Javier e Isabel, se han incorporado al voluntariado de Cruz Roja en octubre de este año, Javier que es médico ya lo había sido con anterioridad a los 14 años, en juventud de Cruz Roja, participando en diferentes eventos deportivos y celebraciones y se sacó el curso de socorrista, “exagerando un poco diría que así empezó mi vocación en el campo de la medicina”. Isabel fue voluntaria en una organización para personas con parálisis cerebral, impartiendo talleres de competencias digitales, mientras estudiaba el magisterio de educación especial.

Isabel nos dice que: “Siempre me ha gustado colaborar con lo que he podido, sobre todo en lo relacionado con la infancia. Tanto Javier como yo nos dedicamos a eso profesionalmente, Javier desde la medicina y yo desde la orientación educativa, las niñas y niños necesitan que les apoyen en diferentes aspectos y cuantas mas personas lo hagamos mas podrán desarrollar sus potencialidades. En concreto las niñas y niño del Centro de Acogida me han parecido muy talentosas”.

Javier comenta que: “Cuando Isabel, me comentó la posibilidad de colaborar como voluntario en la Asamblea de Sierra Norte, me tocó la fibra sensible, sobre todo por las niñas y niños. Así que, aunque no me suelo involucrar en muchas cosas porque mi trabajo no me deja tiempo, me hice voluntario de Cruz Roja de nuevo, para colaborar con el proyecto de Refugiados”. Además comparte con nosotras que: “cuando hace un par de años tuvimos que asistir a una patera, con 150 personas migrantes procedentes de África Central, pensamos que iban a fallecer. Fue una experiencia brutal, les tiramos unas balsas desde el aire, se salvaron todos, pero no fue por nuestra ayuda sino porque se organizaron y ayudaron entre ellos. En la primera balsa no se subió nadie, se hubiesen hundido, al contrario, se agarraron a ellas para flotar, este hecho me hizo ser mas consciente aún, de lo mucho que tienen mucho que aportar a nuestra sociedad. No obstante, al final les tuvimos que devolver a Libia, fue una situación compleja porque se habían gastado hasta 3000€ en el viaje y aunque salvaron su vida fue duro para ellos y perturbador para mí volver a la comodidad de mi vida”.

Javier e Isabel, voluntarios de Cruz Roja en una actividad con niñas y niños del Centro de Acogida

Ambos creen que estas actividades son importantes para las familias, para normalizar, para sentirse uno mas. Los niños y niñas son todos iguales y se relacionan con naturalidad, a los que nos cuesta mas es a las personas adultas. Creemos que la diversidad es muy enriquecedora para todas las niñas y niños. Para nosotros fue una experiencia bonita, pensamos que los niños y niñas migrantes tienen mucha potencialidad porque de base conocen ya dos culturas y dos percepciones del mundo. Al final cuando llegamos a un sitio nuevo a todas nos beneficia una acogida cálida y nos ayuda a sentirnos mejor y dar lo mejor de nosotras mismas.

Han participado con mucha ilusión en varias actividades, desde la de pares lingüísticos con las personas adultas del centro a talleres de manualidades con las y los menores, como el del pasado 1 de noviembre, en el que realizaron máscaras de Halloween con diferentes materiales, de forma muy creativa. Además también estuvieron bailando canciones de Halloween y haciendo coreografías. A Isabel le parece que este tipo de actividades son muy versátiles porque se pueden adaptar a los diferentes intereses y el nivel de desarrollo de cada menor. Además son divertidas y fomentan la convivencia y el aprendizaje.

No han tenido ninguna dificultad al realizar estas actividades, la programación es flexible así que nos podemos adaptar fácilmente, el único problema es el tiempo, pero no nos supone mucho esfuerzo colaborar este tipo de actividades, la relación con las personas del Centro la han vivido con mucha naturalidad y sin tener que esforzarse mucho. Isabel y Javier son personas creativas y proactivas y ya tienen ideas para mas talleres en los siguientes meses.

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