Este año se cumplen 30 años desde que Naciones Unidas proclamase el día 17 de octubre como el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza. A día de hoy, en 2022, en un mundo caracterizado por un nivel sin precedentes de desarrollo económico, medios tecnológicos y recursos financieros, es un escándalo moral que millones de personas vivan en la extrema pobreza. Por ese motivo, debemos dejar de pensar que este problema es exclusivamente una falta de ingresos. Se trata de un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las capacidades básicas para vivir con dignidad.

Hablar de pobreza es hablar de situaciones de vulnerabilidad de quienes la sufren, personas y familias que han visto cómo la pérdida de empleo o la baja calidad del mismo, la irrupción de la pandemia, la perdida de la vivienda o los recortes sociales ocasionaban una reducción de sus recursos y apoyos disponibles, mientras se incrementaban las necesidades a cubrir.

 

En Cruz Roja Comunidad de Madrid, desde el área de Inclusión Social, nos dedicamos al acompañamiento de personas en situaciones de vulnerabilidad para intentar cubrir esas necesidades básicas y procurar que estas personas puedan salir de su situación por sí mismas. Para conmemorar este día hemos querido hablar con Cristina Gil, Coordinadora Autonómica de Inclusión Social. Cristina comenzó en Cruz Roja como voluntaria en el año 2009 y, tras la reordenación del departamento en el mes de abril, paso de coordinar Extrema Vulnerabilidad a coordinar Inclusión Social. Cristina nos ha contado, entre otras cosas, cómo trabajan desde el área para paliar estas situaciones, qué hacen desde la coordinación autonómica y cómo ha cambiado la actuación de Cruz Roja en Inclusión Social en los últimos años.

 

Dentro del organigrama de Inclusión Social, tú antes coordinabas Extrema Vulnerabilidad y ahora coordinas Inclusión Social. ¿Qué supone este cambio?

El origen del cambio es una reordenación desde Oficina Central de las áreas de conocimiento, que son Inclusión Social, Empleo, Educación etc., y lo que se pretende en Comunidad de Madrid con este cambio es que toda la actividad que se realiza en el área de Inclusión Social, relacionada con la asamblea local, esté bajo el mismo prisma y tenga las mismas características sobre cómo respondemos a las necesidades de las personas.

En Inclusión Social en Comunidad de Madrid seguimos coordinando el Programa de Personas en Situación en Extrema Vulnerabilidad, que lleva los proyectos de Atención Urgente a Necesidades Básicas, integración de Inmigrantes, Bienestar Personal y Activación Social, Atención a la Pobreza Cronificada, Activación Laboral e Intervención Social en Cañada Real, Atención a Personas sin hogar, donde este año hemos arrancado en Móstoles también, y Atención a Personas Privadas de Libertad en Aranjuez y Valdemoro. Con el cambio de organigrama, asumimos la intervención en territorio local de parte de los programas de Infancia y Mujer, en unos proyectos más específicos: en Infancia llevamos el proyecto de Intervención Familiar con Infancia en Riesgo, que ahora ha pasado a llamarse Criando en Positivo, Apoyo a la Parentalidad Positiva y Centros de Día Infantil. Y en el programa de Mujer, el proyecto de Empoderamiento a Mujeres en Dificultad Social y Sensibilización con el Entorno, ya que la coordinación del servicio de ATENPRO depende del área de Inclusión Digital.

Formamos el equipo alrededor de 110 personas técnicas y unas 1.700 personas voluntarias. Durante el 2021, hemos atendido a unas 25.000 personas. En lo que llevamos de 2022, rondamos las 18.000 personas atendidas en toda el área.

 

¿Cuál es la labor del área de Inclusión Social? ¿A qué perfiles atendéis, qué tipo de respuesta dais…?

Desde las respuestas y los itinerarios personalizados que ofrecemos en el área de Inclusión Social, hacemos procesos de acompañamiento social en función de la vulnerabilidad que tiene la persona, facilitando las herramientas necesarias para que puedan acceder a sus derechos a través de sesiones informativas, asesorando con el objetivo de que logren fortalecer sus capacidades para que puedan resolver su situación, y gestionando ayudas para garantizar la cobertura de las necesidades más básicas o para que las personas puedan continuar la intervención con nosotras.

