Estar en el día justo, a la hora exacta y con una cámara grabando el momento. Eso fue lo que le ocurrió a Luna Reyes, mostoleña de 21 años e Integradora Social, cuando el pasado mes de mayo, en el dispositivo que Cruz Roja tenía montado en la zona de El Tarajal en Ceuta, se produjo una llegada masiva de personas procedentes de las costas de Marruecos y nuestra compañera, como había hecho otras veces junto a otros compañeros y compañeras, tuvo un enorme y profundo gesto de humanidad, fruto de la ayuda y atención que se realiza desde nuestra entidad en este tipo de situaciones.
A nadie se nos olvidará lo que es una de las imágenes del año y un gesto que define muy bien uno de los principios fundamentales de nuestra entidad: La HUMANIDAD. Pero más allá de eso, han pasado 6 meses de aquellos momentos y Luna sigue gestionando y reflexionando sobre todo lo que le sucedió justó después. Entender por qué ese gesto de humanidad generó tanto revuelo, que recibiera tantas muestras de apoyo y que, de alguna manera, las desafortunadas declaraciones y comentarios que cierto sector de la población vertió en las redes sociales y la posterior reacción social, le convirtieran en una heroína para la sociedad, fue algo que le pilló totalmente de improvisto.
A día de hoy, Luna ha terminado sus estudios de Integración Social y ha decidido estudiar la carrera de Educación Social. Además, Luna ha pasado a formar parte de la plantilla de Cruz Roja en Ceuta donde realiza de manera orgullosa la labor de ayudar a las personas que más lo necesitan.
Con motivo del día Internacional del Voluntariado hace unos días, hemos charlado con Luna para que nos pudiera contar cómo se encontraba, cómo vivió aquellos momentos y, lo más importante de todo, qué sintió como voluntaria al dar ese ejemplo de HUMANIDAD que recorrió lo medios de comunicación de todo el mundo. Porque Luna ha sido y es un ejemplo de lo más esencial del ser humano, la solidaridad y la cercanía en un momento de emergencia humanitaria, nuestra esencia como entidad.
¿Cómo estás Luna?
Bien, ahora mucho más tranquila y siguiendo con mi vida.
Cuéntanos, lo primero, ¿quién es Luna y cómo llegas a parar desde Móstoles a Ceuta?
Yo soy de Móstoles y estaba estudiando el grado de Integración social, y como tenía que hacer las prácticas y tenía ganas de salir de allí, pensé en hacerlo en Ceuta. Mi madre es de Ceuta y tenía la casa donde vivían mis abuelos, por lo que a finales de febrero de 2021 me establecí en la ciudad.
¿Cómo empiezas tu labor con Cruz Roja?
Estuve buscando dónde hacer las prácticas hasta que pude dar con una persona de Cruz Roja, le expliqué lo que necesitaba y se pudo formalizar mi incorporación. Una vez que llegamos, porque me vine con otras tres amigas más del grado, en Cruz Roja nos dieron a elegir el proyecto para que pudiéramos hacer lo que nos gustaba en cuanto a atención de personas y por eso decidí hacerlo con niños niñas y adolescentes migrantes no acompañados.
Además, desde el primer momento nos contaron la labor de Cruz Roja y su voluntariado y nos apuntamos enseguida para poder acompañar a las personas de origen migrante que llegaran a las costas.
Cuando empiezas, ¿te imaginabas vivir tan de cerca la ayuda directa en la intervención con personas de origen migrante? Antes de lo que todos conocemos, ¿te sentías preparada para atender a estas personas?
Cuando llegué el primer día de prácticas al centro de menores, al volver a casa, llamé a mi madre llorando y le dije que yo no servía para eso, que me quedaba muy grande. Había venido a Ceuta muchas veces y sabía la realidad que había, pero verlo tan de cerca me asustó. Poco a poco me fui haciendo con ello y pasado un tiempo lo veía como algo que me gustaba y me apetecía mucho hacerlo.
Además, los compañeros y compañeras de Cruz Roja en Ceuta me ayudaron mucho. Los he sentido como si fueran una familia.
Y llega el 18 de mayo y se produce ese gesto. Ese abrazo. Ese momento de Humanidad que recorrió el mundo. ¿Cómo recuerdas esos momentos? ¿Qué recuerdo y qué poso te queda de todo aquello?
Poco a poco voy sacando más cosas positivas de todo lo vivido en aquellos días, pero fue muy duro y muy difícil vivir la entrada masiva de personas de origen migrante. Fueron tres días muy intensos de no parar, de apenas dormir, de muchas emociones y momentos muy impactantes, haciéndote que te quedaras en shock. Cuando fueron pasando los días tampoco supe gestionar todo lo que había vivido…
Cuando viste a Abdou en el Tarajal, ¿qué sentiste? ¿Te daba tiempo a asimilar lo que estaba pasando?
Cuando llegué a donde estaba Abdou fue porque había un chico que estaba a su lado y que no reaccionaba, y como yo llevaba un chaleco de Cruz Roja se pensaron que era personal sanitario. Fui allí corriendo viendo a ver lo que podía hacer y lo único que pude hacer fue soltar a Abdou de esa persona, apartarle un poco, sentarle, darle una botella de agua para tranquilizarle y abrazarle. No me dio tiempo a pensar absolutamente en nada.
Yo no hablaba su idioma, pero lo que me salía decirle en castellano era que estuviera tranquilo, que respirara y que bebiese agua. Con las manos y con signos nos pudimos entender. El estuvo todo el rato llorando y abrazado a mí, pero una de las veces que paró de llorar empezó a contar con los dedos de una mano, mientas miraba al otro chico que estaba tendido, las personas que había perdido por el camino. Incluso, fruto de la desesperación y el llanto, cogió una piedra para darse en la cabeza y autolesionarse… fueron momentos muy muy duros.
