Las personas solicitantes de asilo y refugiadas llegan a España tras verse forzadas a huir de sus países de origen para salvar sus vidas. Huyen de la guerra, la persecución, la discriminación y otras violaciones de sus derechos humanos. Lo dejan todo atrás. El Programa de Centros para Personas Inmigrantes pretende hacer frente a todas las necesidades básicas y específicas de estas personas poniendo a su disposición recursos para atender en primera acogida a las personas que llegan.

El incremento de las demandas de protección internacional en España y, en concreto, en la Comunidad de Madrid ha hecho que se habiliten nuevos recursos. Nerea Beamud es la nueva coordinadora de dos de ellos, el de Cercedilla y el de Los Molinos. Nerea lleva desde el mes de noviembre en esta actividad. Comprometida, con las cosas claras y con muchas ganas de seguir aportando su experiencia, hablamos con ella para que nos hablara sobre su trayectoria, sobre su nueva labor y su opinión ante el fenómeno migratorio que vivimos en la actualidad.

¿Quién es Nerea, de dónde viene y cuando empezaste a formar parte de Cruz Roja?

Nací en Madrid, soy licenciada en Derecho y pronto descubrí que me interesaba todo lo relacionado con lo social. Empecé a especializarme en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y comencé una andadura por diferentes países del mundo para formarme y trabajar en este ámbito. Tengo experiencia, sobre todo, en el mundo del Derecho en estas áreas, en diferentes entidades relacionadas con Migraciones y Derecho de Extranjería, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y en el seguimiento y evaluación de proyectos humanitarios.

Antes de comenzar aquí en Cruz Roja, venía de Bruselas, de la Dirección General de Ayuda Humanitaria en la Comisión Europea. Por cuestiones personales decidí volver aquí. Hace unos dos años comencé integrándome en la organización como voluntaria, colaborando con el servicio jurídico del programa de Refugiados. Después trabajé en el programa de Ayuda Humanitaria hasta hace 3 meses que asumí el reto de coordinar un nuevo Centro de Primera Acogida de Refugiados, abierto en Cercedilla y con eso estoy ahora, coordinando junto al de Los Molinos, que abrió hace algo más de un mes.

 

¿Qué te llevó a aceptar este nuevo reto profesional?

Sobre todo la motivación y el compromiso con la organización, el tratar de difundir los principios que tanto ayudan a dar respuestas a las situaciones sociales que se plantean en la actualidad. Lo asumí como un gran reto, con gran responsabilidad y exigencia, dado que Cruz Roja es una organización internacional conocida en cualquier lugar, por recóndito que sea, lo que conlleva preservar siempre los valores.

De todas tus experiencias profesionales, ¿qué has ido recogiendo y aprendiendo que te puede ser de utilidad en esta labor?

La respuesta que damos en Cruz Roja se basa en poner a la persona en el centro, permitiendo un trato cercano con ella y, a su vez, sentirte parte de la organización te hace actuar de forma coherente con los principios.  Lo que he ido recogiendo y que me es de utilidad es el compromiso y saber actuar de una forma unitaria para que haya una coherencia en todas las actuaciones desde el ámbito local al internacional.

 

¿Cuál sería ese sello personal que te define como profesional?

Creo que soy una persona bastante positiva y comprometida, y que tengo ciertas habilidades dentro de lo que es la diplomacia, que me ayudan a manejar situaciones críticas con cierta calma o tratando de controlar la situación. A lo largo de todas las experiencias profesionales y de vida, te encuentras con situaciones que pueden desbordarte por sus características, y creo que tengo habilidad en controlarlas. También la exigencia con el cumplimiento de los objetivos para no perdernos en la trayectoria.

Además, creo que un ambiente de trabajo agradable y un equipo cohesionada es fundamental para conseguir esos objetivos. La gente tiene que sentirse con libertad, pero también dentro de un marco que hay que cumplir. Lo que trato de fomentar es que somos un equipo y tenemos que hacer girar la rueda de manera conjunta.