Además de toda la demanda de cobertura de necesidades básicas, nos encontramos con otro tipo de barreras que tienen las personas, como las dificultades de acceso a la administración pública y las gestiones con entidades bancarias, barreras idiomáticas, falta de competencias digitales o de actualización, etc. Y sin olvidarnos de que, encontrarte una situación de precariedad económica influye no solo a nivel personal, sino también con cómo te relacionas con tu entorno más cercano y cuando estamos en una situación de vulnerabilidad, las personas consideramos que dejamos de tener derechos y eso nos paraliza y no logramos conseguir lo que nos puede ayudar a salir adelante. Por ello, los equipos no se dedican solo a garantizar sus bienes más básicos, sino que estamos muy centradas en que las personas se encuentren activas socialmente, que no se aíslen de la sociedad por estar atravesando una situación de vulnerabilidad, y les acompañamos para que la privación material no suponga un riesgo a la persona de abstraerse de su día a día, de aislarse de la sociedad y que esto suponga una imposibilidad de acceder a todos sus derechos.

 

 

Estamos viviendo un año convulso, con la guerra, crisis, subidas de precios etc. ¿Se está notando todo esto en la intervención de Inclusión Social? En el tipo de perfil, su tipo de necesidades…

La situación que estamos viviendo nos presenta un panorama complicado y a las personas y familias con recursos económicos limitados un horizonte lleno de incertidumbres, ya que carecen de un remanente de ahorro que soporte el ritmo de subida de los precios de la alimentación y los suministros energéticos.

El origen de las vulnerabilidades que atendemos sigue siendo muy similar, carencia de ingresos, precariedad laboral o falta de empleo, pobreza energética y falta de competencias para poder afrontar la situación que las personas están atravesando. Cuando nos encontramos con situaciones como estas, como las que llevamos viviendo estos años y cada vez de forma más frecuente, vemos que las vulnerabilidades que atendemos no cambian mucho, pero sí empeoran. Lo que se está viviendo en las asambleas locales es un aumento de la vulnerabilidad de las personas que ya atendíamos y un aumento de la demanda de personas nuevas, cuya situación ha empeorado ahora.

 

¿Qué hace Cruz Roja para poder ayudar a estas personas?

Estar una vez más preparadas para responder ante los cambios socioeconómicos que van surgiendo, y en seguir adaptando y ampliando las respuestas que ofrecemos. Intentamos realizar un itinerario de intervención con múltiples respuestas, donde podamos fortalecer estas capacidades de las personas para que puedan acceder a sus derechos de forma autónoma, o mostrarles vías diferentes que mejoren su situación.

 

«Intentamos realizar un itinerario de intervención con múltiples respuestas, donde fortalezcamos estas capacidades de las personas para que puedan acceder a sus derechos de forma autónoma»

 

En Cruz Roja estamos implementado el Plan Reacciona, con 8 millones de euros a nivel nacional, para atender a 100.000 personas. ¿Qué labor tiene Inclusión Social en este plan?

Lo bueno que tiene el Plan Reacciona es que aumenta las capacidades para poder llegar a las personas que ya atendemos y necesitan mayor apoyo y a más personas que no lo hayan demandado aún. Ofreciendo respuestas inmediatas no solo desde el Área de Inclusión Social, sino desde cualquier área de conocimiento para así poder llegar a cualquier persona y garantizarle el acceso a la cobertura de sus necesidades básicas y dar continuidad a la intervención para que pueda salir de su situación por sí mismo, y aprovechando la complementariedad de las respuestas que ofrecemos desde cada área.

 

El 17 de octubre se conmemora el Día Mundial de Erradicación de la Pobreza, como una oportunidad para reconocer el esfuerzo de las personas que participan en los procesos de intervención, así como el equipo de las personas voluntarias y la red técnica. Cuéntanos un poco, a nivel de equipo técnico y voluntario, ¿qué valor añadido tienen estas personas? ¿Cuál es la fuerza de este equipo?

