta mucho tener voluntarios para pedir dinero, por ejemplo, y entiendo las dificultades que hay para encontrar gente que colabore.
Lo que siempre he dicho es que si no hubiera Cruz Roja, habría que inventarla. Lo hemos visto en la pandemia, en la que ha trabajado de forma espectacular y me parece que lo están haciendo de maravilla. A mí me asistieron en Benidorm, porque estuve confinada 5 meses allí, y me llevaron la compra, medicamentos… y me han llamado para saber cómo estoy. Ha sido una labor fundamental.
Hay una pregunta que hacemos a todo el mundo y es ¿qué significa para ti «pertenecer a Cruz Roja»?
Tengo mucho orgullo de pertenencia, me sale solo decir cuando llego a un sitio que he sido Presidenta de Cruz Roja en Fuenlabrada. Lo que se me olvida es decir que soy Presidenta de Honor, lo que son las cosas (risas).
Para mí es algo muy grande, y mucha gente me conoce por haber sido la Presidenta. He conocido a la Reina, a la Infanta, he comido con el Príncipe… y aunque eso me ha gustado, lo que más me ha gustado es ver todo lo que podía hacer por los demás.
He sido muy alegre, optimista, y siempre he querido ponerme a la altura de los voluntarios. Creo que lo más importante que hice fue dar ejemplo de trabajar. Ya fuera descargar alimentos, barrer el salón, organizar una cena… siempre era la primera que lo hacía.
¿Cuál dirías que ha sido tu sello personal, lo que has dejado en Cruz Roja?
Para mí lo más importante siempre ha sido la palabra, el diálogo, llegar al entendimiento entre personas, tanto usuarios como voluntarios. Por suerte, yo nunca he tenido miedo a nada. He salido sola a buscar a personas sin hogar por la noche, a ayudar yo sola a personas con problemas de adicciones… Creo que he servido de ejemplo a los voluntarios y siempre me ha gustado hacerlo desde Fuenlabrada.
Una vez me planteé en broma ser la Presidenta autonómica, pero me ha gustado trabajar mucho dentro de la comodidad, es decir, estar siempre donde mejor me manejo. La frase que me gustaba más es cuando los voluntarios me decían que de mayores querían ser como yo… eso me llenaba muchísimo. Dejar eso en la gente es algo precioso.
Por último, ¿tendremos a Pilar en Banderita 2021 o para alguna otra actividad de Cruz Roja, o aún es pronto para aventurarse?
Si puedo estaré, claro, pero ahora paso mucho tiempo en Benidorm, ya que me viene mejor estar allí por el clima, así que tampoco puedo comprometerme al 100%. Sí que me gustaría ir a Cruz Roja para hacer algo, pero mi hijo me persuadió porque tal y como está la situación con la pandemia es mejor no salir.
Afortunadamente, vivo bien de mis recuerdos, con mucha alegría todos los días. Soy muy optimista y tengo mis rutinas, hago muchas cosas de manualidades, escribo, leo, escucho música y no me aburro para nada. La música me encanta, desde zarzuelas a Bunbury, estoy muy puesta en la actualidad. Seguramente por ignorancia, pero soy feliz y la vida me sonríe.
Como escribió Rosalía de Castro: «Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, lo dicen pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, oigo murmurar, y gritan: ahí va la loca soñando con la eterna primavera de la vida y de los campos… y tiene los cabellos canos.»
Con esta última frase, que recita, despedimos una entrañable conversación, no sin antes desearle mucha salud a Pilar, que nos dice que tampoco tiene miedo a la pandemia y que espera que todo pase cuanto antes. ¡Muchas gracias por todo, Pilar!
Una entrevista amena, simpática, pero sobre todo, parece, muy humana, sincera y ejemplarizante.