Durante este mes de enero, se le realizó una entrevista a Mamen Oñate, voluntaria de la asamblea local de Madrid en el proyecto Atención a personas en situación de soledad y final de vida. Ella se define como una mujer tímida y que se le da mucho mejor escuchar. Sin embargo, ha querido realizar esta entrevista para motivar a que nuevas personas realicen voluntariado.

 

Mamen es una mujer que en cada momento en el que habla su emoción al hacerlo se siente omnipresente y transmisible, es decir, te llega. El motivo de esta entrevista es su experiencia en el programa Atención a personas en situación de soledad y final de vida. Se refiere a él como «una mina» y se siente «llena» con este proyecto que no soñó que existiera y que le ha hecho encontrar aquello a lo que de verdad quiere dedicarse. Todo empezó en un teatro, en Madrid.

¿Cómo empezaste a colaborar en Atención a personas en situación de soledad y final de vida?

Fue hace más de dos años. Hacía tiempo que quería realizar alguna labor de voluntariado ahora que, aunque sigo trabajando, tengo tres hijos que ya son mayores. En noviembre de 2021 fui al teatro porque el título de una obra, Un país sin descubrir, me atrapó. La temática de la muerte no me era indiferente. Quería perderle el respeto a algo tan natural como el final de la vida. Más tarde, me dispuse a buscar un proyecto en una plataforma de voluntariado y topé con Atención a personas en situación de soledad y final de vida. Se puede decir casi que fue el programa el que me encontró a mí. Yo no soñaba ni que existiera.

¿En qué consiste el proyecto de Atención a personas en situación de soledad y final de vida?

El programa consiste en acompañar de manera informal y lúdica a una persona que sabe que está viviendo sus últimos meses, generalmente por la enfermedad. Durante todo ese tránsito, cada voluntario/a acompaña a una única persona.

¿Cuál ha sido tu contribución al proyecto?

Hoy por hoy, he acompañado a tres personas. He convivido unas horas por semana durante unos seis meses con cada una de las personas a las que he acompañado, ofreciéndoles mi tiempo para lo que necesiten: básicamente escucha y compañía.

¿Qué aportas de tu trabajo en tu voluntariado?

Trabajo de técnica especialista III, que significa que soy cuidadora de niños/as con necesidades especiales. Es un trabajo precioso que no sé si está muy valorado, pero que yo sí valoro mucho. Trabajo en un colegio de integración especializado en niños/as con deficiencias motoras. Soy las manos, los pies y los ojos de estos/as niños/as que llevo de un lugar a otro dentro de nuestro enorme colegio. Como ves, mi trabajo tiene mucho que ver con mi labor en Atención a personas en situación de soledad y final de vida. Esa transparencia de los niños tiene mucho en común con la sinceridad de las personas mayores.

«Procuro mejorar para que mi contribución como voluntaria sea la mejor posible»

¿Qué aptitudes aportas para desarrollar este voluntariado?

Creo que el gusto por acompañar a los/as demás, por hablar con otras personas y por entenderlos. Cruz Roja forma a su voluntariado y yo creo que es necesario para seguir creciendo. Por eso siempre estoy pendiente de los cursos, por ejemplo sobre comunicación, empatía o sentimientos al final de la vida. Procuro mejorar para que mi contribución como voluntaria sea la mejor posible.

Probablemente se crea un vínculo especial con las personas a las que acompañas, ¿es así?

Sí, así es. Se crea un vínculo fuerte que llega a asemejarse a la amistad sobre todo para las personas acompañadas, que están más solas y son más vulnerables. Pero también para el voluntariado, porque, como he dicho, es mucho lo que recibimos acompañando y muy fuerte el vínculo que se crea. Cruz Roja lo sabe y ha diseñado este proyecto muy bien, dejándonos tiempo para pasar página cuando ocurre el desenlace.

¿Qué vivencias te llevas de esta labor como voluntaria?

Es difícil describir mi experiencia con palabras, pero voy a intentarlo. Imagínate lo que puede ser compartir tiempo de calidad con una persona que saca lo mejor de ella misma y que, en ese momento de su vida, se convierte en alguien totalmente transparente y sincera. Las tres personas a las que he acompañado son muy distintas, cada una con su personalidad y sus ideas. Pero para las tres, éste es un momento muy especial de su vida. En él, se hacen más vulnerables y no les importa mostrarse así. Es más, están dispuestas a mostrar todo lo bueno que llevan dentro. Esa es mi experiencia maravillosa con las personas que se encuentran en el final de su vida.

 

 

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