Con la llegada de la COVID-19 muchas personas vieron como sus negocios y trabajos pasaban por serias dificultades, viéndose obligados a parar su actividad al completo ante el confinamiento estricto. La historia de Inmaculada Domínguez, dueña de un albergue situado en la provincia de Ávila, que se vio afectado por la crisis sanitaria y tuvo que cerrar al comenzar el confinamiento, es de esas que hay que contar por su compromiso, pero sobre todo por su HUMANIDAD.

Cuando esto ocurrió, Inmaculada decidió que quería ayudar, y no dudo en trasladarse a Madrid y comenzar a realizar voluntariado dentro de Cruz Roja, siendo exactos en el Plan RESPONDE, todo con el objetivo de ayudar a personas que pudieran necesitarlo durante los meses del confinamiento y los posteriores. En Zona CREO hemos querido conocer la historia de Inmaculada y por ello, le hemos querido realizar varias preguntas donde nos ha contado como ha cambiado su vida desde que comenzó a ser voluntaria dentro de Cruz Roja.

 

Cuéntanos Inma, ¿en qué situación te encontrabas durante el año pasado cuando comenzó la COVID-19? ¿Cuéntanos un poco como funcionaba tu negocio?

Me llamo Inmaculada Domínguez Sánchez y soy propietaria de una empresa de ocio y tiempo libre, para ser exactos, de un albergue turístico y de un campamento juvenil, que se llama Valle de la Salud y que se encuentra en la localidad de Piedralaves, en la Sierra de Gredos.

A mi la pandemia me pillo de lleno, porque nosotros íbamos a empezar la temporada con las excursiones de colegios a la Granja Escuela, en primavera, durante el mes de marzo. Nos dio tiempo a terminar la época navideña en el mes de diciembre, pero no llegamos a comenzar la temporada primaveral.

Tuvimos que cerrar el albergue, y viendo la situación social que se estaba dando, yo tenía que ayudar en lo que pudiera, porque además no estaba acostumbrada a estar parada, y me costó mucho. Los clientes que tenemos suelen ser colegios que vienen por la actividad de Granja Escuela en primavera y otoño, campamentos de verano y familias de adultos durante los fines de semana.

«Económicamente fue una hecatombe el tener que cerrar de un día para otro y perder todos los clientes previstos que teníamos para todo el año.»

Una de las zonas del Albergue de Inmaculada

¿Cómo te enteraste del voluntariado de Cruz Roja en la Comunidad de Madrid?¿Por qué decidiste venirte a Madrid a realizar el voluntariado?

Todo se paralizó y todas las reservas previstas se anularon al comienzo de la pandemia, quedándonos sin nada. Fue entonces cuando me vine a Madrid, porque creía que aquí podía ayudar. Estoy especializada en inteligencia emocional y tengo formación en mediación, además, siempre tuve una vocación educativa, así que pensé que podría ayudar en alguno de los proyectos de Cruz Roja, ya fuera con niños o con personas mayores, donde hiciera falta realmente.

Me vine a Madrid porque es la ciudad más cercana, además mi hijo está estudiando aquí en la universidad y mi marido trabaja también aquí, así que era una buena opción pasar aquí la pandemia tras cerrar el albergue.

¿En qué Asamblea de Cruz Roja comenzaste como voluntaria? ¿Qué labores hacías de voluntariado y cual eran tus motivaciones?

Entré en la Asamblea Local de Madrid en la Zona Centro, que es donde me hicieron una entrevista y me mandaron a administración. Empecé entonces en un Call Center de Cruz Roja donde daba apoyo con información a personas con necesidades de todo tipo, como familias vulnerables, con los que la Cruz Roja hace una labor que no se conoce suficiente.

«Ver el buen clima laboral me animó a ir conociendo otros proyectos, así que también comencé a colaborar en el programa de acogida de refugiados y también dando talleres de salud y salud alimentaria»

La piscina del Albergue de Inmaculada

¿Cómo viviste todas las acciones que realizabas como voluntaria?

Lo viví con mucha angustia. Creo que, como todo el mundo, intenté ayudar y colaborar en todo lo posible, pero fue una situación muy difícil a la hora de trabajar, sobre todo por la cantidad de gente que necesitaba ayuda. Todos los días lográbamos ayudar a mucha gente en muchos aspectos.

Estoy muy agradecida a todo el mundo y con todas las acciones de Cruz Roja. Como por ejemplo, cuando ocurrió Filomena, que Cruz Roja estuvo ahí ayudando a todo el mundo, ayudando a resolver las necesidades desde la eficiencia energética, ropa de invierno o el tener alimentos y medicinas.

«Me siento útil, feliz de poder ayudar, y a nivel personal he encontrado empatía, que era lo que buscaba cuando comencé el voluntariado»

Inmaculada en su puesto como voluntaria en Cruz Roja

¿Cuál es tu situación actual? ¿Sigues con tu negocio? ¿Has continuado realizando voluntariado en Cruz Roja?

Sigo haciendo colaboraciones puntuales con Cruz Roja, al igual que sigo realizando los talleres, pero espero dentro de dos semanas poder abrir de nuevo mi negocio que es cuando la Junta de Castilla y León nos permite abrir para los campamentos de verano.

Ahora voy a compaginar el albergue con el voluntariado, porque tengo claro que no voy a dejar Cruz Roja.

También tengo ganas de volver a mi negocio, porque el pasado marzo hizo 25 años que lo abrí. Acabé mi carrera de Medio Ambiente y después me especialicé con un Máster de Educación Ambiental. Abrí el albergue cuando aún era muy joven y estos 25 años he crecido unida a mi negocio. Ver que de repente desaparece como ha ocurrido con la COVID-19 fue muy duro, pero lo bueno es que me sentí muy arropada y apoyada por muchos clientes y amigos que he hecho durante todos estos años.

 

¿Qué sientes ahora que eres parte de una entidad como Cruz Roja?

Estoy muy contenta con Cruz Roja. Vine buscando el poder ayudar a cuanta más gente mejor y la verdad que cruz Roja me ha ayudado más a mí de lo que yo haya podido aportar a la entidad. Me siento útil, feliz de poder ayudar, y a nivel personal he encontrado empatía, que era lo que buscaba cuando comencé el voluntariado.

No conocía un voluntariado continuado como éste y estando en Cruz Roja te sientes parte de algo muy grande. Al final siento un orgullo de pertenecer a una entidad como ésta. Mucha gente no conoce todas las acciones de Cruz Roja que abarcan mucho en el tejido social, desde ayudar a personas mayores, familias vulnerables, jóvenes estudiantes, niños/as. Para mí ha sido un gran descubrimiento, y quiero seguir colaborando muchos años.

«Vine buscando el poder ayudar a cuanta más gente mejor y la verdad que cruz Roja me ha ayudado más a mí de lo que yo haya podido aportar a la entidad»

Las zonas naturales del albergue de Inmaculada

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