El voluntariado es, sin ninguna duda, el pilar fundamental de Cruz Roja. Desde los distintos proyectos de la entidad, los voluntarios y voluntarias ayudan, entre otros, en la asistencia a población en riesgo social, en el cuidado del medio ambiente o en la actuación ante socorros y emergencias.

El pasado miércoles 24 de febrero se cumplieron seis meses desde el inicio de la mayor crisis humanitaria en un país europeo en el siglo XXI. El conflicto entre Rusia y Ucrania ha provocado que casi 7 millones de ucranianos tengan que abandonar su país y huir hacia otros países del continente, como es el caso de España, donde han llegado más de 100.000.

Una vez más, el voluntariado ha sido imprescindibles en la actuación de Cruz Roja frente a esta crisis. En la Comunidad de Madrid, 1.587 personas voluntarias se han volcado en cuerpo y alma para ayudar a los 20.733 refugiados ucranianos atendidos durante este medio año en la provincia. Han participado en tareas de logística, traducción, cobertura de las necesidades básicas, información jurídica, atención a la infancia etc., sin perder en ningún momento la sonrisa y las ganas de ayudar.

Hemos podido hablar con 3 de esos voluntarios y voluntarias que, durante estos seis meses, han participado en dar la mejor acogida posible a las personas ucranianas. Luis Miguel López, profesor de castellano, Jesús Partida, trabajador en logística y Nicole Gutiérrez, de CRJ, nos cuentan cuál ha sido su labor como voluntarios/as en esta crisis, qué les ha aportado esta experiencia a su vida personal y qué reflexión les deja toda la ayuda ofrecida por Cruz Roja.

 

Contadnos, ¿Cuál ha sido vuestra labor como voluntarios/as en la crisis de Ucrania? ¿Cómo habéis trabajado en vuestro día a día?

Nicole: Soy voluntaria de CRJ y mi labor era entretener y jugar de manera lúdica con los niños y niñas que estaban en los diferentes dispositivos de Ucrania. Hacer actividades de pintura, de legos, jugar al futbol con ellos, llevarles fuera etc. Básicamente hacer que pudieran interactuar entre ellos y con nosotros, con el equipo de Cruz Roja, y salir de las habitaciones en los que algunos de ellos estaban todo el día.

Luis Miguel: Yo soy profesor de español en Valdeluz, en el polígono de las Mercedes, en la carretera de Barcelona. Doy una clase a la semana los jueves por la tarde, de una hora y cuarto u hora y media. He trabajado pretendiendo que se familiarizasen con el entorno que les rodeaba, que las palabras y expresiones más usuales en español les fueran familiares. Lo he hecho a través de un enfoque autocontenido, porque nunca sabemos cuanto tiempo va a estar esa persona aprendiendo español, y de forma que se vuelvan a unir a nosotros en la clase siguiente, ya que al no ser obligatorias, si no se divierten deja de funcionar.

Jesús: Yo estaba de servicio de noche y mi misión era recoger lo que había sobrado de las cenas, preparar los desayunos y llamarles a las horas que tenían que coger el autobús o el tren en Atocha. Venía gente de Ucrania, pero también ucranianos que venían de Pakistan, vivimos una anécdota curiosa porque uno de ellos trajo incluso criados.

 

¿Qué os ha aportado personalmente a cada uno la experiencia que habéis vivido con los refugiados ucranianos durante estos meses?

Nicole: Para mí ha sido conocer cómo funciona Cruz Roja. Yo estoy bastante interesada en trabajar en cooperación internacional y esto ha sido como una pequeña introducción a las muchas posiciones que pueden existir en Cruz Roja y la llegada que tienen los voluntarios en estas organizaciones internacionales. Los niños siempre te sacan sonrisas, por lo que siempre te llevas contigo esa pequeña interacción, esos momentos que tienes de juegos con ellos.

Luis Miguel: Para mí, la sensación de contribuir a la sociedad. Hay muchas cosas en las que, a mi entender, debe mejorar, y lo que modestamente intento es aprovechar lo que se me da bien para tratar de aportar a los que me rodean y hacer un funcionamiento de esa sociedad más igualitario y feliz.

Jesús: Yo lo que me llevo es la humanidad y lo agradecidos que estaban ellos con que les atendiésemos. Siempre te daban las gracias, era lo más importante para ellos en ese momento, éramos las personas en las que podían confiar.

 

Después de 6 meses, ¿qué reflexiones personales os deja toda la ayuda que ha ofrecido Cruz Roja frente a esta crisis?