Todos somos conscientes de lo que te sucedió días más tarde a través de las redes sociales… Ahora, desde la distancia, ¿qué huella emocional te ha dejado todo eso?
A mí me ha costado mucho entender todo lo que he vivido y todas las reacciones de la gente, tanto las positivas como las negativas. No entendía por qué toda la gente reaccionaba dándome las gracias porque, para mí, entendía que no estaba haciendo nada extraordinario.
Me resultaba muy raro que días más tarde, cuando iba por la asamblea tuviera un montón de paquetes con muestras de agradecimiento recibidas desde todos los rincones de España con dibujos, cuadros, canciones, etc.
Me acuerdo mucho de la carta de una mujer que me contaba que su marido llegó a España de la misma manera que habían llegado estas personas y que ese abrazo les emocionó muchísimo, que no podían parar de llorar porque a su marido le habría encantado tener a su lado a una persona que le abrazara como hice yo.
Al final, aunque no lo entiendas, todos estos gestos te emocionan, y entiendes que de una forma o de otra, ese gesto que a mí me salió de manera natural, ha servido para inspirar a otras personas.
Entrando en tu labor voluntaria. Ese gesto fue un clamor de esperanza, un momento de los que erizan la piel, de los que se te mueven los cimientos de lo que significa el ser humano… y realizar voluntariado. ¿Eres consciente de que tu gesto, tu persona, sirve de inspiración para muchas personas que quieren ser voluntarias y ayudar a personas vulnerables y mover la solidaridad en el mundo?
Me cuesta asimilarlo. Llevo 6 meses sin parar de pensarlo. Estoy trabajando con un psicólogo para poder entender y gestionar todo lo vivido y todo lo que vino después. Yo sé que ese gesto ha movido muchas cosas en las personas, pero a mí me cuesta entender qué he hecho para que haya movido tanto, y pienso… ¿otras personas no lo habrían hecho?
Yo solo pensaba en la cantidad de voluntarios y voluntarias que hay en Ceuta, en España y en el mundo y me preguntaba… ¿pero por qué los medios quieren hablar sólo conmigo?
Yo he hecho y he seguido haciendo la misma labor que el resto de mis compañeros y compañeras… y eso es lo que no entendía, que no he hecho nada diferente al resto.
¿Cómo ha cambiado la Luna de antes de mayo a la de ahora? ¿Qué aprendizajes has obtenido de todo ese huracán de acontecimientos?
He cambiado mucho porque he vivido muchas experiencias nuevas que nunca me hubiese imaginado vivir. También es cierto que me ha costado encontrar el punto medio a la hora de gestionar las emociones cuando veía una persona a la que tenía que ayudar. A día de hoy, he aprendido a poner unos límites y basarme en lo profesional.
Si echo la vista atrás, recuerdo que al principio tenía pocas ganas de salir a la calle y cuando salía, daba igual que saliera con gafas de sol, coleta, moño, etc. Porque la gente me paraba para decirme cosas positivas.
Uno de los momentos más emotivos que recuerdo fue recibir los dibujos de una clase entera de niños y niñas de 7 años de otra ciudad, que cuando los vi, me puse a llorar. Me ponían mensajes de apoyo y me emocionó mucho. ¡Les tengo todos pegados en mi armario!
¿Qué significado adquiere para ti las palabras ‘ser voluntaria’?
Para mi ser voluntaria es desarrollar un aprendizaje muy grande y muy bonito. Es hacer algo sin buscar nada a cambio.
¿Qué cualidades debe reunir una persona para poder ayudar a personas de colectivos vulnerables?
Hay que tener mucha empatía con las personas que atiendes, pero también hay que saber gestionar todas las emociones que se viven en el momento de la ayuda. Tienes que saber que no te puedes llevar el trabajo a casa, que puedes poner tu granito de arena pero que tienes que ser consciente de que no vas a conseguir todo lo que a ti te gustaría.
¿Qué le podemos decir a una persona que se esté pensando el hacer voluntariado en Cruz Roja para animarle a hacerlo?
Que solo va a sacar cosas positivas. Que hay que probarlo, que ganas muchas experiencias positivas, mucho aprendizaje en la vida y que vas a hacer algo porque quieres. Además, es algo al que le puedes dedicar el tiempo que tú quieras y que eso significa aportar lo que tú quieres.
Y ya, para acabar, hemos visto que recientemente te han galardonado con el premio #MostolesContraLaViolenciaMachista, por tu valentía y tu lado más humano. ¿Qué ha significado para ti recibir este premio con este significado en tu ciudad natal?
Al principio no entendía el que yo estuviera ahí. Pero también pensé que, si la persona que llega a abrazar a Abdou hubiera sido un hombre, no hubiese recibido todo lo que yo recibí a través de ciertos comentarios y opiniones en las redes sociales.
El hecho de pensar que podía decir lo que quizás otras mujeres no pueden decir, me motivó mucho para poder ir y recoger el galardón.
Como nota emotiva, quisimos hacerle una pequeña sorpresa a Luna. Quisimos contactar con la asamblea de Móstoles para que pudieran hablar con Luna y mostrarle el cariño y el agradecimiento como mostoleña. Salvador Parral, presidente de la asamblea, Cristina Cabezas, vicepresidenta de la asamblea, Inmaculada Jiménez, voluntaria de comunicación en la asamblea, y David Navalón, el director técnico, pudieron mostrarle el cariño, respeto y el ejemplo que supone para todas y todos el ejemplo de Luna.