 

Actualmente estamos viviendo una situación migratoria en muchas partes del planeta, ¿qué importancia crees que tiene el proyecto que coordinas para ayudar a estas personas?

Tiene toda la importancia, porque se trata de una respuesta a una problemática de personas que por determinados motivos se ven obligadas/ forzadas a dejar sus países y solicitar protección internacional enfrentándose a situaciones muy complicadas dentro de lo que suponen los duelos migratorios y las amenazas que en ocasiones continúan desde los países de origen.

Creo que valorar en detalle los casos, y otorgar protección a las personas que se encuentran en las situaciones estipuladas en la Convención de Ginebra, es un compromiso que todos los países firmantes deberían cumplir. Tras las guerras mundiales se hizo este acuerdo por la comunidad internacional, para proteger a las personas que lo necesitan y paliar el sufrimiento que se había estado dando. Fue un momento muy importante en la historia y a día de hoy tenemos que continuar ese legado.

En el servicio de Primera Acogida de Refugiados, en el que se encuentran los centros que coordino actualmente, se ofrecen servicios básicos de alojamiento, manutención, entrega de productos de higiene y ropa de abrigo. Pero también facilitamos una respuesta integral a través de las áreas transversales, con apoyo jurídico y psicológico.

Desde Cruz Roja hay que aliviar el sufrimiento humano y tratar de apoyar a todos los niveles. Lo importante es que las personas de los centros se sientan protegidas por un tercer país y que reciban lo que necesitan del lugar en el que se encuentran.

«La gente tiene que sentirse con libertad, pero también dentro de un marco que hay que cumplir. Lo que trato de fomentar es que somos un equipo y tenemos que hacer girar la rueda de manera conjunta.»

Para ti, ¿qué te transmite la frase»ser de Cruz Roja»?

He tenido la suerte de coincidir con personas muy comprometidas y capaces de combinar lo profesional y lo humano. Considero que todas las personas que estamos en Cruz Roja tenemos una característica común, y aquí sientes una unión entre todos los departamentos, estén o no en la primera línea de intervención con la persona. Todas las áreas son necesarias para dar esas respuestas, y es impresionante esa capacidad de coordinarse y el sentimiento de equipo generado. Siento que formo parte de un conjunto muy grande y variado, y que todos de la mano conseguimos que salgan adelante los objetivos que nos proponemos.

 

Hemos hablado de tu pasado, pero de cara al futuro, ¿qué objetivos te gustaría poder alcanzar este año?

De momento, me gustaría que se mantuvieran las cosas (ríe). Luego, seguir mejorando y trabajando. Ahora mismo los centros dependen de la Asamblea Local de San Lorenzo de El Escorial, y hay que estimular el ámbito local para que Cruz Roja sea una manera de visibilizar situaciones sociales de vulnerabilidad, y sensibilizar a la población de situaciones que, a veces, se ven en un segundo plano o invisibilizadas. Me parece muy interesante que desde los municipios se difunda nuestra labor.

Otro reto importante es aumentar el equipo de voluntariado. Desde los municipios está habiendo una buena respuesta. Tanto en Cercedilla como en Los Molinos hay mucha gente interesada en participar y formar parte de Cruz Roja.

«hay que estimular el ámbito local para que Cruz Roja sea una manera de visibilizar situaciones sociales de vulnerabilidad, y sensibilizar a la población de situaciones que a veces se ven en un segundo plano o invisibilizadas.»

Más a nivel personal, y por tu experiencia en trabajar con personas que necesitan ayuda de entidades, ¿qué necesita la sociedad para ser más solidaria y sensible ante este tipo de problemáticas?

Con la fotografía actual y tratando de dar una solución a esa, digamos, falta de humanidad, creo que la solución está en pensar en el interés colectivo en lugar del individual. Estamos en una sociedad en la que vamos cada vez más hacia el individualismo. Esto hace querer estar rodeados de situaciones que solo nos benefician a nosotros. Hay que ser personas un poco más generosas y solidarias para hacer que todo funcione en sociedad.