Nicole: A mí me sorprende que no haya sido solamente un tema de logística, de ayudarles a posicionarse en el país y ayudarles a introducirse, sino que también han velado por el entretenimiento de estos niños. Que toda la transición sea lo más pasiva posible, sobre todo para ellos, que puedan disfrutar de parques, museos… hace de esta experiencia, un poco triste, algo de lo que pueden llevarse recuerdos bonitos.

Luis Miguel: Lo que más me llama la atención es la experiencia que adquiere la gente que está en los dispositivos en gestionar situaciones, saber llevar el día a día de gente que entra y sale con problemáticas, en ocasiones, terribles. Esa experiencia y gestión emocional que hacen ellos, de sus propias emociones y de la gente que está en el dispositivo, llama la atención porque es fruto de una enorme experiencia de la organización en la que están. Se dan soluciones prácticas a las cosas, lo que se enseña a la gente que está en los dispositivos es que se obtengan resultados siendo muy prácticos. La mínima teoría, pero mucha sensibilidad y sentido práctico.

Jesús: A mí lo que me llamo la atención fue la cara de tristeza de los niños que venían con las familias, les levantabas y tenían caras de tristeza. Como no entendían español, me aprendí algunas palabras en ucraniano y cuando me escuchaban decirlas se emocionaban, porque pensaban que hablaba el idioma. Lo que más me ha marcado es la cara de tristeza que tenían.

 

 

Hablando de su estado de ánimo, ellos tuvieron que huir de su país y dejar todo atrás, llegando a España confusos y desorientados, ¿habéis notado cómo ha evolucionado su estado de ánimo desde que llegaron hasta ahora, seis meses después?

Nicole: En los dispositivos en los que yo he estado si he tenido la oportunidad de ver a un grupo ser colocado ya fuera de estos dispositivos, y si se podía notar en sus caras una emoción de pasar al siguiente paso de esta transición. Muchos de ellos ya estaban cansados de habitaciones de hotel, de estar una familia con dos o tres hijos en habitaciones pequeñas. Para ellos era muy agotador, y cuando se iban se veía en los padres una liberación de que ya pudieran tener algo, aunque fuera propio o compartido, pero viendo un futuro por delante. Algunos niños se ponían tristes, porque ya habían creado amistades, pero también estaban emocionados. Desde que empezaron a ir al colegio cambio su actitud, tenían ganas de pertenecer a la sociedad, aprender el idioma, ser uno más.

Luis Miguel: Yo diría que, si ha habido algo que han compartido todos ellos, teniendo en cuenta que su origen, ciudades de procedencia, edad etc. son muy diferentes, es que han llegado aquí y están ansiosos por entender esto. Se han encontrado con un clima, alimentación, horarios muy distintos a lo que ellos estaban acostumbrados. Llegan muy desorientados, y lograr que lo vayan entendiendo y se vayan integrando mejor es un proceso que se va notando, la mejoría en la familiaridad con el entorno español.

Jesús: Como yo estaba en el albergue de Pacífico, lo que hacían era venir del viaje, pasar la noche e irse a distintas zonas de Madrid y de Españ. Ellos venían deseosos de llegar a algún sitio, te preguntaban que donde iban, estaban deseosos de llegar a su destino y poder tener una seguridad.

 

 

¿Cuál ha sido la experiencia o anécdota más difícil que habéis vivido? ¿Y la más bonita?

Nicole: Para mí lo más difícil ha sido la comunicación con los niños. No contábamos con traductores, por lo tanto las expresiones faciales y mímicas eran sumamente importantes para poder hacerte entender. Algunos de ellos entendían inglés o algunas palabras en español, pero otros no y comunicarte con ellos era difícil. También ha sido duro ver a niños que, sumado a la incertidumbre que tenían, no terminaban de sentirse parte del grupo. Por el otro lado, lo más bonito han sido las experiencias que hemos tenido con los chicos fuera, en el Wanda, en la Warner… se volvía a ver en sus caras la ilusión de la infancia. Y también a sus padres se les veía emocionados, algunos nos pedían quedarnos con sus hijos para poder subirse en las montañas rusas. Fue bonito ver cómo podían disfrutar de esos momentos de pausa, donde podían olvidarse de la situación que estaban viviendo y disfrutar un rato.

