Además de luchar por superar la brecha digital, Alonso, usuario del programa de mayores en la sede Cruz Roja de Pinto-Valdemoro, lucha contra la soledad no deseada. Con el objetivo de romper estas barreras en las personas mayores, Alonso va a participar en una colaboración, “Uniendo Fuerzas”, con el Programa de Personas Refugiadas y con la Fundación United Way España que durará el último trimestre del año.
Esta iniciativa persigue dar respuesta al problema del aislamiento social de dos de los colectivos vulnerables que más afectados se han visto por la crisis de la Covid-19: las personas mayores en soledad y los refugiados. Esta iniciativa se enmarca, desde el Programa de Personas Mayores, en la “Estrategia de inclusión digital para el abordaje de la soledad no deseada en personas mayores”.
Y es que la soledad es un riesgo grave para la salud que se ha visto agravado por la pandemia. Hay una fuerte relación entre soledad y salud, de hecho, según algunos estudios, las personas que perciben mayor soledad se sienten más enfermas, lo que representa un importante factor de riesgo cardiovascular, afectando al sistema inmune y produciendo deterioro cognitivo.
El 22 de septiembre se realizó una sesión informativa con las 10 parejas seleccionadas para participar en el proyecto. En esta reunión tuvieron ocasión de conocerse y establecer un primer contacto la persona mayor y la persona refugiada. Alonso es una de las diez personas de la Comunidad de Madrid que está participando en esta iniciativa.
Una vez formadas esas parejas, Alonso y Daniela acordaron el mejor horario para conectarse y mantener su encuentro semanal y, el pasado martes 28 de septiembre, establecían su primer contacto telemático. Era la segunda vez que se veían, pero las palabras fluían. Cuando entrevistamos a Alonso nos damos cuenta de que ya trata a Daniela como una más de su círculo de amigos. “Es muy agradable. Lo que quiera contar de su vida lo tiene que contar ella”. La ha agregado a su lista de contactos y todos los días la escribe para darle los buenos días. “Yo tengo todo el día, mañana tarde y noche. Yo estoy todo el día libre, tú marcas el horario. Yo me levanto a las 8 de la mañana, cojo mi móvil y saludo a toda la familia. Yo te voy a incluir en esas listas de Whatssap que yo hago todos los días”.
Esta experiencia va a tener una duración de tres meses y a partir de ahí quien quiera seguir manteniendo el contacto, lo puede hacer. “En la videollamada nos quedamos hasta que nos cansamos de hablar o ya no tengamos nada más que contarnos y ni preguntarnos”.
Daniela, una joven colombiana, escritora y tatuadora vive en la zona sur de Madrid. Llegó como refugiada de su país, sola y con miedo. “La aceptación no ha sido como yo esperaba. He llegado a no tener donde dormir. Se me acabó el dinero que traje ahorrado de mi país. No tuve la aceptación que necesitaba”. Pese a tener un libro publicado, actualmente está tratando de integrarse en nuestra sociedad y hacerse un hueco en el mercado literario donde quiere seguir comercializando sus cuentos.
Alonso se planea si la aceptación de su nueva amiga pueda tener que ver con su estética e imagen más moderna y juvenil, porque sea inmigrante, o ambas cosas. “Se ve que su acento es de otro país. ¿A mí que me importa que tenga el pelo amarillo, verde o rojo? A mí no me importa cómo ella vaya. ¿A mí qué más me da que ella vaya tatuada?”.
Consciente de la dura situación en la que vive Daniela, le ha ofrecido su apoyo emocional siempre que ella lo necesite. “Daniela, si tú en un momento determinado necesitas hablar con alguien, te saltas el horario que hemos acordado y tú me llamas”. Si un día tienes un problema que te agobia y quieres comentarlo con alguien, aquí estoy yo.
Seguiremos teniendo un contacto directo con Alonso y esperamos poder contaros pronto no solo sus avances en el uso de las nuevas tecnologías sino también el avance en su relación con Daniela, su nueva amiga con la que está deseando reunirse el próximo martes 6 de Octubre a las 12.00 para tomarse su café y, por su supuesto, sus dos magdalenas.
