El dispositivo de Acogida Temporal Torrehogar de Cruz Roja en Torrejón de Ardoz de la asamblea comarcal de Corredor Sur es un refugio para los y las solicitantes de protección internacional. En este contexto, el mes sagrado del Ramadán cobra una especial relevancia, ya que muchos/as musulmanes que viven allí buscan mantener sus tradiciones y prácticas religiosas en un entorno nuevo y desafiante.
El Ramadán, un mes de ayuno y reflexión para los musulmanes, se divide en varias partes significativas. Comienza con el Sawm, el ayuno diario desde el amanecer hasta el atardecer, que culmina con el Iftar, la comida que rompe el ayuno al caer la noche.
Sin embargo, conciliar estas prácticas con la vida cotidiana dentro y fuera del hotel donde residen no siempre es fácil. El equipo de Cruz Roja ha trabajado incansablemente para adaptar los menús y horarios del comedor a las necesidades culturales y religiosas de los y las residentes. Esto incluye ofrecer opciones culinarias que respeten las restricciones dietéticas islámicas, permitiendo así que todos y todas puedan disfrutar de una comida adecuada durante el Iftar.
Un gesto significativo que ha contribuido a esta experiencia es la donación de dátiles realizada por el Centro Cultural Islámico de Madrid al hotel de Cruz Roja en Torrejón de Ardoz. Los dátiles son un alimento tradicionalmente consumido para romper el ayuno y su inclusión en las comidas diarias ha sido recibida con gratitud por parte de los residentes.
Esta donación no solo proporciona un alimento esencial, sino que también simboliza la solidaridad y apoyo entre diferentes comunidades. La vida en el dispositivo de acogida temporal durante el Ramadán es un testimonio del esfuerzo colectivo por crear un ambiente inclusivo donde cada persona pueda vivir su fe con dignidad.
A través del trabajo conjunto entre Cruz Roja, los y las residentes y organizaciones comunitarias, se está construyendo un espacio donde poder compartir las tradiciones y fortalecer los lazos con quienes les rodean.
En un mundo donde las diferencias a menudo nos separan, iniciativas como esta nos recuerdan el poder de la solidaridad y la empatía. La donación de dátiles no solo alimenta cuerpos, sino que también nutre almas, creando un sentido de comunidad y pertenencia. Al unirnos en torno a tradiciones compartidas, demostramos que, independientemente de nuestras creencias o antecedentes, todos merecemos vivir con dignidad y respeto. Sigamos apoyando estos esfuerzos colectivos que fomentan la inclusión y el entendimiento mutuo, porque cada pequeño gesto cuenta en la construcción de un futuro más compasivo y unido.
