Guillermo Arribas es una de esas personas jóvenes, echadas para adelante, con ganas e ilusión de afrontar nuevos retos y con una humanidad desbordante. Este compañero salió de su Brunete natal hace unos años para embarcarse en una de las aventuras profesionales más enriquecedoras de su vida: Ejercer como delegado internacional de Cruz Roja Española en Níger. Fue una compañera de la asamblea de Sierra Oeste la que le habló del curso de Delegado Internacional. Hemos podido entrevistarle para que nos contara en qué consiste el trabajo y la labor de un delegado internacional. También le preguntamos por los proyectos que lleva Cruz Roja allí, así como lo que echa de menos de su país, entre otras cosas, dar paseos o sentarse en una terraza.

 

¿Quién es Guillermo y cómo se produce tu llegada como delegado internacional en Níger?

Guillermo es un chaval de Madrid que estudió Relaciones Internacionales y a partir de ahí voy teniendo contacto con el mundo de la cooperación y la ayuda humanitaria, en primer lugar, en Grecia con los campos de refugiados. El contacto con Cruz Roja lo tengo un poco tarde, hasta que hago el curso de delegado que conozco la organización, y me intereso por cómo se trabaja, sobre todo en la parte de internacional. Después de alguna experiencia en Nepal, Turquía y alguna más larga en Uganda, paso a trabajar con el Comité Internacional en Cruz Roja en Ginebra durante un año, primero en prácticas y luego como trabajador temporal. Después recibo la llamada de Cruz Roja Española para venir a Níger, país en el que llevo un mes y dos semanas exactamente, pero con el movimiento llevaré un año y cuatro meses.

Cuéntanos cuál es el contexto geopolítico que se vive actualmente en Níger

Estamos en un país situado en un enclave complejo como es el Sahel, en el que existen conflictos que cruzan las fronteras. Además, se encuentra en una ruta de emigración importante y la situación climática tampoco favorece. Estamos en un país que es de los que tiene menor Índice de Desarrollo Humano y eso tiene consecuencia como, por ejemplo, en los servicios que el gobierno puede ofrecer, en las condiciones de vida de la población y en cómo se vive el día a día aquí.

En cuanto a la seguridad yo noto que hay muchas medidas preventivas, como guardianes en las puertas de los edificios, restricciones y normas de seguridad férreas. Yo me encuentro seguro y siguiendo esas normas no debes tener problemas.

¿Cómo surge la idea de ir a trabajar a Níger con Cruz Roja?

La decisión vital la tomé hace unos años al dedicarme a este sector, y tomando esa decisión puedes hacerte una idea de cuáles son los países en los que vas a terminar trabajando. Cruz Roja es una organización grande, con historia, con capacidad de marcar una diferencia en el terreno y poder llevar a cabo los proyectos que se plantean. Esa mezcla de la seguridad que me daba CRE y el conocimiento que tenía de la organización, hicieron que al final me decidiera. Es una gran oportunidad de aprender y de echar una mano al esfuerzo general que hace Cruz Roja.

Formación en gestión de conflictos para los Clubes de Madres del proyecto en la región de Maradi. Los clubes de madre son agrupaciones de mujeres voluntarias que bajo los principios de la Cruz Roja se reúnen para realizar actividades comunitarias y de sensibilización para mejorar las condiciones de vida, y que desarrollan actividades económicas colectivas de ahorro y generación de ingresos.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido en tu llegada a Níger?

Cuando llegas a un sitio nuevo tienes que estar alerta con todo porque todo te sorprende y puede parecerte más difícil de lo que es. Pero aquí me he encontrado con un país y una sociedad amable, que me ha acogido muy bien. Es verdad que hay una comunidad grande de expatriados que trabajan para otras organizaciones y eso también ayuda. Nosotros vivimos en una distancia muy pequeña que va del barrio en el que vivimos al barrio en el que trabajamos. Por cuestiones de seguridad nos perdemos mucho de lo que pasa a nuestro alrededor. Por eso si tuviera que decir qué es lo que menos me gusta es esa distancia que hay entre lo que es el país y lo que nosotros podemos ver en el día a día.

¿Cuál es la labor que desarrolla Cruz Roja Española en Níger?

Cruz Roja Española tiene proyectos en varias regiones del país. En la región Tillaberí, que son de medios de vida y también de ayuda humanitaria, proyectos en la región de Tahoua, relacionado con migraciones, proyectos en Maradí, donde se tratan temas de violencia sexual y de género y medios de vida. Más o menos la intención es seguir en estas regiones en el futuro. Cruz Roja Española tiene cinco delegados, el jefe de delegación y 50 trabajadores nigerinos que trabajan en los proyectos. Somos 4 españoles: un delegado administrador, un delegado de género y medios de vida, la delegada de migraciones que tiene un proyecto regional, y yo que soy de desarrollo comunitario . También está el jefe de delegación. Ahora contamos con un delegado de formulación que está apoyando en la presentación de varios convenios.

