Formamos parte de la red humanitaria más grande del mundo. El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja está presente en 192 países gracias a la participación de más de 17 millones de personas voluntarias activas. Es el equivalente a la población de Países Bajos, o dos veces la de Austria; y nos situaría entre el tercio de países más poblados del mundo. Una nación de gente solidaria cuyo compromiso, sin embargo, no entiende de fronteras.
Esto lo saben muy bien en la Asamblea comarcal de Galapagar-Colmenarejo y se lo hemos preguntado a Erik y Sammy, dos voluntarios de la asamblea que antes lo eran también de la Cruz Roja de sus países de origen, Venezuela y Colombia, respectivamente. Nos cuentan la historia de su compromiso, y de cómo lo han revalidado al instalarse en nuestro país.
Sammy es ingeniera industrial y nació hace 30 años en el municipio de Pradera, Colombia. Llegó a España en octubre de 2019 y se incorporó a Cruz Roja Española para retomar el voluntariado “porque me gusta ayudar, que me aporten conocimientos y poder aportar todo lo que sé”.
Explica que ingresó en la Cruz Roja de su localidad natal, en el Departamento colombiano del Valle del Cauca a los 19 años, y participó activamente hasta los 24. “En Colombia la organización era distinta”, nos dice, “no había áreas, se programaban las actividades según los colectivos que había que apoyar, ya fueran personas desplazadas, niños, jóvenes o adultos. Y, como aún persistían los problemas con grupos armados en la zona, se debía mantener un perfil bajo”.
Sammy ahora está en el área de mayores de AL de Galapagar-Colmenarejo. Acaba de impartir un curso sobre herramientas informáticas del que se siente orgullosa. “Se trata de que los mayores puedan hacer un buen uso de las ‘apps’ que les ayudan en su día a día, como las que les permiten solicitar una cita sanitaria o interactuar con su familia, por ejemplo, haciendo videollamadas”.
Erik, de 24 años, es graduado en lenguas modernas y nació en Caracas, Venezuela. Afirma que “las experiencias a las que tuve acceso en la Cruz Roja Venezolana fueron transformadoras, y me gustaría repetirlas”. El interés de Erik por adquirir conocimientos médicos le acercó a Cruz Roja, donde durante un año “estudié primeros auxilios, preparación para desastres y emergencias hospitalarias, además de conocer la historia de la institución”.
Después de su formación, Erik tuvo oportunidad de ser monitor de primeros auxilios e instructor para preparar a comunidades vulnerables ante desastres. “Pude trabajar para comunidades civiles y también para grupos militares”, nos cuenta, y esta experiencia marcó un antes y un después para él.
Por eso no dudó en acercarse a Cruz Roja Española cuando llegó a nuestro país, hace escasos meses. Erik se ha incorporado al área de medio ambiente de la AL de Galapagar-Colmenarejo, con la que ha participado activamente en la campaña de prevención de incendios forestales.
Les preguntamos a ambos si perciben diferencias en el funcionamiento de nuestra institución aquí. Sammy nos dice que nota un mayor grado de compromiso de la sociedad con Cruz Roja Española, un nivel de colaboración superior. Erik, por su parte, subraya que hay una mayor transversalidad en el manejo de la información y la difusión de las acciones.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenibles solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación. El ODS 17 (Alianzas para conseguir los objetivos) defiende que, para que un programa de desarrollo se cumpla satisfactoriamente, es necesario establecer asociaciones inclusivas a nivel mundial, regional, nacional y local; así como centrarse en las personas y el planeta. Es exactamente lo que hacen Erik y Sammy. Es lo que hace Cruz Roja y nuestra asamblea.