El cambio climático ejerce un impacto negativo en la economía, en la vida de las personas, las comunidades y los países. Así se recoge en la Agenda 2030 de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible y en el Acuerdo de París, dirigido a establecer planes climáticos para lograr reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Como ya contamos ayer, seguimos muy de cerca las acciones que se están llevando a cabo esta semana con motivo de la cumbre climática en la ciudad de Madrid.

Debido a esta realidad, Cruz Roja lanzó en 2018 el ‘Llamamiento contra el cambio climático y la pobreza energética’, con el que pretende fomentar la corresponsabilidad de la propia organización, de la sociedad y de las empresas sobre el cambio climático y la lucha contra la pobreza energética. En noviembre de 2019, los últimos datos recabados sobre el impacto del proyecto en la Comunidad de Madrid supusieron un total de 1467 participantes dados de alta en el proyecto, 953 asistentes a talleres, 1018 kits de ahorro doméstico entregados, 177 visitas domiciliarias realizadas, 25 reparaciones ejecutadas en el hogar, y la compra de hasta 113 elementos materiales necesarios para las familias -incluyendo los de alta eficiencia como lavadoras y neveras o elementos que mejoran el confort de los participantes como radiadores, edredones, cortinas térmicas, alfombras aislantes-. Pero, ¿cómo se traduce esto en la acción diaria que llevamos a cabo desde nuestra Institución?

 

Identificar, diagnosticar y proponer soluciones

Guillermo Escobar lleva un año y medio siendo voluntario de Cruz Roja en la Asamblea Comarcal de Tajuña, en el municipio de Rivas Vaciamadrid, y es ingeniero forestal de profesión. Desde 1986 lleva dedicándose a labores relacionadas con la pobreza energética y ahora está encantado de poder llevar a cabo estas funciones de forma desinteresada, para poder ayudar a mejorar la calidad de vida de personas y contribuir a paliar el malgasto de energía desde lo cercano.

Desde entonces ha estado impartiendo en los centros de Arganda del Rey y de Rivas talleres a las personas beneficiarias de nuestra institución con dos contenidos fundamentales. El primero se centra en ofrecer herramientas para el análisis de las facturas de gas y electricidad que generan las familias, que en muchas ocasiones no cuentan con los contratos que les corresponderían. En su experiencia ha podido ver cómo la mayoría de familias atenidas estaban conformadas por una mujer migrante con menores de todas las edades a su cargo. A veces tienen cosas de más contratadas, como ciertos servicios de mantenimiento o seguros, que incrementan los costes sin que les sean útiles o necesarios. También responde a las dudas que le plantean cuando ellas mismas intuyen que algo no es como debería ser, dándoles las pautas imprescindibles para que logren solventar el problema. Además, a quienes no disfrutan del bono social les asesora sobre el tipo de contrato que deben suscribir y qué pasos deben seguir para solicitarlo. Consigue, así, aterrizar de un modo comprensible los procedimientos a la población que, por el motivo que sea, no ha podido llegar a entenderlos, ya sea por una barrera idiomática o de complejización de los mismos.

 

 

Por otro lado, da charlas a estas familias para que puedan hacer un uso más eficiente de la energía que utilizan, de forma que no se desperdicie y que a ellas les sirva de verdad el gasto invertido. Así, asesora sobre el uso de las placas de la cocina, la regulación del agua caliente sanitaria, las mejores horas para ventilar la vivienda, buenas prácticas como el desenchufar los aparatos electrónicos… . En realidad, comportamientos que todos y todas deberíamos poner en práctica por responsabilidad hacia el planeta, pero que para estas personas se convierte además en una necesidad para rentabilizar los escasos recursos de los que disponen. También les cuenta, de forma divulgativa y accesible, de dónde viene la energía, cuáles son las principales fuentes contaminantes, los beneficios de las energías renovables o cómo está evolucionando el sistema energético español, para que estén informados e informadas más allá de lo imprescindible. Y que así sean también conscientes de que el beneficio de estas recomendaciones les repercute tanto a ellas como al planeta. Así, consigue que se formen una visión global de esta problemática motivando su conocimiento e información.

