Hoy os contamos la historia de Sara da Mota, una mujer de mediana edad y de origen brasileño que decidió venir a España hace más de 15 años. Llegó para cambiar su vida, para mejorar, para conseguir todo aquello que su país no le podía ofrecer. Pero el camino no fue fácil. Nada fácil. Pero Sara es el claro ejemplo de que con tesón, paciencia y perseverancia se puede conseguir prácticamente lo que uno se proponga.
Junto a su marido y sin apenas ayuda, tuvo que enfrentarse a una realidad diferente a la que había soñado. El cuidado del hogar, la llegada de nuevos miembros a la familia, la inestabilidad laboral, la incertidumbre económica… son algunos de los retos con lo que Sara tuvo que lidiar durante muchos años. Hasta que un día se dio cuenta de que no podía seguir así y que tenía que hacer algo, sin saber exactamente qué.
Es en ese momento tan crucial de su vida, acudió a la Asamblea Comarcal de Cruz Roja en Corredor del Henares Sur para solicitar ayuda. Desde el Área de Empleo, los compañeros y compañeras estudiaron su caso a fondo y le ofrecieron la posibilidad de formarse en una nueva profesión en auge. Y es aquí, donde comienza su nueva vida.
Os dejamos con la entrevista completa esperando que os guste y sirva de inspiración para todos las personas que colaboráis con Cruz Roja:
1.- ¿Por qué decidiste venir a España en 2005?
Me casé en 2004 y entre la boda, los muebles y los gastos de casa, el dinero no alcanzaba. En ese momento decidimos cambiar de país.
La idea de venir a España surgió después de descartar Estados Unidos. Para conseguir el visado allí hay que gastar mucho dinero y te arriesgas que no te lo concedan. Para entrar en Europa no hace falta el visado, además mi marido tenía familia lejana en España.
Finalmente, decidimos venir a Madrid. Hablamos con una familia de brasileños que vivían en Torrejón de Ardoz y, sin conocernos de nada, nos ayudaron. Alquilamos una habitación en su casa por 300€. Veníamos con poco dinero por lo que teníamos que conseguir trabajo lo antes posible.
2.- ¿Lo que te encontraste aquí era lo que te esperabas?
No, no era lo que me esperaba. La vida en España era totalmente diferente a la vida en Brasil. El idioma me lo puso más difícil todavía ¡no me enteraba de lo que me decían! Además, como no tenía papeles, tuve que aceptar todos los trabajos que me salían. Siempre me despertaba temprano para coger el periódico gratuito y esperaba las 9 de la mañana para empezar a llamar a las ofertas de empleo.
14 días después de llegar, conseguí mi primer trabajo de interna. Después lo dejé para ayudar a una señora que conocí en su restaurante y limpiar su casa. Fue una mala decisión porque no me pagaba, así que me fui.
Por fin en 2008 conseguí los papeles y pensé que todo mejoraría, pero no fue así. No me lo podía creer, tenía la documentación, pero no conseguía mejores trabajos, ya que el país estaba en crisis… así que tuve que seguir como asistenta del hogar y cuidando niños.
Nacieron mis dos hijos y tuve que dejar de trabajar para poder cuidarlos, lo que complicó un poco más las cosas. Poco después mi marido se quedó sin trabajo y tuvimos que volver a Brasil. Allí montamos un pequeño negocio que no prosperó y decidí volver a España con mis hijos, esta vez sin mi marido. A partir de ese momento tuve varios trabajos relacionados con hostelería y me di cuenta de que era más de lo mismo, una vida muy difícil. No digo que fueran malos trabajos, pero sí muy poco agradecidos. Por más que hagas, nunca es suficiente. Las horas que dejas allí nunca las recuperas.
3.- ¿Cómo conciliabas tu vida laboral y personal durante aquellos años? ¿Tuviste que sacrificar algo?
Imagínate, al principio vivíamos en una habitación pequeña. No teníamos privacidad ninguna. Trabajaba gran parte del día y a veces me ofrecía también en mis días libres.
Cuando llegaron los niños intenté bajar el ritmo, pero era imposible si queríamos llegar a fin de mes. Tuvo que venir mi madre desde Brasil para ayudarme con ellos y, gracias a eso, pudimos salir adelante.
Realmente fue muy duro, vivía para trabajar y apenas veía a los pequeños. El día que tenía libre, solo pensaba en descansar y no tenía ganas de hacer nada.
4.- ¿Cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte a otra cosa y mejorar laboralmente?
Cuando tenía 36 años, un día de repente pensé que era mejor ir al paro y buscar un curso o cualquier otra cosa. Estaba más que decidida a dejar la hostelería, quería cambiar el rumbo de mi vida laboral.
5.- ¿Qué papel ha jugado Cruz Roja en esta evolución?
Un día hace algo más de un año me acerqué a la sede de Torrejón de Cruz Roja y, después de explicarles mi caso, me incluyeron en el Plan de Mejora de Empleo. Me ofrecieron un curso de logística, pero no estaba muy convencida de hacerlo, no lo veía para mí, además era una profesión de hombres. La verdad es que puse todo tipo de excusas, pero Ana Lecumberri, técnica de Empleo de la asamblea, fue tan insistente y me lo puso tan fácil que no pude negarme. Me ayudaron con el comedor de los niños, con el abono transporte, me dieron toda la información que necesité y ese empujoncito que me faltaba.
Por fin llegó el gran día y a partir de la primera clase me enamoré por completo de la logística. Después las clases prácticas, fueron lo más. La primera vez que subí al toro, parecía que lo hubiera hecho toda la vida. Tan bien se me dio, que tuve la oportunidad de hacer prácticas para una empresa, que al final me contrataran y ¡ya llevo 10 meses!
Cada día es un descubrimiento porque en un mismo lugar puedes hacer muchas cosas diferentes. Amo mi trabajo y le doy las gracias a la dedicación, cariño y compromiso de Ana y de Cruz Roja. Si estoy donde estoy, es porque me dieron ánimos y me ayudaron a creer que todo es posible.
6.- ¿Qué mensaje enviarías a otras mujeres que no están a gusto con su trabajo?
Creo que, al igual que yo, mucha gente no está contenta con su trabajo. También creo, y yo soy la prueba viva de ello, que podemos cambiar de profesión y dedicarnos a algo que nos satisfaga. Con casi 40 años descubrí una profesión nueva y mayoritariamente masculina. Me siento muy orgullosa de haber roto con esa brecha de género y ser un ejemplo para otras mujeres.
Un cambio drástico no es fácil para nadie. Algunas veces podemos caer, cometer errores…. pero debemos aprender de ellos y volver a levantarnos. Las mujeres podemos con todo. Somos más fuertes, determinadas, organizadas y apasionadas en todo lo que hacemos.
Yo lo logré y animo a todas las mujeres a que lo hagan.