Lo que más valoro del equipo y lo que creo que es nuestro punto fuerte, es la experiencia y el conocimiento sobre la intervención. Llevamos mucho a nuestras espaldas y siempre adaptándonos a los distintos cambios, y no podemos olvidar que atendemos en nuestro día a día situaciones muy complicadas, y eso hace que sean fuertes ante todas estas situaciones, porque puede estar al pie del cañón siempre acompañando a las personas en cualquier momento.

«Lo que más valoro del equipo de Inclusión Social es su experiencia y adaptación al cambio»

 

¿Ha evolucionado la atención y la ayuda que se ofrece a las personas que atendéis desde que tú eras Técnica de Extrema Vulnerabilidad hasta ahora como Coordinadora? ¿Cuál es el valor añadido que hemos adquirido?

Yo entré en Cruz Roja en 2009 como voluntaria de lo que es ahora el área de Inclusión Social. En esa época, el volumen de atención dependía de las capacidades que tenían las asambleas locales y la situación socioeconómica del momento, no estábamos en momentos tan complicados como ahora, hasta el 2012 que llego la crisis. Creo que ahí fue el punto de inflexión hacia un modelo de Inclusión Social que abandonaba el prestacionismo y lo convertía en procesos de acompañamiento y recuperación. Han pasado diez años y ha habido un cambio brutal en nuestro modelo de atención. Seguimos atendiendo a las personas en sus vulnerabilidades, pero el cómo, la capacidad de responder a sus necesidades y lo presentes que estamos en sus vidas, eso es lo que ha cambiado. Ha habido un trabajo increíble detrás desde la Oficina Autonómica y coordinado con las asambleas, para ir adaptándonos a los cambios que marca la sociedad.

 

¿Qué es lo que te hace feliz en tu trabajo?

Aunque parezca una labor dedicada a la gestión, para mi es una labor dedicada a las compañeras y compañeros que están en las asambleas. Para mí, la labor de nuestro equipo, es dotarles de recursos económicos y de conocimiento para que ellos puedan seguir haciendo su trabajo, ser una herramienta facilitadora. Porque no soy solo yo, somos 5 en la coordinación de Inclusión Social, Almudena Solorzano y María Vedia y con la incorporación por esta reordenación de María Barbero y la más reciente, Esther Horna, que viene a reforzar el equipo para los nuevos proyectos que estamos empezando a gestionar con Fondos NextGeneration.

 

 

¿Qué aprendizaje has sacado en estos dos años que llevas en la coordinación dedicándote de lleno a la Inclusión Social?

Para mí, el mayor aprendizaje que me ha dado estar en la coordinación autonómica, es la amplitud de visión que me da todo el territorio, la riqueza que tiene. Yo venía de un ámbito local, que tenía una situación específica, y el poder estar acompañando a toda la Comunidad de Madrid, cada equipo y asamblea una con sus diferencias me aporta un conocimiento mayor para que sigamos fortaleciendo nuestra intervención.

 

Durante este tiempo, Cruz Roja ha atendido a muchas personas con situaciones de vulnerabilidad. ¿Tienes alguna historia que te haya marcado, que vayas a recordar para siempre?

A mí lo que más me satisface es cuando los equipos te cuentan que una persona con la que han estado trabajando vuelve para ayudar a otras personas en función a la experiencia que han vivido. Es cuando más orgullosa me siento, cuando hay personas que se han recuperado y quieren estar al lado de otras personas que están pasando lo que ellos pasaron. Estamos sembrando una forma de transmitir que de las vulnerabilidades se sale, y esa capilaridad es la clave para que podamos ayudarnos los unos a los otros de forma más eficiente.

«Estamos sembrando una forma de transmitir dentro de la propia comunidad, y esa capilaridad a la hora de llegar a todo el entorno comunitario es la clave para que podamos ayudarnos los unos a los otros de forma más eficiente»

 

¿Qué nos queda por hacer, teniendo en cuenta el ámbito en el que estamos y los tiempos que nos toca vivir, para erradicar la pobreza?

Lamentablemente, a lo que nos dedicamos, ojalá algún desapareciese, pero siempre va a ver vulnerabilidades a las que acompañar. Nos queda por seguir haciendo, sobre todo por estar presentes de la forma más adecuada y ajustada a las necesidades de las personas.

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