Tras una larga trayectoria ligada a Cruz Roja en la Comunidad de Madrid, la compañera Eva López, acaba de iniciar su andadura como docente de Integración Social en el Centro de Formación Profesional. El número 18 parece que le acompaña en su recorrido profesional, por tres motivos: tenía 18 años cuando entró como voluntaria en Cruz Roja, lleva 18 colaborando como voluntaria y técnica en la Institución, y ahora pasa a dar clase a alumnos y alumnas de 18 años de edad.

A finales de septiembre, Eva ha entrado a formar parte del profesorado del Centro de FP, después de haber estado los últimos años como Trabajadora social en la asamblea de Alcorcón. Hablamos con ella para que nos cuente el por qué de esta decisión de pasar a ser profesora en Cruz Roja, cuáles son sus retos y objetivos en esta nueva etapa, sus expectativas, y sus sensaciones desde que comenzaron de las clases:

En primer lugar, cuéntanos, ¿quién es Eva y cuál ha sido tu trayectoria en Cruz Roja?

Yo empecé en Cruz Roja como voluntaria en la asamblea de Fuenlabrada, hace 18 años. Estaba haciendo un trabajo para la carrera y fui a la sede a pedir información junto a una compañera de clase, que también está trabajando en Cruz Roja actualmente. Nos apuntamos como voluntarias. Después de 4 o 5 años, empecé trabajando a media jornada en la casa de acogida para mujeres víctimas de violencia de género. Después estuve coordinando el centro como trabajadora social referente, aproximadamente 10 años.

Mi siguiente puesto fue como trabajadora social en la asamblea de Alcorcón, donde he estado 5 años en el programa de Atención Urgente a Necesidades Básicas y de personas inmigrantes, hasta ahora.

¿Por qué decides pasar de trabajadora social en Alcorcón a docente en el Centro Formación Profesional?

Gran parte de la culpa la ha tenido Ana Pariente, compañera de Recursos Humanos, me encontré con ella hace unos días en el Centro. Me metió la idea en la cabeza y ha influido mucho. Hace un par de años tuvimos unas entrevistas de Desarrollo profesional, con unos cuestionarios y entrevistas online y después Ana de manera presencial.

Yo le dije que siempre había tenido en la cabeza los temas de género, de Mujer, son los programas que más me gustan. Viendo mi CV, me dijo que habiendo estudiado antropología y teniendo el CAP, me preguntó si no me había planteado ser docente. Conocía de oídas el Centro de FP, pero no sabía que estudios proporcionaba. Entonces me propuso la actividad de Trotamundos para conocerlo mejor. Cuando fui salí encantada de lo que vi y con la idea de que quería trabajar allí.

Tengo experiencia previa como profesora, muy al principio, en la asamblea de Fuenlabrada impartí cursos a voluntarios y formación institucional. Luego en Alcorcón impartí cursos, talleres y charlas. Además en el CAP he impartido clases.

Eva, impartiendo una de sus clases.

¿Qué aprendizajes te deja tu experiencia en Alcorcón?

Sobre todo he aprendido a no tener miedo a los cambios. Recuerdo que cuando entré en Alcorcón tenía mucho miedo, sobre todo por el cambio de equipo, porque estaba en una zona de confort muy grande. Vi que no pasaba nada, y me he encontrado muy a gusto allí. De hecho, lo que más me ha costado ha sido tomar la decisión de irme y dejar al equipo que tenía allí. Ha sido una gran experiencia, he disfrutado mucho y me he sentido muy integrada en el equipo, sobre todo porque las personas que lo integran son todas maravillosas.

Llevas poco menos de una semana en el el centro de FP, ¿Cómo te han recibido tus nuevos compañeros? ¿Cuáles son tus nuevas tareas?

La incorporación ha sido un poco precipitada porque el curso ya estaba iniciado. Ha sido complicado porque ya estaban los profesores dando clase, los alumnos en el centro, y he tenido que aprender todo rápidamente. Mis compañeros me están intentando explicar todo lo que pueden porque hay que hacerlo ya. Ha sido un poco locura.

Ahora mismo he dado clases en el ciclo de Grado Superior de Integración social, las asignaturas de Promoción de la autonomía personal y de Intervención Educativa.

Con todo esto de la Covid-19, ¿cómo se adapta una docente? ¿qué ha cambiado en tu rutina para poder seguir dando clase?

Le decía el otro día a una compañera que si consigo superar este curso, entre cómo ha sido la adaptación y las medidas COVID-19, puedo dar clase en cualquier circunstancia. Creo que son muchas las medidas y hacen más complicado todo. Estamos en escenario 2 en Madrid y eso obliga a hacer las clases semipresenciales, al 50%. Las dificultades están en que no es un curso preparado para impartirse online.

Ahora estoy conociendo todas las herramientas y tecnología que posee el Centro para las clases online y me estoy quedando impresionada por las posibilidades que da. El hecho de poder hacer grupos de trabajo a distancia, poder compartir vídeos, presentaciones… es muy útil. Las medidas a las que nos obliga el COVID-19, creo que sí dificultan la relación profesor-alumno, porque las mascarillas no dejan verse bien, no se pueden reconocer tanto las caras de los alumnos… Además las clases son más grandes y los profesores tenemos que movernos por la clase, forzar la voz por el hecho de usar mascarilla… es un poco rollo, pero también es necesario.

El Centro sí que está tomando protocolos, tomas de temperatura, hay mecanismos para poner a un alumno o profesor en cuarentena en caso de que haya algún problema.

Ahora que pasas a un centro autonómico, ¿Cómo ves ese cambio de lo local a lo autonómico? ¿Hay mucha diferencia de la realidad que se vive en una local a lo que se vive en un proyecto autonómico?

EL cambio sí que se nota por ser un cambio de profesión, de trabajadora social a profesora. No noto tanto el cambio porque al final son los mismos alumnos durante todo el curso, entonces creas una cercanía y complicidad con los alumnos de la clase. Lo que está claro es que no tiene nada que ver, de trabajar con familias y con casos de vulnerabilidad muy grandes, a lo que es una intervención en grupo, con una clase. Es muy diferente.

¿Qué retos y expectativas tienes para tu etapa como docente?

Me la tomo con mucha ilusión, es un poco lata el hecho de tener que hacerlo semi-presencial. Disfruto mucho de la clase en persona, me gusta la interacción y la relación que se crea. Al final son chavales de 18-20 años, muy jóvenes que se distraen fácilmente. Pero esos otros momentos en los que se te quedan escuchando atentamente, me encantan, porque ves que te siguen y te miran, ten entienden. Para mí conseguir eso el mayor número de veces posible y ver cómo evoluciona su aprendizaje, es lo más positivo.

Yo incluyo la docencia en lo social, tiene cosas buenas y malas, pero trabajas con personas, con alumnos con los que al final tienes sintonía y afinidad. Creo que va a ser una gran experiencia.

¿Qué significa para ti pertenecer a Cruz Roja?

Puede soñar un poco ñoño, pero llevo literalmente la mitad de mi vida en Cruz Roja y creo que no me imagino trabajando fuera de aquí. Cruz Roja es parte fundamental de mi vida. En el caso de que saliera, ese cambio sí que supondría una revolución en mi vida, porque para mí ha sido imprescindible tanto a nivel personal como profesional.

Mi hermana es voluntaria, mi padre es socio, tengo varias amigas socias… forma parte de mi día a día y sería muy raro no estar aquí. He hecho muchísimos amigos y amigas, que no son solo compañeros y compañeras, se crea una relación muy especial.

 

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