Guillermo también forma parte del voluntariado que hace entrega a las familias de los kits de ahorro que proporciona Cruz Roja, enseñándoles cómo deben implementar los distintos elementos en sus hogares, que incluyen bombillas led de bajo consumo, burletes para las ventanas, regletas para sellar las puertas, enchufes con interruptor, etcétera.

En ocasiones, cuando debido a la falta de recursos o situación de pobreza energética detectan que puede existir un problema de seguridad, también realizan visitas domiciliarias para revisar las calderas de gas, el cableado… para cambiar estos elementos o facilitar personal técnico que los arregle y así evitar riesgos de incendios o cualquier otro accidente.

 

 

Y por si fuera poco, llevan a cabo una asistencia personalizada a través de cuestionarios en los que se refleje cuál es la situación específica de cada familia, para poder tomar las decisiones pertinentes en cada caso concreto. Del mismo modo, cuando detectan que pueda haber una ventana rota, humedades u otro tipo de desperfectos que supongan una filtración de la energía utilizada, realizan informes que permiten a Cruz Roja posteriormente facilitarles un carpintero, albañil o profesional que lo solucione.

Guillermo cuenta, por ejemplo, que hace poco tuvieron que acercarse al domicilio de una señora que no contaba con la bombona de butano que necesitaba en su casa porque era mayor y no podía desplazarse el kilómetro que separaban su casa de la gasolinera, y que además no disponía de dinero suficiente para poder hacer frente a su coste. La repercusión, para ella, era desde no poder cocinar hasta estar helándose de frío.

“Al final, la pobreza energética es pobreza en sí, va acompañada de pobreza alimentaria, sanitaria, textil, etcétera”, puntualiza. “Pero a la mayoría de la gente le resulta más sencillo empatizar con ella porque todo el mundo ha pasado frío alguna vez, se ha tenido que duchar con agua helada por una avería o se ha quedado a oscuras toda una noche porque se ha ido la luz”, reflexiona. Sin embargo, para estas personas, esta es la realidad continuada de su día a día.

Creando conciencia medioambiental

Cruz Roja como Institución responsable con la sociedad y con las personas más vulnerables es consciente de que todas las actividades y servicios desarrollados en todos sus planes de intervención y centros de trabajo deben ejecutarse dentro de un marco de protección del Medio Ambiente.

De puertas hacia dentro, los Comités Autonómicos, Provinciales, Locales, Comarcales e Insulares de Cruz Roja Española, para colaborar con la sostenibilidad de las actividades y
servicios humanitarios, establecen esta Política ambiental basada en los siguientes principios:

  • Fomentar actitudes responsables hacia el medio ambiente de todas las personas vinculadas a Cruz Roja Española. Facilitar a todas las personas vinculadas a Cruz Roja mecanismos que permitan cambios de comportamientos y actitudes frente al medio ambiente.
  • Cumplir con la legislación y normas ambientales actuales y adecuarse a los cambios que se puedan producir, así como con aquellos compromisos voluntariamente aceptados en relación a los aspectos ambientales.
  • Reducir en la medida de lo posible, el consumo de materias primas, agua y energía, así como continuar con el proceso de separación y gestión de los residuos generados.
  • Incluir criterios ambientales y de sostenibilidad en las compras y contrataciones que se realicen desde todos los planes de intervención.
  • Procurar la mejora continua de los procedimientos de la Gestión Ambiental mediante la evaluación sistemática y periódica.

Y desde el área de Salud y Medioambiente, realiza varios proyectos, entre los que se encuentra el de Mejora Socioambiental, dirigido tanto a población en general, como a personas atendidas por CRE de colectivos vulnerables y a personal interno de la Organización (laboral y voluntario). Este programa tiene el objetivo de cambiar comportamientos de las personas y mejorar su bienestar incidiendo sobre su entorno más cercano.

