Cristina Hernández es voluntaria de Cruz Roja desde 2019, además de especialista en coaching para la jubilación. Cuando comenzó su voluntariado estaba preparándose para impartir talleres y charlas de salud emocional en colegios, pero llegó la pandemia y aquello lo cambió todo, también su voluntariado.

¿Cómo surgió la idea de hacerte voluntaria de Cruz Roja?

Desde que llegué a España, hace más de veinte años, he estado vinculada con ONG. Había hecho voluntariado en la Fundación Lealtad, que le da un sello de transparencia a las distintas ONG, y por lo tanto conocía el buen trabajo de Cruz Roja. Y, a través de Hacesfalta.org, me puse en contacto porque necesitaban personas para divulgar temas de salud mental. Así que comencé a formarme para impartir talleres y charlas en colegios. Asistí como espectadora a varias charlas y cuando iba a impartir mi primera charla, llegó la pandemia.

¿Y en qué consistió tu voluntariado a partir de entonces?

He hecho varias cosas. Durante la pandemia se identificó el problema de soledad que tenía mucha gente que vivía sola y no podía salir a la calle ni recibir visitas, sobre todo personas mayores. Cruz Roja contactó con personas voluntarias que tenían experiencia en escucha, que era mi caso, y comencé a colaborar con el proyecto “Cruz Roja te escucha”.

¿Qué hacías concretamente en ese proyecto?

Básicamente eso, escuchar, para que esas personas no se sintieran tan solas. Es casi mágico comprobar el efecto beneficioso de escuchar a una persona y me hizo ver qué tipo de vida llevamos en este mundo, en el que, aunque estamos rodeados de gente, llamamos a un teléfono específico para que alguien nos escuche. Y para mí, poder ofrecer esa escucha ha sido muy enriquecedor.

Una vez que terminó la pandemia, ¿en qué otros proyectos has estado?

También he colaborado con “Cruz Roja te acompaña”, para motivar a las personas con soledad no deseada a buscar ayuda y acudir a las actividades de Cruz Roja.

A partir del 2021 retomé las charlas en los colegios, porque se vio la necesidad de reforzar la salud emocional de los niños, niñas y jóvenes, que se había visto muy afectada por la pandemia. Así que he estado en institutos, hablando con adolescentes, y también con sus padres a través de las AMPAS.

¿De qué hablas con los niños, niñas y jóvenes?

Ellos, por desgracia, son muy conscientes de los problemas de salud mental. Pero también entre los jóvenes existen mitos e inseguridades a la hora de manejar estos problemas, y a veces les cuesta pedir ayuda. Ahí Cruz Roja hace un gran trabajo, con campañas como “Pedir ayuda es de valientes”, que trata de romper el tabú sobre los problemas emocionales.

¿Qué ha sido lo más difícil de tu experiencia como voluntaria?

No poder ayudar todo lo que quería, ver que a veces sólo escuchar no sirve, que la persona necesita una ayuda psiquiátrica y no la consigue, porque no le dan cita o se la dan para dentro de muchos meses.  En esos casos tenía que resignarme y asumir que hasta ahí podía llegar mi ayuda.

¿Qué te han aportado todos estos años de voluntariado?

Cuando la gente me dice “qué valiente eres” por ser voluntaria, siempre contesto que a mí me aporta mucho más de lo que puedo dar. Por una parte, me ha dado la posibilidad de establecer un contacto muy íntimo con personas de todo tipo, y esa experiencia, si la vives desde una visión en la que no juzgas al otro, ni te sientes el ombligo del universo, te da mucho.

Desde un punto de vista más egoísta, me ha hecho apreciar más lo que tengo, porque a veces se nos olvida. Además, te hace darte cuenta de que estás bien y que puedes ayudar al prójimo.

La parte presencial también te da mucho: el reunirte con los equipos de Cruz Roja, sentirte parte de esos grupos de personas tan variada, es una gran experiencia.

Y, por último, sentir el poder de la escucha, ver lo que se puede lograr prestándole atención al otro. Muchas veces se establece una relación de cercanía con las personas que llaman habitualmente, pero también se puede lograr mucho con personas que sólo te llamaba una vez. Recuerdo hablar con varias personas por primera vez y, tras media hora o cuarenta minutos, te decían que esa conversación les quitó un peso de encima, que les ayudó a ver algo de luz, y eso es muy gratificante.

En esta noticia hablamos del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 como parte de nuestro compromiso para potenciar la consecución de la Agenda 2030. Puedes obtener más información de los ODS en el siguiente enlace.

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