 

¿Cómo es tu día a día? ¿Qué es lo que haces como delegado de desarrollo comunitario?

No hay rutina, no hay un día a día. Va cambiando mucho el día, lo cual lo hace muy interesante. Yo me dedico a hacer el nexo entre el donante y los equipos en terreno. Nosotros por condiciones de seguridad no podemos estar en terreno continuamente, sino que podemos hacer ciertas visitas siempre y cuando estén aprobadas.

Por ello, mi labor consiste en llevar esa comunicación entre el equipo de terreno- que sí que hace las actividades, probando que se está realizando el proyecto y se lleva a buen puerto- CRE y otros donantes.

Estás en constante relación con personas de allí, con los equipos que luego desarrollan los proyectos. ¿Cómo se despliegan los proyectos para poder llegar a la población para que terminen siendo beneficiarios de los proyectos?

En el caso del proyecto de violencia sexual y de género, CRE lleva muchos años invitada por CR nigerina, y esto hace que haya una amplia red de contactos en el país, lo cual permite que no estés aterrizando en un sitio de nuevas. Hay parte del equipo que hace las actividades del día a día, pero no lo hacen solos. Se apoyan de personas llamadas animadores y voluntarios, que son miembros de la población local y que conocen el terreno y las autoridades locales, y nos permiten organizar las actividades. La forma de trabajar de Cruz Roja es esa: aprovechar la red que hay creada por el Movimiento para facilitar los proyectos.

En el proyecto de violencia sexual y de género en Maradí, debemos tener en cuenta que atiende tanto a población local como a población refugiada del norte de Nigeria. Es una región en el que las mujeres son, en un número muy elevado, supervivientes de violencia de género. Desde la entidad buscamos contribuir al empoderamiento de esas mujeres: aumentar su capacidad económica y su poder de decisión para mejorar sus condiciones en la sociedad. Esto se hace a través de unos grupos que se organizan llamados Clubes de Madre. En esos encuentros aprovechamos para hacer formaciones, actividades…y al mismo tiempo se realiza una parte de acompañamiento y apoyo psicológico.

 

¿Cómo es la relación con las personas voluntarias que son de Níger? ¿Cómo vivís esa relación con la persona autóctona?

Aquí vivimos en un contexto en el que la colonización tiene un peso muy importante en la historia reciente del país y eso no puede perderse de vista.  Nosotros somos invitados de la Cruz Roja Nigerina. El trato con los compañeros y compañeras de Cruz Roja Nigerina es de tú a tú, de apoyo en los proyectos que ellos hacen, en el sentido de que no hay una relación jerárquica. Todos formamos parte del mismo movimiento y aprovechamos las capacidades y conocimiento que todos traemos. Yo, personalmente, no tengo contacto directo con los voluntarios/as en el terreno, pero con la Cruz Roja nigerina tenemos una relación laboral de colegas que tienen que sacar adelante unos proyectos.

¿Qué es lo más bonito y lo más difícil a lo que te has enfrentado?

Lo más bonito es ver que van saliendo los proyectos poco a poco, a pesar de estar lejos es importante que te lleguen noticias positivas del hangar que se construye, del servicio que se da en una clínica, de esa labor visible. Que te llamen y ver que las cosas están marchando es lo bonito y el motivo por el que estamos aquí. Lo más duro es la distancia con el terreno. A todos nos gustaría tener el contacto con las personas para las cuales estamos trabajando realmente.

Aún así, nos llegan cosas que te devuelven a esta realidad. Por ejemplo, hace poco una de nuestras propias compañeras en un proyecto de Violencia de Género nos informa de que presenta la dimisión porque el marido y la familia han decidido que no puede seguir trabajando. Este tipo de cosas son difíciles de gestionar porque son un golpe de realidad.

¿Cómo es la relación con otras entidades sociales que están también en la región?

Estamos en un país en el que, por supuesto, hay un gobierno y unas normas. Tenemos que seguir esas normas y hacerlo lo mejor que podamos para trabajar con las instituciones que hay. Aquí no se hacen las cosas de espaldas ni al gobierno ni la ley, por lo que sí que existe esa relación con las autoridades, igual que con otras entidades. Procuramos no trabajar aislados, sino tener en cuenta el contexto y trabajar con el resto.

¿Te volveremos a ver por España trabajando?

De momento estamos aquí. El futuro es el futuro, pero de momento estamos bien aquí.

4 COMENTARIOS

  1. Una persona entregada a su trabajo vocacional, bonita labor y que siga con esa labor humanitaria tan buena y creando proyectos, enhorabuena para Guillermo y todos los colaboradores

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