Además, en la región se llevan a cabo los proyectos de ‘Promoción de hábitos y conductas respetuosas con el Medio Ambiente’, ‘Moviéndonos por el ahorro doméstico’, ‘Huertos Ecosociales’ y ‘Vigilancia ambiental en espacios naturales’.

Todo ello está en estrecha relación con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con los que CRE está comprometida. Y es que este compromiso no sólo corresponde a los líderes mundiales, sino a todas las personas que habitamos la Tierra. Con pequeñas acciones cotidianas, podemos contribuir a un desarrollo responsable y sostenible en sinergia con nuestro planeta.

 

Javier Muñoz, referente de Medio Ambiente de CRJ.

 

Sobre ellos nos habla Javier Muñoz, referente de Medio Ambiente de Cruz Roja Juventud, que la perspectiva de nuestra sección juvenil para lograr estos objetivos se basa en la educación ambiental, «cambiando la forma de ver el mundo que tiene la gente». «Queremos plantar una semillita en sus cabezas para que, quienes lo decidan, se informen, empiecen a actuar por su cuenta y modifiquen sus prácticas cotidianas», explica. También nos cuenta que la fórmula más efectiva para llegar a una persona con el fin de sensibilizarla es «mostrarle que el problema está ahí, que afecta al medio, a las personas y a uno mismo; que no es algo inevitable ni que sólo las grandes esferas políticas o económicas puedan cambiar, sino que cada uno y cada una puede ser partícipe del cambio». «Si cada cual llegamos a más personas de nuestro alrededor, conseguimos formar una cadena de sensibilización», puntualiza.

Desde CRJ, consiguen promover el interés de los y las más jóvenes, así como de la ciudadanía de a pie, a través de juegos, encuentros y dinámicas como Trivials o campañas participativas. Con motivo del 25J, Día Mundial del Medio Ambiente, lanzaron una campaña de sensibilización a pie de calle a través de la cual presentaban un cartel con dibujos de helados en el que cada uno de ellos se correspondía con un problema medioambiental: residuos, contaminación, transporte… . Entonces, invitaban a los y las participantes a elegir elegir uno de aquellos extravagantes ‘sabores’, que simbolizaban aquel aspecto que se comprometían a mejorar para hacer su cotidianidad un poco más sostenible.

De cara a la acción interna, trabajan codo con codo desde el plano autonómico con cada una de nuestras Asambleas Locales. Hace poco organizaron una gymkana para la que consiguieron juntar a muchísimas personas del voluntariado de CRJ de todo Madrid bajo una temática ambiental, que las ponía en una hipotética tesitura en la que el mundo se había acabado y el planeta había muerto. Los y las participantes debían descifrar, a modo ‘Cluedo’, cómo y por parte de quién eso había acabado sucediendo. Todo con el fin de hacerles reflexionar y llegar a ellos y ellas a través del juego y la animación.

 

 

Sobre la celebración de la COP25 en Madrid, Javier considera que se trata de «una oportunidad para que la gente que vive aquí se empiece a interesar por el tema, que pregunte, que comience a concienciarse sobre esta problemática». «Me gusta que haya dos zonas, la Azul y la Verde, con una que da la oportunidad de dar a conocer el trabajo de las distintas entidades y el trabajo que se está llevando en unos u otros sitios», valora. En este sentido, nos recuerda que la acción de CRJ es «tranversal», ya que no solo afecta al área de Medioambiente, sino que tiene que ver con todos y todas las que formamos parte de nuestra Institución y «debemos trabajarlo en conjunto, como se está haciendo en esta cumbre: fomentando el trabajo en equipo, como se está haciendo entre países».

El 25 de septiembre de 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el desarrollo sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos y todas. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) basados en los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

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