 

En noviembre, estuvimos en el Centro de Francos Rodríguez, que atiende a personas en emergencia humanitaria, y entrevistamos a familias, técnicos y voluntarias, una experiencia que nos marcó mucho. Tú estás todos los días con estas personas, ¿qué sientes cuando hablas con ellas y conoces su realidad? ¿Que se te pasa por la cabeza cuando acabas tu trabajo y vuelves a la tuya?

Todas las personas que nos dedicamos a los social tenemos que estar hechos de una pasta determinada. Me refiero a que tienes que tener cierto control del estrés y aprender a manejar estas situaciones para que no te afecten a niveles extremos en tu vida personal.

En nuestro trabajo vemos situaciones complicadas y que te marcan, que jamás vas a olvidar, pero yo trato de pensar que a cada persona, por una cuestión de casualidad, le toca vivir una situación diferente. Hay gente más afortunada que no vive esas desgracias y otras que por cuestión de nacimiento, sí les toca. Lo veo como una cuestión de probabilidad dentro del paradigma del mundo actual.

Desde Cruz Roja intentamos dar las herramientas a esas personas para que salgan adelante y consigan el objetivo por el que están luchando y por el que han recurrido a nosotros. Hay una parte de positivismo en esa situación: por una parte, la historia que la persona arrastra y que le va marcar de por vida y, por otra, la parte de luchar y conseguir alcanzar una vida mejor.

«en nuestro trabajo vemos situaciones complicadas y que te marcan, que jamás vas a olvidar. pero yo trato de pensar que a cada persona, por una cuestión de CASUALIDAD, le toca vivir una situación diferente.»

Y cuando las cosas salen bien, y una familia que ha llegado a un recurso de Cruz Roja, sale y mejoran sus condiciones en nuestro país, ¿qué sientes al aportar tu granito de arena en ese proceso?

Ligándolo un poco con la pregunta anterior, no me gusta ver a las personas como necesitadas de una organización para salir adelante, sino que es la propia persona la que va a luchar por superarse, avanzar y conseguirlo.

En Cruz Roja ponemos herramientas a su disposición y fomentamos la autonomía. Lo que siento cuando esas personas logran el objetivo, es que han adquirido esa autonomía y que hayan podido superar esa situación por sus propios medios.

¿Qué es lo más difícil y lo más bonito de este nuevo puesto?

Creo que este es un proyecto muy exigente por la repercusión mediática y por la problemática que entraña. Es complicado manejar la incertidumbre de estas personas, de los solicitantes de protección internacional que están en el centro a la espera de una asignación de plaza en un siguiente centro de Acogida Temporal.

Nuestros centros de Primera Acogida están diseñados para una estancia de unas tres semanas, aproximadamente, pero a veces los plazos se dilatan por colapsos en la siguiente fase. Hay que intentar ajustar las expectativas de las personas y y que tengan el menor estrés posible, que sepan que la plaza llegará y que tienen que tener paciencia.

En cuanto a lo más bonito, ha sido montar un centro de cero, porque no continuábamos algo ya existente. Había que crear todos los procesos, habilitar zonas del edificio, decidir dónde iba a estar la sala de juegos, o la sala de estar. Es muy ilusionante crear un lugar habitable y cómodo para las personas beneficiarias y ver cómo evoluciona. El proceso ha ido desde tener que montar todo de cero a cómo las personas se integran en las actividades con los compañeros y compañeras voluntarias que hacen talleres. Al principio hicimos una labor de captación de voluntariado para diferentes talleres con las personas beneficiarias, y es muy gratificante ver los frutos del trabajo bien hecho por parte de todo el equipo integrado por personal laboral y voluntario.

¡Muchas gracias Nerea y mucha suerte!

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