Luis Miguel: Lo más bonito me pasó hace unas semanas. Me fui unos días de vacaciones y a la vuelta una de las familias, que eran alumnos habituales, habian dejado el centro, se iban fuera de Madrid. Antes de irse me dejaron una jarra personalizada con un mensaje que decía “Para el mejor profe de Español”. Eso fue muy bonito, porque sé que además era muy sentido por ellos, ya me lo habían trasladado antes. Al finalizar las clases muchos de ellos se acercan dándote las gracias. Por otro lado, lo más difícil ha sido que ha habido días en los que yo estaba un poco apagado, y los temas que tenía que explicar eran complejos, habia días que no era capaz de conectar con los alumnos. Te das cuenta de que no estas siendo efectivo y tienes que darle un giro y reorientar la clase.

Jesús: En mi caso, la tristeza de ver a las chicas jóvenes con hijos y no saber que iban a hacer. Las veías ausentes, no sabían que hacer. En el plano bueno, lo mejor han sido los agradecimientos y los abrazos que te daban, eso te llenaba de alegría.

 

 

En Cruz Roja Comunidad de Madrid, gracias al trabajo de 1.587 personas voluntarias que han participado en tareas de logística, traducción, cobertura de las necesidades básicas, entre otros, se ha atendido durante estos meses a 20.733 personas ucranianas, de las cuales 1.406 han sido menores. ¿Qué papel creéis que ha tenido, y que tiene, el voluntariado en esta crisis?

Nicole: Yo creo que lo que nos podemos llevar, nuestro papel, va más allá del impacto de lo que hemos hecho con las familias y niños ucranianos, es también lo que se lleva el voluntario. En todas estas experiencias los únicos que aprenden no son ellos, nosotros también aprendemos, la resiliencia que estas familias tienen es algo que nos llevamos a casa. El voluntariado te permite ser parte de eso con solo una o dos horas a la semana, sientes que eres un granito más de arena entre la ayuda que están recibiendo esas familias, te abre las puertas a conocer lo que es ayudar. Que Cruz Roja Juventud sea parte de esta campaña, que tiene mucha más responsabilidad que otras, abre los ojos a los jóvenes respecto a lo que esta pasando en el mundo.

Luis Miguel: Me parece muy interesante el enfoque de Nicole porque, no es solo preguntarse que le da el voluntariado a Cruz Roja, si no que le da Cruz Roja al voluntariado. Cruz Roja le da al voluntariado, y a buena parte de la sociedad, un mejor conocimiento de la realidad de este mundo complejo y con multitud de tensiones y dificultades. Es una formación que el voluntario adquiere gracias a lo que aprende en Cruz Roja. Respecto a que le damos los voluntarios a Cruz Roja, yo siempre he sentido que los técnicos valoran nuestro trabajo, se nos ayuda en la medida de lo posible, se nos muestra siempre mucho respeto y no tengo más que buenas palabras para la entidad.

Jesús: Nuestro trabajo como voluntarios, la labor que hacemos ayudando a los demás, sirve para algo. No buscamos un agradecimiento, pero nos sentimos valorados.

 

Cuando estabais con las personas ucranianas y las mirabais a los ojos, ¿qué sentíais? ¿qué os transmitían con su mirada?

Luis Miguel: El deseo de entender este sitio en el que están, que es muy distinto a lo que ellos tenían. El deseo de poder encontrar su hueco.

Jesús: Yo veía en ellos su deseo de llegar a un sitio. No sabían lo que era la guerra, solo que les habían sacado de sus casas y habían dejado allí a sus familiares, amigos, mascotas… Solo querían llegar a algún sitio para poder construir su vida.

Nicole: En el caso de los niños, nosotros veíamos en sus ojos lo que ellos veían que eran nuestros chalecos. En el momento en el que ellos nos veían con los chalecos bajaban corriendo hacía nosotros, sentían que podían jugar y volver a ser niños, irse de los cuartos de hotel sin preocupar a sus padres, porque iban a ser cuidados. En los ojos de los niños se sentía esa alegría de libertad, de infancia, y en el caso de los padres se podía ver algo de relajación.

 

 

 

¿Sentís que las personas ucranianas están agradeciendo toda la ayuda que les está ofreciendo Cruz Roja?

Nicole: Totalmente.

Jesús: Sí, desde luego.

Luis Miguel: A mi me lo hacen explicito en todas las clases, vienen y me repiten muchas veces que están muy agradecidos.

Nicole: Desde que te saludan con las manos o con su expresión, se ve que están agradecidos y no solo en un sentido material, si no del acompañamiento que han tenido, no han tenido que hacer esta transición solos. En los paseos con los niños te abrazaban, no tenían forma de poder expresar el agradecimiento de lo que habíamos hecho con ellos dándoles esos pequeños momentos de felicidad. Nos daban las gracias, nos pedían fotos para tener de recuerdo de quienes somos y de como hemos sido parte de todo esto.

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